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Bien, vale, me estaba arreglando para un chico. Íbamos a salir a una cita, experimento ó a lo que sea que fuéramos a ir. Estaba un poco aterrada por lo que pasaría, seré sincera, hace siglos que no salía con un chico,  ¿y si intentaba besarme? No, claro que no me besará, aparte, él ha de tener una linda novia con buena autoestima y pechos espectaculares, Harry no besaría a ésta rubia con mala autoestima.

Sonreí débilmente al ver mi reflejo en el espejo: pelo suelto, nada de maquillaje, a excepción del rímel, un swetter y un pantalón negro, con un gorro de lana del mismo color. Tomé mi mochila y salí de mi casa rápidamente. Bajé por el elevador y al abrirse las puerta, vi a Harry con un ramo de flores, y susurrando algo. Salí del elevador y toqué el hombro del chico, él levantó la cabeza rápidamente y sonrió, mordiendo el metal en su labio. Sonreí apenas, bien, éste chico realmente me levantaba el humor de una manera impresionante.

—Woah —exclamó con asombro, mi sonrisa se hizo más grande, y no recuerdo hace cuando no sonreía de ese modo —Por dios, Ángel, mírate

—¿Ángel? —no pude retener la pregunta, me entregó las flores, y no me contestó. Salimos del edificio y empezamos a caminar por las frías calles de Londres, a lo lejos estaba el London Eye, así que caminamos hacia allá.

—Hace frío, ¿no? —asentí, podía apostar todo mi dinero que tenía la nariz roja por el frío, pero no le quería comentar que me estaba congelado. Se quitó su abrigo, quedando con un suéter de lana color gris, me pasó la prenda por los brazos y sonrió, era todo un caballero, sin duda —No quiero que te enfermes, Ángel.

—Y... ¿Cuántos años tienes? —pregunté, sí sabía, pero quería que él me lo dijera.

—Diecinueve —contestó caminando aún, miré las flores que me había regalado y solté un suspiró, produciendo un pequeño humo por el frío —¿Qué pasa? ¿quieres sentarte?

—Sí —asentí y enseguida caminamos hacia una pequeña banca, y nos sentamos en ella —Hace unos días te vi en el centro comercial. Harry, todas las chicas se te quedaban viendo, ¡había muchas de ellas!

—Sí... —susurró sonriente, y imité su gesto. Últimamente sonreía más, porque estaba con él, y supongo que eso me hacía feliz —¿Lo hiciste llegando a casa? Dime que no, Ángel, estaba muy preocupado por ti.

—No lo hice —mentí, y su entrecejo se arrugó.

—No me mientas, Kage —parecía enojado, por la forma que hablaba. Su cara se ablandó y suspiró lentamente, tratando de controlarse —Para eso estoy yo, nena, si te sientes mal, llámame, si te quieres cortar, hazlo igual, si te sientes sola, ahí estaré... pero por favor, no te lastimes a ti misma.

Sus palabras me habían dejado sin aliento. Asentí con un nudo en la garganta, y mis ojos picaban, vale, quería llorar, ¡era la primera vez que le importaba a un chico que no fuera mi hermano! Lo miré, él estaba admirando el gran Londres de noche. Su perfil era perfecto, sus ojos brillaban más de lo normal, sus rizos estaban desordenados y ordenados a la vez, y su boca se mantenía con fresquedad, húmeda y increíblemente roja. Me acerqué a él y le di un abrazo: Harry lo tomó impresionado, pero sus manos me rodearon completamente, dándome el calor que anhelaba desde hace años. Una mujer de unos treinta años llegó corriendo hacia nosotros, traía con ella una cámara profesional y una sonrisa resplandeciente.

—Siento molestarlos, pero si no es molestia —tomó la cámara entre sus manos y se posicionó, poniendo ésta cerca de su cara, preparada para tomar una foto  —Me gustaría tomarles una foto, se ven muy lindos juntos, ¿puedo hacerlo? —Harry y yo asentimos —Bien, gracias, entonces necesito que tú, chica, pongas tu cara en su cuello y tú, chico, beses su frente, acariciándole la cintura.

Lo hicimos, y debía decir que Harry olía demasiado bien, como a tierra mojada, y un perfume bastante caro. Los labios del chico se plasmaron en mi frente y sólo sentí como un flash estampaba contra nuestros cuerpos. Poco después, nos separamos y la mujer sonrió satisfecha, Harry volvió a besar mi frente y sonreí.

—Oh por dios, ¡Es hermosa! —exclamó con emoción la señorita, caminó hacia nosotros y nos enseñó la foto, era perfecta —Saldrá en una revista, pueden comprarla la semana que viene. Gracias, por cierto, ¡hacen muy linda pareja! Muchas gracias, ¡nos vemos después!

La mujer desconocida desapareció, así de la nada. Me paré, quería ir a la rueda de la fortuna, ver todo Londres, y especialmente, estar cerca de Harry.

—La señorita dijo que la foto salió muy bien —comenté, balanceándome de un lado al otro. Harry se paró y pasó un brazo por mis hombros, atrayéndome a él. Empezamos a caminar, buscando subirnos a la rueda de la fortuna que yo tanto anhelaba subirme.

 —También dijo que hacemos muy linda pareja  —dijo enmarcando su hoyuelo derecho, a causa de una gran sonrisa. Le imité, y pasé mi brazo por su cintura, parecíamos pareja, si, pero supongo que era algo... normal.

Quería sentir una vez más la sensación de amor, porque lo necesitaba de sobremanera. Llegamos a la rueda de la fortuna, pagamos para subirnos y lo hicimos. Tenía un poco de miedo porque era como la cuarta vez que lo hacía después de todo. Había mucho frío, con cada respiración que daba, desprendía un pequeño "humo", y odiaba eso. Mis labios estaban pálidos, secos y casi se le desprendían la piel. Debo decir que su cuerpo presionado contra el mío se sentía bien, me sentía segura. Sus brazos me rodearon nuevamente y besó mi frente una vez más, a lo que mi cara adoptó un color carmín. Se veía todo Londres, se veía hermoso.

—¿Cómo le haces? —pregunté mirando su perfil, al fondo se veían las luces de la ciudad y una pequeña feria

—Tienes que ver lo bueno, y dejar lo malo de la vida —estiró el brazo con el que no me abrazaba, y lo movió lentamente de izquierda a derecha —Así es como funciona, Ángel, tienes que ver lo hermoso.

—La gente se acostumbra a lo hermoso, Harry —exclamé —Y no todo lo es.

—Pues debo decir, Ángel, que yo todavía no me he acostumbrado a ti —sonrió, mostrándome nuevamente su hoyuelo.

Give me love |Book One.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora