capítulo veinte.

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Aunque leve, Mark lo notó y sintió su corazón se hinchaba ante esta primera muestra de emoción.

—Por favor, créeme, es la verdad. Te he defraudado por escuchar a mi estúpido orgullo en lugar de escuchar a mi corazón.

Ella lo miró entonces clavando sus ojos en los suyos.
¿Qué estaba diciendo?

—No te entiendo.

Mark tomó aliento antes de seguir.

—Cuando me enteré de que me habías engañado, me dolió.

De repente una ola de dolor la recorrió cuando recordó la escena.
Había sido el día más doloroso de su vida.

—Estabas furioso —dijo ella intentando no recordar.

Pero el recuerdo de ese día era como una navaja.

Quería pedirle a Mark que no siguiera hablando, no quería volver a pasar por ello, dolía demasiado.
Pero sentía la voz atragantada en la garganta.

Mark vio la emoción en su cara y se odió a sí mismo por tener que seguir.

—Ahora me imagino cómo te debiste sentir. En ese momento lo único que pensé era que la mujer a la que hubiera confiado mi vida era una embustera.

SunHee contuvo el aliento e intentó controlar el temblor de sus manos.

Dejó la taza de café sobre la mesita y cruzó los brazos sobre el pecho.

—Quería decírtelo, pero tenía miedo —dijo en un susurro apenas audible.
—Y tenías razón para tener miedo, ¿verdad? —dijo él asqueado de sí mismo.

El temblor aumentó y ella intentó que no lo notara.

—Tenías toda la razón para estar furioso.
—Y tú tenías derecho a esperar que escuchara tus explicaciones. Era muy poca cosa si consideras que ni por un momento he dejado de quererte. Te quiero, SunHee.

Esa confesión desgarró el velo de insensibilidad que la había protegido, abriendo una puerta en el fondo de su corazón y dejando salir el dolor acumulado.

SunHee se dobló sobre sí misma con un gemido agonizante.

Todas las emociones que había estado guardando dentro salieron a flote y lo recordó todo.

—Y, sin embargo, no quieres amarme, ¿verdad? —preguntó dolorida conteniendo las lágrimas.

Pálido como un cadáver, Mark dejó la taza sobre la chimenea y se puso de rodillas delante de ella.

—Mírame, SunHee.
— ¡No me mientas!
—Cariño, no voy a hacerlo, sólo espero que me creas. Claro que quiero amarte. He intentado negármelo a mí mismo, no quería reconocerlo. Pero te amaba y te sigo amando.

SunHee lo miró a los ojos, buscando confirmación.
No era lo que ella creía, que no podía amarla porque no confiaba en ella.

¡Siempre la había querido, pero no quería que ella lo supiera!

Con furia ciega, lo golpeó en el pecho con el puño.

— ¡Maldito seas! ¿Por qué?

Mark cerró los puños aguantando la furia de ella.
Sabía que se lo merecía.

—Para castigarte, pero te juro por Dios que no me di cuenta del daño que te estaba haciendo hasta que supe que podía perderte. Cuando estaba contigo en el hospital te miré y vi lo que había hecho.
— ¿Qué es lo que viste? —preguntó con un nudo en la garganta, a punto de explotar.
—Vi a un hombre que se escondía detrás del hecho de que su mujer lo amaba demasiado como para dejarlo. Durante todo ese tiempo te apartaba con una mano y te retenía con la otra. Te negué mi amor mientras me aseguraba de que no te perdía.

STOLEN LOVE ; MARK TUANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora