capítulo dieciocho.

541 41 5
                                    




Sus ojos empezaron a estudiar la habitación.
Era de noche y se preguntó qué noche sería.

¿Había estado allí un día o más?

No importaba demasiado.
Ya nada importaba demasiado.

Su mirada encontró a Mark, recostado sobre un sillón al lado de la ventana, profundamente dormido.
No parecía estar cómodo y seguramente tendría dolor de cuello cuando se despertara.

Había una sombra de barba en su cara y parecía llevar la misma ropa que cuando salieron a buscar al niño que se había perdido.

Entonces sólo había pasado un día.

Era martes.

Como si hubiera sentido su mirada, Mark se movió y abrió los ojos.

Cuando se dio cuenta de que estaba despierta, se sentó rápidamente, quejándose y tocándose el cuello dolorido.

— ¡Maldita sea, estas sillas son un instrumento de tortura! —se quejó aunque su mirada estaba fija en SunHee, comprobando su estado.
—Deberías haberte ido a dormir a casa.
—No hasta que supiera cómo estabas —contestó él sentándose en el borde de la cama.

SunHee apartó las piernas para dejarle sitio.

—Estoy bien, solo un poco magullada.

Mark iba a decir algo pero parecía no encontrar las palabras adecuadas.

—SunHee... —empezó, tomando su mano.
—Ya lo sé, no tienes que decírmelo. Sé que he perdido el niño —dijo sin pasión.

SunHee vio que tenía los ojos enrojecidos y se preguntó si habría estado llorando.

No le pareció posible y dejó de pensar en ello.

—Los médicos han dicho que fue el shock. Lo siento, SunHee. De verdad quería ese niño.
— ¿Ah, sí? —murmuró ella.
— ¡Claro! ¿Cómo puedes dudarlo? —dijo Mark levantando la voz.
—Lo siento. No quería molestarte.

Su tono era desapasionado y Mark la miró como si no diera crédito a lo que oía.

— ¿Qué te pasa? Te portas como si no te importara, pero yo sé que tú también querías ese niño.
—Las cosas ahora son menos complicadas.
— ¿Menos complicadas? No sabes lo que estás diciendo. Tú no eres así, tiene que haber sido el shock. Quizá deberías hablar con un médico.

Ella se encogió de hombros indiferente.

—De verdad, vete a casa Mark. No quiero que te pongas enfermo.

Mark se levantó de repente y se iba a marchar, pero se dio la vuelta de nuevo.

— ¡Deja de preocuparte por mí, maldita sea! ¡Yo no soy el que ha tenido un accidente! ¡Creí que estabas muerta!
—Pero no estoy muerta. He perdido a mi hijo, pero eso le ocurre a muchas mujeres. Le ocurre a cientos de mujeres cada día.
— ¿Y todas aceptan la noticia como tú? ¿Sin una lágrima? ¿Te estás escuchando a ti misma? ¡Podrías estar hablando del tiempo! —exclamó Mark enfurecido.

SunHee lo miró extrañada.

— ¿Por qué estás tan enfadado? ¿No te das cuenta de que es lo mejor que podía pasar?
— ¿Lo mejor? ¿Lo mejor para quién?
—Para ti, por supuesto. Ahora eres libre.
— ¿Libre? SunHee, ¿de qué estás hablando?
—Eres libre para empezar una nueva vida.

Mark no respondió inmediatamente.

Se acercó hacia la ventana y miró al exterior.
Cuando habló, lo hizo sin darse la vuelta.

STOLEN LOVE ; MARK TUANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora