Dean

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Capítulo 6: Dean

Dean había protestado, pero Sam había insistido. Y ahora, se encontraba de nuevo solo, en aquella habitación desconocida. Era un lugar sencillo, una cama, dos mesillas y una pequeña cómoda; también contaba con un armario empotrado, en el que Sam le dijo que podría encontrar una manta si le hacía falta. No había nada adornando muebles ni paredes y estaba claro que era una estancia usada solo para dormir.

La pantalla luminosa del despertador, marcaba las 01:45, era increíble como se había pasado el tiempo. Estaba cansado, pero no tenía claro si iba a ser capaz de dormir. Suspiró con cierto desconsuelo, mirando a su alrededor; se sentía estúpido por añorar su celda, abrumado por el espacio y la libertad de poder hacer lo que quisiera. Rogaba mentalmente porque solo fuera una sensación pasajera, de la cual se reiría cuando se acordara tiempo después.

Abrió su mochila para buscar el pijama. Sus dedos se toparon con el sobre amarillo acolchado que le dieron al salir de prisión, y que había guardado sin mirar ante la prisa de Sam por sacarlo de allí. En la parte frontal tenía una etiqueta, "Dean Winchester, 594863 U.S.P. Leavenworth". Nunca olvidaría ese número, era el que los identificaba, a lo que todos quedaban reducidos dentro de los muros de Leavenworth.

Despegó la solapa e inclinó el sobre, dejando que su contenido cayera sobre la cama. Unos cuantos dólares, un reloj deportivo negro cuya pila se agotó hace tiempo, un anillo de acero y un amuleto de bronce engarzado en un collar de cuero negro. Sus manos se fueron directamente a el, rodándolo entre sus dedos mientras lo miraba con una emoción contenida. Sam se lo regaló una navidad, cuando tenía ocho años, jamás se lo había quitado, hasta el día que le obligaron a hacerlo cuando entró en prisión.

Pasó el cordón por su cabeza y dejó que la pieza de bronce se colara bajo el cuello de su camisa. Se sintió reconfortado al notar el frio del metal sobre su piel, como si de alguna manera, se sintiese un poco más completo. Se puso también el anillo y dejó el reloj sobre la mesilla, a la espera de unas pilas nuevas. Se puso el pijama y dejó el resto de sus escasas pertenencias sobre la cómoda. Prendió la luz de la mesilla y apagó la principal, para sentarse después al borde de la cama ya abierta.

El cajón de la mesilla estaba un poco abierto y por la pequeña rendija, algo brillaba reflejando la luz de la lampara de noche. Dudó un segundo antes de abrirlo; en su interior, un cuaderno con un bolígrafo, un paquete de pañuelos, unos caramelos de menta y una caja de madera oscura con un labrado de plata en la superficie. Sabe que está violando la intimidad de su hermano, pero la curiosidad le puede, esa necesidad de saber un poco más de él.

La caja está llena de pequeñas cosas, puede reconocer algunas, pequeños recuerdos de su infancia, que de nuevo hacen que se pregunte como Sam los pudo conseguir si se supone que había sido borrado del mapa. Cabe la posibilidad de que fueran imitaciones de las cosas que una vez tuvieron, al fin y al cabo, eran cosas simples y fáciles de encontrar en cualquier lugar, algo para cubrir la nostalgia, algo para evitar pensar que tu persona y tu hogar y todo lo que fuiste, se habían esfumado definitivamente de un plumazo.

Cambia de opinión cuando encuentra una cinta de casete grabada y reconoce su propia letra en la etiqueta "AC/DC Highway to Hell", sonríe al recordarse a ambos, gritando a pleno volumen, intentando solapar sus voces a las de los integrantes de la banda australiana. Soldados de plástico, unas cuantas piezas de lego, una pelota de baseball y algo que nunca creyó que volvería a ver, la reproducción a escala del Impala, la pieza más importante de su colección, por la que había rogado a sus padres durante tres navidades y que su madre no le dio hasta su noveno cumpleaños, ella murió dos meses después.

The brother keeperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora