Capitulo 1.- : ¿Amigos otra vez?

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Habían pasado cuarenta y ocho horas desde la fallida propuesta de matrimonio, cuarenta y ocho horas y veintisiete minutos y sumando − pensó Toby − él seguía allí tirado en el sofá mientras bebía agua, el alcohol se había acabado hace más de cuarenta horas y sin embargo no tenía las fuerzas necesarias para ir a casa; y secretamente una parte de él aún esperaba que ella regresara, que le dijera que todo había sido una broma de mal gusto, consecuencia de su extraño sentido del humor, como mínimo esperaba una explicación, la conocía hace casi ocho años y eran prácticamente mejores amigos, llevaban un par de meses juntos y él ya le había insinuado sobre el matrimonio hipotético y sin embargo ella jamás había insinuado estar ya casada. Su sobre-estimulado cerebro intentaba buscar una y otra vez en sus recuerdos, quería encontrar una pista, una frase o algo que le diera a entender que ella estaba casada, pero no encontraba nada, al contrario, cuando habían hablado sobre relaciones anteriores ella se había burlado diciendo que había tenido una máquina lijadora por nueve años.

Se levantó para ir al baño − llevaba horas y horas bebiendo líquidos sin casi moverse del sofá − su teléfono móvil se había apagado hace ya varias horas y antes de apagarse noto las llamadas perdidas de Tim, Paige, Sylvester y Cabe, ninguna de Happy; luego de que su celular se apagará, el teléfono del garaje comenzó a sonar cada cierto tiempo, contestaba y colgaba inmediatamente, tenía la certeza de que era Sylvester comprobando que aún estaba vivo o al menos consciente.
Por un momento se permitió dejar de autocompadecerse y pensar en la suerte que había tenido Walter, sonrió al pensar en su jefe de pié frente a Paige confesando sus sentimientos, no había que ser un Psiquiatra genio ni un experto conductista para saber que ella le correspondía.

Estaba echado sobre el sofá, sonriendo mientras bebía agua de una botella, como si se tratara de alcohol, incluso su cerebro le ordenaba a su cuerpo actuar como un borracho. Iba a comenzar a cantar una canción deprimente, solo por diversión, cuando noto que la puerta del garaje se abría y por ella entraba la última persona que esperaba ver en ese momento, aunque era en quien había pensado casi cada minuto de las últimas cuarenta y ocho horas. Happy Quinn, el ingeniero mecánico de Scorpion se encontraba ahí, de pie, estática en la puerta.

− ¡Happy! − se levantó como un resorte, y se acercó a ella, preparado para correr por si ella decidía irse de un segundo a otro.

− ¿Aún estás aquí doc? − era una pregunta estúpida, ella lo estaba viendo ahí, frente a ella y estaba noventa por ciento segura de que no era una alucinación, o un holograma, por ende la pregunta en sí misma era absurda y sin embargo fue lo único que salió de su boca.

− Sigo aquí − la miró atentamente mientras hablaba, intentando transmitirle algo a través de su mirada, aunque no tenía muy claro el que, observó cada movimiento muscular de ella, por mínimo que fuera, y sólo vio cansancio, sus ojos estaban rojos, no estaba seguro de si era por la falta de sueño o por haber estado llorando, el movimiento involuntario de sus manos, la forma como reacomodo el peso de su cuerpo sobre sus pies, estaba agotada, pero no a su nivel, no vio en su mirada la misma desesperación y angustia que sentía él, y lo más doloroso para él, fue que no había en ella intención alguna de querer hablar.

− No quiero hablar − dijo Happy respondiendo a una pregunta sin formular, sin embargo, contrario a sus palabras, se quedó ahí, no huyó ni hizo intento de dar siquiera un paso para salir del garaje.

− ¿Por qué no me lo dijiste? − soltó Toby tras unos minutos de silencio; quiso invitarla a sentarse, mantener aquella conversación mientras estaban parados uno frente al otro, en la puerta del garaje, no parecía algo adecuado.

− Es complicado − solo entonces Toby lo noto, la manera en que sus brazos se movieron, la forma en que lanzó su mirada hacia abajo, y como su boca sólo susurró las palabras; eso solo podía significar dos cosas, que ella tenía miedo o ella ocultaba algo y no era algo pequeño; si bien su expresión corporal no le indicaba la respuesta correcta, su instinto y su basta experiencia con Happy Quinn le decía que la segunda opción era la correcta y el quería saber el por qué.

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