Extra I (En lo profundo del lago)

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El día en que habría de morir se levantó temprano; eran cerca de las cuatro de la mañana cuando ya se encontraba haciendo sus ejercicios diarios. Ese esbelto y fornido cuerpo no salía de la nada. Se ducho a las cinco y cuarto de la mañana, tenía una cita con su chica en el lago. Lo que nadie sabe es que él sabía que moriría aquel día; así que mientras el agua fría recorría su tersa piel blanca, cerro lo ojos fuertemente apreciando el hecho de sentir. Y aquel día sintió mucho; sintió frio, sintió miedo, sintió amor. Al fin y al cabo, la muerte puede ser amena siempre que mueras por la persona correcta.

Dicen los rumores que llego a su cita en el lago, estuvo con Danna Rivera e intimaron como cualquier adolescente de su edad. Los rumores dicen que ella le mato; pues se enteró que le era infiel con otra chica, de otro pueblo. Otros dicen que él jamás llego a la cita y que Danna le espero hasta medio día para luego irse a su casa llorar su desengaño. Otros dicen que si se encontraron pero que ella no le mato. La verdad es que yo; que lo veo todo, que lo siento todo, que lo sé todo. Estuve pendiente de los acontecimientos de esa noche. La noche del 3 de mayo. Porque Juan murió al anochecer, en aquel mismo lugar. El maldito lago. Pero todos ignoramos la razón de su decisión; él sabía que iba a morir, si el en verdad está muerto. No cabe duda alguna; él quiso morir.

Domingo 11 de mayo. Veintiún horas aproximadamente de búsqueda. Eran las cuatro de la tarde en el pueblo de Starkhooke; cuando Peter Miller, el mayor de los Miller, daba órdenes eufóricas a los oficiales recién salidos de la Academia para extraer del conocido lago de Nash el cuerpo sin vida de un joven aun no reconocido de unos diecisiete años de edad según su musculatura. Una vez que los oficiales de la unidad de forense tomaban las muestras que podían de aquel cuerpo dedujeron que llevaba alrededor de una semana y un poquito más dentro del lago. – Seguramente se cayó dentro del lago y murió ahogado – Menciono unos de los forenses mientras revisaba señales de asfixia o algo inusual en su cuello, encontrándose con lo que obviamente eran chupetones seguramente causados en una noche de placer. Entonces vio la cadena, conocía esa cadena. Solo dos personas en este pueblo la llevaban.

- ¡Peter! – exclamo rápidamente el forense - ¡Déjame ver tu cadena! – Al escuchar estas palabras el llamado se extrañó, pero mientras se acercaba a donde se encontraba Darío su amigo que revisaba el cuerpo recién extraído del lago, algo en su pecho se contrajo. Saco la cadena que se encontraba por dentro del uniforme policial mostrándosela a su compañero, mientras se percataba como sostenía una cadena exactamente igual desde el cuello del joven muerto.

- ¡No es cierto! – articulo al observar la gran posibilidad que ese cuerpo pertenezca a su amigo, su compañero, su hermano. Se arrodillo frente al cuerpo y un desgarrador chillido fue emitido de su garganta. Su hermano había muerto y el día oscureció para él.

Y ahí estaba yo; observando la escena con una media sonrisa en mi rostro. Hipócritas. Pensé. Todos son unos hipócritas. Yo soy la única que no lloraré por Juan; pues no se lo merece.

-Anónimo. 

Secretos bajo el lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora