I'll not leave you alone

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La puerta se abrió, llenando la pequeña estancia con el sonido de algunos pasos. Levantó la mirada para encontrarse con Singer acompañado de tres hombres más; dos de ellos uniformados, escoltando a un tercero que vestía un impecable traje azul marino que le quedaba a la perfección, a pesar de que parecía sentirse incomodo dentro de el.

Casi tira la silla del ímpetu con el que se levanta, haciendo que todos se fijen en él, incluido ese hombre, que hasta el momento lucía cierta apatía e indiferencia.

—Sr. Winchester —dice Singer, dirigiéndose a su acompañante—, este es el Sr. Wilson, estudiante de último año y mi ayudante en este caso, aunque si hemos de ser sinceros, todo el trabajo se lo debemos a él —concluyó dirigiéndole una afectuosa sonrisa.

El hombre asintió con la cabeza y avanzó los pasos que les separaban, con la intención de saludar. Sintió como las manos le sudaban cuando sus miradas se cruzaron y este, pareció vacilar. El verde de sus ojos brilló incrédulo, enmarcado en pequeñas arrugas, en un rostro que ya no era el de un adolescente, sino el de un hombre.

La leve inclinación de su cabeza y el ceño fruncido, le hicieron tener una idea de lo que podía estar pensando. Se apresuró a dar un paso adelante, apelando con su mirada a un entendimiento mutuo que nunca necesitó palabras; rogando silencio, un poco de tiempo más para mantener una coartada necesaria.

—Sr. Wilson —saludó el hombre con una voz ronca y contenida, que sonaba distinta ahora, pero que sin duda era su voz.

—Sr. Winchester —respondió con una pequeña sonrisa agradecida, eliminando del todo la distancia entre ellos y estrechando la mano que le ofrecía.

Una corriente cálida sacudió el cuerpo de ambos. El saludo se alargó quizás más de lo necesario, aunque ninguno de los dos fuera consciente de ello, recreándose en el tacto familiar tantas veces ansiado, rastreando con la mirada, evaluando los cambios e identificando en el presente lo que conocían de memoria hace diez años.

—Así que, abogado —afirmó el mayor. Sus ojos le tallaron orgullosos y él, no pudo evitar enrojecer.

—Si señor -—respondió algo azorado—. Si todo va bien, me graduaré en primavera.

—Increíble —susurró. Detectó cierta melancolía en su voz.

—Tenemos que llevárnoslo —dijo uno de los guardias.

Ambos se miraron de nuevo, los ojos del menor cargados de determinación y los del mayor con una cierta desazón que disimuló con una tensa sonrisa.

—Esté tranquilo Sr. Winchester -—dijo Singer— nosotros nos ocuparemos de todo. Nos vemos en un rato.

Dean asintió con la cabeza y siguió a los guardias sin mirar atrás.

*********

Camina siguiendo a esos hombres que le conducen al lugar que debe ocupar en la sala, donde será mero observador de como otros deciden como será su futuro más próximo. Espera llegar pronto y espera que haya una silla, porque siente que las piernas le flaquean y que será incapaz de mantenerse en pie. La impresión ha sido demasiado fuerte.

No lo había reconocido, nunca hubiera imaginado verle allí. Era alto, jodidamente alto. Una pequeña sonrisa asomó a sus labios al recordarlo. Nada había ya de aquel niño, nada salvo quizás, aquel pelo siempre desmarañado y por supuesto, sus ojos, ojos cambiantes que perseguían la luz ofreciendo un caleidoscopio infinito de tonalidades que él reconocería en cualquier situación. Fueron sus ojos los que le dijeron la verdad oculta tras un nombre falso.

Sintió calor y sintió pesar. Sam no debería estar allí, se lo dijo bien claro. "Olvídate de mí y olvídate de todo. Vete y no vuelvas nunca, no hay nada para ti aquí. Mereces un futuro". Fue duro, recuerda esos ojos brillando aterrorizados ante la magnitud de lo que había pasado y de lo que le estaba pidiendo. Fue duro, pero fue necesario. Y ahora estaba allí, ese estúpido crío que nunca le hacía caso.

The brother keeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora