IV - g

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No, yo quería no tener más esa horrible cicatriz. Era algo que siempre me había atormentado.

–Quiero volver atrás en el tiempo –le avisé a mi amiga.

–Está bien –suspiró–. Escríbelo en el diario, vamos a volver atrás en el tiempo.

Saqué el cuaderno, y empecé a escribir.

Volví atrás en el tiempo, de nuevo. Esta vez, para que mi yo del pasado no se hiciese una cicatriz en el abdomen. Sofía fue quien me detuvo, porque no me deje ver por esa Lydia de antes, por las dudas.

Todo empezó a ir hacia atrás. A nuestro alrededor, manchones de colores y distintos sonidos creaban un túnel. Hasta que dejamos de retroceder.

Desorientada, vi desde el comedor a mi mejor amiga rubia en la cocina. Allí, mi yo del pasado estaba mirando un cuchillo. Se adelantó para agarrarlo, pero la rubia la detuvo.

– ¡Lydia! –le agarró el hombro.

La chica se sobresaltó, y casi grito. Al ver quién le hablaba, suspiró, mirando a los costados– ¡Sofía! No deberías estar aquí.

–Me iré, si me prometes que no lo harás. Vas a dejar que te lleven a esa cosa de modelos –la Lydia iba a protestar, pero Sofía volvió a hablar–. Prométemelo.

Al mismo tiempo, ambas Lydias pronunciamos las palabras–Lo prometo.

–Bien –Sofía se escabulló.

Y volvimos a ir en cámara rápida. Esta vez, el túnel tenía un final de color blanco, y me encaminé hacia allí. Era la primera vez que podía moverme. Cuando llegué, la luz me inundó.

– ¡Lydia! –una voz me despertó.

– ¿Qué? –miré a mi alrededor, asustada. Lo primero que sentí al despertarme, fue tristeza, como nunca antes. Y esta aumentó al ver a mi progenitora.

–Venga, tienes que prepararte –mi mamá me miraba, desde el umbral de una puerta. Esta no era mi habitación.

– ¿Para qué?

–Para la pasarela, estúpida –me respondió, revoleando los ojos–. Ya, levántate.

Lentamente, me levante, estirándome. La seguí, saliendo de esa habitación. Cuando vi la puerta, leí un cartel con mi nombre. Me sentí rara, como si no me gustase esa fama.

Caminamos por un pasillo de alfombra roja, donde habían más puertas con más nombres en ellas. De allí, salían mujeres con cuerpos y caras impresionantes. Eran preciosas, y me hacían sentir mal conmigo misma.

–Llegamos –mi madre me empujó adentro de una habitación que decía "Maquillaje y ropa"–, deja que te preparen para salir al escenario.

Ni bien entré, muchos hombres y mujeres se abalanzaron sobre mí. Hablaban y me preguntaban cosas, y yo sólo respondía con monosílabos.

Entre todos, me sentaron en una silla y comenzaron a producirme. Después de muchos colores, telas, y tirones de pelo, no me reconocía en el espejo.

Tenía un vestido rosa pastel, y mis ojos resaltaban por mi maquillaje. Mi pelo estaba recogido, dejando algunos mechones que caían sobre mi cara.

–Bien, Lydia –uno de los hombres me agarró de un brazo, y me llevó a una fila, colocándome primera–. Cuando empiece la música, sales primera. Recuerda caminar meneando las caderas y sonriendo en todo momento. ¡Esta muestra de la ropa de primavera va a ser genial! –y riendo, se alejó.

Las luces se apagaron, y una música sensual empezó. Con el corazón en la boca, salí a la pasarela.

No estaba preparada para los flashes y los gritos. Casi caigo, pero sin olvidar las indicaciones del hombre, me puse una mano en la cadera y sonreí mientras caminaba.

Cuando terminé y salí de la pasarela, me fui corriendo. Los maquillistas intentaron detenerme, pero no lo lograron. Me encerré en mi habitación, y llorando, busqué mi libreta. Odiaba esta vida, intentaría volver atrás.

Pero no lo encontré, y la sensación de tristeza iba en aumento. Pero, encontré un cuchillo debajo de mi almohada.

Lo agarre, temblando. Empecé a escuchar voces, que me gritaban que lo hiciera, que me suicidara. Sin controlarme, apoyé la punta en mi muñeca, y la deslicé lentamente. Con el dolor emanando junto con la sangre, y caí al piso. Con mis últimas fuerzas, lo agarre con la otra mano, y me hice otro corte en la otra muñeca.

Lo último que escuché, fue un grito de horror y unos brazos que me sacudían. Era mi madre.

En ese momento, mi tristeza, las voces, y todo a mi alrededor desapareció.

Saltos en el TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora