Primer día: Estudiante

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Abrir los ojos y experimentar esos cinco segundos de plenitud, cinco segundos donde no existe el tiempo ni el espacio, para luego realizar que me encuentro en una tierra totalmente desconocida, es una experiencia que llevaría a cualquier persona normal a la locura. Y pues bueno, yo no me considero normal.

Hasta ayer a esta hora me encontraba en mi cama, la panadería del Supermercado era mi fiel alarma gracias a sus extraños ruidos, por lo general mi pequeño gato se encontraba durmiendo entre mis piernas y al levantar mi cuerpo solo había desorden doquiera que yo mirase. Ahora, me encuentro sobre un colchón hecho del césped más suave que jamás palpé y adornado con aromáticas flores, aquel desorden fue reemplazado por una amplio campo verde lleno de criaturas que jamás vi, frente a mi había una ciudad amurallada inútilmente, pues se encontraba flotando y solamente estaba sujeta por tres imponentes puentes que parecían de mármol y mi alarma fue el suave sonido del río que rodeaba la ciudad flotante.

Me hallaba ahí, admirando toda esa obra de arte traída a la- ¿realidad? ¿Esto era un sueño? Me levanté rápidamente y corrí hacia el río para sumergir mi cabeza en él, pero antes de hacerlo pude notar que solo llevaba puesto una camisa de algodón, unos shorts, unas sandalias y una cuchilla de considerable tamaño enganchada a mi cinturón. Afortunadamente mi apariencia no había cambiado, seguía siendo el mismo muchacho alto con sobrepeso, de rizos negros y ojos cafés, con mi sonrisa característica y mejillas rojas. -Sí, definitivamente debo sumergirme en ese río- Pensé en voz alta. Me saqué solo la camiseta y me sumergí. El agua era una magistral caricia a mi cuerpo, la temperatura era perfecta y por supuesto no pude evitar que un diminuto sorbo llegar a mi paladar, creo que podría beber de esa agua el resto de mi vida.

Experimentar todas estas cosas no hacía más que confundirme y mientras me encontraba pensando mi siguiente movimiento escucho un grito femenino atrás de mí; *¡Ignición!* Gritó una chica de cabello corto. Miré y delante de ella una enorme masa ardía en llamas. Era una especie de crisálida gigantesca de casi dos metros de altura, parecía pesada. Hizo eso un par de veces más hasta que la crisálida se quemó completamente. Con su báculo registró los restos de la quemada criatura y luego, frustrada, se retiró para seguir su camino. Iba a pedirle ayuda, sin embargo, como un destello por mi mente pasó una de mis frases favoritas: "Nunca te hagas dramas y resuelve tus problemas sobre la marcha"

Di media vuelta y seguí mi instinto de aventurero, atravesé el puente y entré a la ciudad flotante para planear mi siguiente movimiento. Al llegar a la entrada principal, una guardiana me atrajo con un benevolente saludo.

Bienvenido a Anedúl, que el espíritu de nuestra Diosa Anedule esté con vos - Me saluda con una voz potente y femenina, que me daba seguridad y calidez. - Intuyo por vuestro ropaje que es tu primera vez aquí y antes de que abras la boca para calmar la sed de tus incógnitas quiero haceros una oferta. ¿Te gustaría encontrar las respuestas a tus preguntas, por ti mismo? -

No sé si habrá sido un hechizo o algo más, pero muy en el fondo sentí que no había más remedio que responder - ¡Sí! ¿Y por qué parar ahí? - Respondí con energía. - La guardiana asintió con la cabeza, con una sonrisa placentera. En ese momento tomó mi mano e hizo aparecer una piedra de un hermoso color púrpura y agradable al tacto. Luego, después de respirar profundo puso sobre mi frente su pulgar y en una milésima de segundo supe cuál era mi siguiente paso. - Mu...chas ¿gracias? Yo empezaba mi frase mientras ella la terminaba. - Me agradeciste cuando me introduje en tu pensar - Me dijo. - Me limitaré a decirte que continúes así y que cualquier problema que entorpezca tu camino, sabrás hacerlo a un lado resolviendo todo sobre la marcha. Puedes continuar, y espero verte por aquí pronto. - Le sonreí gentilmente, hice una reverencia, y seguí mi camino.

Yo sabía dónde ir, la ciudad estaba completamente mapeada en mi cabeza, la tienda de armas, el mercado, el hospedaje, lugares de interés. Después de diez minutos de caminata pude llegar a un lugar que se encontraba lleno de libros, probetas, tubos de ensayo y una gran y aparentemente pesada roca gris en medio. Me encontraba en la academia de Magia, donde aprendería hechizos básicos de defensa para poder aventurarme en solitario fuera de la ciudad.

Los peligros de Midgaania: DanielzimcoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora