Tercer día - Espectro

8 0 0
                                    

La risa se alejaba entre los recovecos de la alcantarilla. Acerqué mi oído al hueco del desagüe pero no sentí el ruido de alguien corriendo. ¿Flotaba? ¿Alguien me lanzó un hechizo sin que yo lo supiera? Encendí rápidamente mi hechizo de Fuego Fatuo en la punta de mi dedo para iluminar un poco la alcantarilla pero no logre ver nada, salvo una brillante huella que se iluminaba como el brillo de un tubo fluorescente por la noche. Esta mano que parecía ser la mano izquierda de alguien. Era una mano normal, de un niño o niña o quizás una adolescente de baja estatura. ¿Existe una ciudad bajo esta ciudad? - Pensé - ¿Acaso esa gente se alimenta con lo que roba desde la superficie? Lo dudo, si fuera así la ciudad estaría preparada para esas cosas. Decidido a dejar de tener monólogos internos y dejar de creerme Sherlock Holmes, me resigné con lo del chocolate y decidí ir al cuartel más cercano a reportar lo que me pasó. Será bueno saber cómo trabaja la guardia del lugar.

A lo lejos una cara conocida. Sagaíl con una pequeña bolsa de papel en sus manos ingresa al cuartel de la guardia de la ciudad. Decidí seguirle, de todos modos ya quedaba poco tiempo para finalizar el día y podría preguntarle dónde nos quedaríamos y qué haremos apenas Beatrice se recupere. Como era de esperarse, Sagaíl notó mi presencia y me esperó en las puertas del cuartel.

Sagaíl: Que bueno que lo veo Dzc. ¿Qué tal su paseo por la ciudad?

Dzc: Infructífera. Ya veo que estudiar no es lo mío. Ya se va a hacer de noche y me distraje de mi tarea de ir a buscar información en la academia de magia, creo que sufrí un extraño robo.

Sagaíl: Adivinaré. ¿Le robaron algo de comer?

Dzc: Si! me robaron un pequeño presente que le llevaba a Beatrice. ¿Pero cómo lo sabes?

Sagaíl: Meh... por favor acompáñeme.

Por el momento no tenía por qué dudar del leal arquero. Lo seguí y traspasamos la puerta del cuartel. Una vez estando ahí un guardia desarmó completamente a Sagaíl. Revisó sus bolsillos y la bolsita de papel que traía consigo. Otro guardia puso una piedra mágica ovalada y de color negro frente a mi cara, la cual dio un destello fuerte. Ahora no puedes lanzar ningún hechizo - dijo el guarda mientras registraba mis bolsillos - si quieres tu magia de vuelta, no debes causar ningún disturbio mientras te encuentras de visita en los calabozos. ¿Vamos a los calabozos Sagaíl? - Le pregunté - Sí, iremos a ver a un viejo conocido mio - Contestó - Ahí conocerá la verdad sobre el robo de su chocolate.

Pude notar que no había gente encarcelada en ninguna de las celdas. Recorrimos 6 celdas en el piso 1 y bajamos hasta el subterráneo, donde habían 13 calabozos. Las 12 celdas de los costados contaban con pequeño haz de luz que parecía provenir de la calle, excepto el calabozo 13, que era donde se encontraba el amigo de Sagaíl. Nos estábamos acercando cuando a medio camino una voz grita desde el calabozo 13:

Voz desconocida: ¡Hasta cuando la estupidez Sagaíl! Cuántas veces tengo que decirle que no vuelva a este lugar de horror, ruina y miseria, hasta cuando por el amor al padre celestial. ¡Coño!

La voz desconocida parecía tener un acento igual al nuestro.

Sagaíl: No puedo dejarle aquí sin más Tarlyon. Mire, le traje un nuevo manga, "Vinland Saga" espero sea de su agrado.

Tarlyon: ¿Qué le dije Sagaíl? Prefiero rebanarme el pene y hacerlo Ratatouille a leer un Shonen

Mientras este diálogo se sustentaba, el tomo de "Vinland Saga" desaparecía entre la oscuridad de la celda"

Sagaíl: Pero si tiene la colección completa de Food Wars

Tarlyon: ¡Cállese la boca maldita sea!

Toda esa interacción me puso algo nervioso. Sagaíl se dio cuenta y para romper el hielo decidió presentarme.

Sagaíl: Mire, mientras viajaba buscando información sobre los 5 Deseos de Ehell restantes, me encontré con este mago recién llegado. Su nombre es Danielzimcoy.

Los peligros de Midgaania: DanielzimcoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora