Capitulo 15

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No me quedaría ahí esperando respuesta de Jorge. Me dirigí hacia el televisor que se encontraba en la sala, tomé el control remoto, oprimí el gran botón rojo "Power" y cambié de canal sin ver lo que había en la programación. Gracias a Dios, era la primera vez en 4 meses que no me daban por perdida, al parecer Clara había dado por fallida la búsqueda, tal vez se había dado por vencida o sólo lo dejó por la paz.

Había comenzado a tener hambre, cambie el canal de noticias a uno de caricaturas y me dirigí hacia la cocina. Él seguía en el mismo lugar y al parecer no se había movido. Tomé unos huevos de un pequeño cesto color café, el cual estaba repleto de ellos, un sartén y un poco de aceite. Encendí una mecha de la estufa y encima coloqué el sartén; coloqué un poco de aceite y esperé a que éste calentara. Mientras tomaba el mango del sartén y lo movía de allá para acá, por accidente saltó aceite a mi mano. ¡Demonios! Llevé rápidamente ésta a mi boca mientras me dirigía al grifo del agua. Sentí como Harry tomaba mi mano tranquilamente y ponía encima de la quemadura un hielo pequeño.

-Gracias – susurré. Él seguía con una expresión sombría y fría a la vez. Tal vez creía él que yo era una tonta. Pues claro, tenerlo cercas, y con nervios, puede pasarme cualquier tontería que se puedan imaginar.

-De nada – se limitó a decir. Dio la media vuelta y tomó el sartén tranquilamente mientras que el sonido que emitía el cascarón al chocar contra el borde de la sartén tomaran el lugar de una buena y placentera plática entre una pareja- ¿Te apetece el omelet, o, quieres otra cosa? – dijo cortantemente. ¡Basta! Esto es una estupidez, ¿Por qué enojarse por el simple hecho de poder casarnos?- No es simple – se volvió hacia mí, mirándome incrédulo- Es un paso muy grande Tini. Ah, se me olvidaba, ¿Cómo puedes saberlo si no recuerdas nada? – esta era la gota que derramó el vaso. ¿Qué le estaba ocurriendo a Jorge? Me acerqué a él y le di una bofetada. Rápidamente me tapé la boca, Dios, ¿qué había hecho?- Creo que lo merecía – tragó saliva y se volvió hacia el sartén. ¿Creo que lo merecía? Lo merecía. Me fui hacia la sala, apagué el televisor y me dirigí hacia mi habitación- Cuando esté listo te lo llevaré – gritó desde la cocina. Cerré la puerta detrás de mí y abrí las finas puertas que daban paso al pequeño balcón.

A pesar del crudo frío de Noviembre el cual se prolongaba más y más frío conforme al paso de los días, no me importaba en ése momento. Lo que detestaba de mí, era que soy una persona estúpidamente sentimental. Como de costumbre comencé a derramar unas cuantas lágrimas pero sabía que no servía de nada. ¿Qué hice mal para que él se pusiera tan como si no existiera o solo fuera poca cosa? Tan solo sabía que detestaba las cosas así. Cuando algo toma un buen camino, al final del día pareciera como si todo llegara a salir perfecto, pero no. Siempre tiene que haber algo malo.

El apetecible olor del omelet recién hecho se había esfumado por completo de mi alrededor. Creo que se me había ido el apetito, aunque a Drew le parecía injusto, cada vez se prolongaban más los ruiditos que hacían que mi estómago gruñera
estruendosamente y él pateaba levemente por dentro. Toqué mi vientre, unos momentos.

-Tranquilo Drew, papá no debe de tardar – escuchaba algunos gritos del interior de la casa siguiente, al parecer de una señora. Por segunda vez consecutiva su señor esposo llegaba tarde, ella lloraba descontroladamente y gritaba muchas palabras de un gran significado. Vaya, debe de estar pasándola peor que yo. Me volví hacia la puerta, la perilla giró lentamente y detrás de ella se encontraba Jorge. Su mirada no se encontró con la mía en ningún momento, solo dejó la charola plateada encima de la cama y antes de marcharse por la misma puerta por la que entró se detuvo.

-Provecho – tomó la perilla de nuevo y cerró la puerta tranquilamente.

¿Eso era todo? Si no me pasaba un accidente, me peleaba con él. Qué vida la mía.

Tomé la mesita de noche que estaba a un costado de la cama, quité el reloj que se encontraba ahí encima y lo aventé en la cama. Me coloqué un suéter negro el cual tapaba y calentaba mi cuello perfectamente. Arrastré la mesita hasta el balcón, puse encima la charola y me senté en el suelo. No me importaba el frío, solo quería disfrutar de una buena cena, si no se podía tener tan siquiera la presencia de Jorge a mi lado, entonces disfrutaría de la compañía de las estrellas y la luna... y del frío, que era lo principal. Comía muy lentamente, masticaba cada bocado como 30 veces y después lo digería. No podía estar más aburrida en éstos momentos, en realidad me sentía muy sola sin Jorge a mi lado. Me arrepiento mucho al haberle dado una bofetada, pero él no debió decir lo que dijo.

Cuando terminé mi cena, tomé la charola y me disponía a llevarla a la cocina. Olvidé ponerme mis sandalias, pero me dio igual pisar el suelo helado bajo mis pies. Caminé por el ancho pasillo que daba hacia las alcobas deshabitadas, antes de llegar a las escaleras, escuché a Jorge hablar. ¿Con quién lo hacía? No lo sé. Pensé en detenerme para escuchar lo que estaba murmurando aquél ángel de hermoso cabello a costas de mí, y alcancé a visualizar que sostenía un celular en la mano. <¿Ahora? No, no puedo verte ahora. Sí, nos veremos mañana, sí, en donde mismo. Ajá, claro. Sí, no te preocupes, entonces... ¿mañana verdad? Ok, no vemos>. Pero mejor bajé e hice como si no me interesara. De nuevo vino hacia mí la curiosidad y no pude evitar soltar una pregunta más.

-¿Qué haces con ése celular Jorge? – lo miré antes de entrar hacia la cocina. Él pegó un salto. Claro, como si él se asustara cada vez que lo "asusto por sorpresa". No era tonta. Él ya sabía que lo había escuchado... o al menos eso creía.

-Son asuntos personales, Tini - lo metió en su bolsillo mientras yo me apoyaba en el marco de la cocina. Lo miré con una ceja arriba. "Y yo me chupo el dedo" pensé. Él solo negó con la cabeza y puso sus manos en sus esculpidas caderas.

-Y desde en qué momento hacia acá decidiste NO contarme tus asuntos personales. Si mal no recuerdo, me contabas todo, ¿no Jorge? – él suspiró y posó su mirada en el suelo, después miró mis pies descalzos en el suelo frío e hizo una mueca de disgusto.

-Te vas a enfermar Tini, ven aquí, déjame cargarte – de nuevo cambiando de tema. Quiso tomar mi mano y yo lo negué rotundamente, no iba a salir de esto tan fácilmente- Tini, deja de comportarte así, entiende razones, vas a enfermarte – detestaba tanto que tuviese razón, cada vez que me callaba con sus "razones" me sentía como una niña chiflada y como siempre... terminaba haciéndole caso. Pero no dejé que me cargara. Por mi propia cuenta me dirigí hacia la habitación y él detrás de mí, temiendo que pudiese caer o resbalar- Que descanses – susurró antes de cerrar la puerta. Si esto seguía así, iba a terminar con mis enojos a todo lo que da- ¡Jorge! – grité fuertemente y éste entró rápidamente a la habitación- Te amo – sonreí y él solo suspiró- y Drew también – sonrió dulcemente.

Maratón 4/7

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Embarazada De Un Angel - JortiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora