II - m

106 9 0
                                    


Miré los ojos de Sofía una vez más, y negué con la cabeza–No voy a cambiar mi amistad por el amor de una madre como ella. He vivido con su odio todos estos años, puedo seguir haciéndolo.

–Gracias –dijo Sofía, con una sonrisa de alivio en su rostro. Ni siquiera intentó hacerme cambiar de opinión, sabía que no podía.

–Te mostraré algún día con otra cosa mis poderes –dije, recordando el motivo por el que mi amiga estaba allí.

–Genial –respondió ella–, no tengo problema en esperar.

Pasamos la tarde riendo y jugando. Estaba feliz por no haber dejado que nuestra amistad se rompiera.

Sofía se quedó a dormir a mi casa, después de avisarles a sus padres que se quedaría conmigo. Mi mamá aún no aparecía, y no sabíamos dónde se había metido. Sin embargo, no me importaba. Aquello se había vuelto normal a partir de mis diez años, cuando ya podía preparar mi comida sola.

Mi último pensamiento antes de dormirme con mi mejor amiga al lado, fue en mi amistad y en mi familia rota.

- Pasa al capítulo III - c

Saltos en el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora