Lisandra:
- ¿Estas seguro de esto? Por que yo no estoy muy segura - Edward rodeo los ojos y estaciono.
- Cállate - respondió mirandome fijo. Salió del auto y cerro la puerta con fuerza. Me cruze de brazos. Golpió la ventanilla dos veces. La baje con la manija, ya que, al ser un auto viejo, no tenía levanta vidrios automático.
- ¿Sí? - pregunté alzando una ceja.
- ¿Estas esperando que finja ser gilipollas y te habra la puerta o que? - me sonrió de lado, siendo sarcástico, claro. Abrí la puerta con fuerza. Haciendo que sus pelotas, golpeen con la manija exterior. Se agacho y se agarro ahí - puta - susurro.
- Ya eres un gilipollas - agarre las llaves del auto mientras cerraba la puerta, para ponerle la alarma. Bueno, al menos este idiota se preocupaba por la seguridad de su auto.
- Seras zorra, Lisandra - volvió a susurrrar.
La casa de su ex novia, claramente, no superada, estaba en el centro, y era curioso por que su casa quedaba en una cuadra donde todas las casa eran iguales, ¿New York? ¿Donde las casas tienen unas escaleras altas? Así. Habia muchas flores y era bordó, una casa realmente de ensueño.
- ¿Aca vive con su novio? - el asintió mientras se recomponia del severo golpe. Sonreí satisfecha por mi buen golpe.
Edward me tomo la mano, lástimandome un poco, intensionalmente, con sus uñas. Subimos unos tantos peldaños y toque timbre. Un boton blanco, rodeado de una aurora dorada. La luz que alumbraba el porche era demasiado tenue. Alze la vista hacía Edward que metía uno de sus piercings entre sus dientes, movía su pie derecho al compás de una melodía que no existía. Solo se escuchaba el ruido de los autos pasar. Pero, de todos modos, el invierno hacia estragos en la vida de la gente, y casi estaban desiertas las calles de este desierto pueblo.
Escuchamos unos pasos acercarse, y dos segundos después, la puerta negra, se abrió, dejando ver a un muchacho de unos 20 o 30 pasados.
Siempre me gustaron los hombres mayores, es más, mi primer novio lo conocí en la universidad. Daba clases extracurriculares de auto ayuda. Psicologo.
No tenía nada que ver, tan solo que este muchacho adulto, era muy atractivo.
- Hola - saludo sonriendo - deben ser Edward y Liz, ¿Verdad? - el se hizo a un lado, para dejarnos pasar. Mire a Edward. Tenía el ceño fruncido. Agarro mi cintura con su mano derecha y me pujo hacia adelante, para que pase.
- Hola - dijimos los dos a la vez, el saco la mano de mi cintura para estrecharsela a el, pero luego la volvió a poner. Yo, en cambio, salude al hombre con un beso en la mejilla.
La casa estaba hermosamente decorada con cosas antiguas.
- Pasen hacia el comedor - señalo una puerta al fondo del pasillo. Ed puso su mano, ahora, en mi cuello, y me apretaba suavemente. No era algo que me moleste, por que solo sentía dos de sus dedos.
De todos modos, mi padre me hacia lo mismo cuando cruzabamos la calle y tenía 14. Yo no quería que me agarre la mano, por que aunque Manchester sea una gran ciudad, el mundo es pequeño y uno nunca sabe cuando un compañero de instituto podría aparecer para mirar como tu padre inseguro te agarra de la mano para cruzar la calle. Y es que, ¡Hay semáforos!
- ¡Hola! - apareció una voz detrás nuestro. Behati sonreía. Era una mujer espléndida. Me refiero, ¡Es hermosa! Unos ojos verdes, supelo castaño perfectamente ondeado. ¿Por que me sentía tan inferior? De todos modos, su sonrisa también deslumbraba a cualquiera.
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I hate you
Fanfiction" -¿A que le tienes miedo, Ed? - le pregunte. El bajo la mirada. - Cuando me aman, luego me abandonan- respondió. Se mordió el labio, metiendo su piercing en su boca - todo lo que amo, lo destruyo"