Prólogo

84 10 1
                                    


Una gota de sudor resbalaba desde su frente hasta su mentón; de lejos pareciera que era un simple chico concentrado en hacer una simple tarea en la cafetería del instituto; sin embargo, si te acercabas lo mínimo para descifrar su semblante notarias el nerviosismo con el que respondía rápidamente un correo electrónico. Seguramente sería una persona importante, una persona con la que se conoce muy bien, quizás una persona que ama. Pero ¿por qué estaba nervioso? Simple, la mujer de su vida había descubierto un pequeño secreto que guardaba muy bien, algo que, si bien no podría ser una mentira como tal, si significaba que ese joven hombre que cada segundo parecía más concentrado en su computadora le había ocultado una verdad importante.

Nada parecía distraer a aquel joven de la pantalla del ordenador; ni siquiera una dulce chica que caminaba hacia la mesa en la que el concentrado joven yacía embobado; como si no perteneciera a este mundo.

- ¿Amor? - intentaba comunicarse la chica morena- ¿Juan estas bien? - logro articular mientras vio cómo su novio levantaba la vista y se perdía en sus hermosos ojos color negro intenso.

- Danna bebe – respondió el joven después de unos segundos de transición – Lo siento debo terminar un ensayo para el Señor Hooke – Se disculpó el chico rápidamente.

- ¡Te ayudo! – dijo emocionada la morena mientras observaba como sorpresivamente su novio cerraba abruptamente la laptop y abría los ojos balbuceando incoherencias para finalmente decir que estaba ocupado, que necesitaba estar solo. E irse dejando a una Danna extrañamente asustada.

Y ese era Juan, así era Juan Miller cuando sucedía algo desaparecía; no literal. Simplemente se dedicaba a ignorar a la dulce Danna; y ella solo podía llorar y refugiarse con su amiga Naylea hasta que el imbécil ese se decidiera por hablarle. Pero en esta ocasión se juró que jamás volvería a suceder. Ningún hombre podía seguir humillándola como lo hacía Juan cuando se enojaba. Danna debía encontrar una razón por la cual dejar de depender emocionalmente de Juan. Y ahí estaba yo dispuesta a ayudarla.

-Anónimo. 

Secretos bajo el lagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora