Introduccion(7)

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Lovecraft cuenta que esta palabra la emplean los árabes para indicar el sonido nocturno de los insectos, creían que era el susurrar de los demonios. En palestina dijo que nunca había oído hablar de tal cosa y, en este momento, el funcionario de la Dirección de Antigüedades mencionó casualmente que la palabra se deriva del antiguo lenguaje acadio, y que lo había visto en la cabecera de un manuscrito que tenía en su oficina. Tratando de controlar su excitación, Sprague le preguntó si podía verlo, y el funcionario quedó de acuerdo en llevárselo a la mañana siguiente. Estaba escrito con tinta negra sobre pergamino oscuro y Sprague quedó desilusionado al comprobar que no era capaz de descifrar ninguna de sus letras. El funcionario dijo que estaba escrito en un idioma llamado diurano, que aún era hablado por unos pocos ancianos del pueblo de Duria, en la región kurda del noreste del Iraq.

Cuando Sprague le preguntó si el manuscrito estaba en venta, el funcionario le mencionó un precio que era elevado pero no desmedido. Sprague, bastante seguro de que, si fuese necesario, podría revender el manuscrito a la sección de antigüedades del museo de Filadelfia, lo compró. Aparentemente no tuvo ningún problema para sacarlo del país. Una vez de nuevo en América, trató de hacerlo traducir, pero se vio frustrado. Los expertos le dijeron que se trataba de un idioma que se parecía al persa, pero que en su mayor parte parecía ser geberiano. Esto animó a Sprague, que observó que la palabra geberiano se derivaba del alquimista Geber, el cual fue más o menos contemporáneo del legendario Alhazred.

Sin embargo, cuando Reinhold Carter, del Museo Metropolitano, declaró que estaba seguro de que el manuscrito era una falsificación del siglo XIX, se descorazonó. En 1969, su interés volvió a renacer al recibir una carta del funcionario de Bagdad ofreciéndole, en una postdata, la recompra del manuscrito por una cantidad superior a la que había pagado. Expresó su deseo de hablar sobre el particular, pero no recibió respuesta. Otro corresponsal árabe le dijo más tarde que el funcionario había sido encarcelado por malversación de fondos del gobierno. 

En 1973, Sprague decidió publicar el manuscrito en facsímil, que apareció en el Owlswick Press de Filadelfia con el título de Al Azif, El Necronomicon. En un prólogo, Sprague contaba la verdadera historia de la forma en que lo había conseguido, pero después pasaba a la ficción, asegurando que tres eruditos árabes, después de haberse comprometido a traducirlo, habían desaparecido, y que esto se debía probablemente a haber susurrado las palabras mientras las escribían. De hecho, el verdadero motivo de la publicación de la obra era la esperanza de que algún erudito árabe se interesase por el misterio. Este es el momento en que aparece Robert Turner en el asunto.

Turner es el fundador de un moderno grupo mágico llamado la Orden de la Piedra Cúbica, que actúa en Wolverhampton. La Orden publica una revista semestral llamada The Monolith. En el libro Ritual Magic in England, de Francis King, puede encontrarse un informe sobre la Orden. Al igual que yo mismo y que Kenneth Grant, Robert Turner se ha convencido hace tiempo de que los Mitos Lovecraft no son simplemente una invención romántica, sino que se basan en una antigua tradición mágica,

“un patrón arquetípico que apoya y unifica la masa aparentemente sin conexión de datos mágicos y mitológicos... “.

El Sr. Turner estaba convencido de la validez básica de la magia por muchas de las mismas razones que yo. Ingeniero de profesión, admite que lo que le condujo a interesarse por la magia y por la brujería era puramente un impulso romántico, una fascinación por lo misterioso e insólito. Pero cuando empezó a estudiar tradiciones mágicas que procedían de todo el mundo y de civilizaciones de un remoto pasado, se sorprendió de su subyacente consistencia. Si la magia es realmente un producto de la superstición y la ignorancia, podría esperarse que las creencias mágicas de los esquimales y los indios del Perú no tuviesen nada en común. Pero el hecho es que existe entre ellas una asombrosa similitud que ha sido señalada repetidamente por los antropologistas, desde Sir James Frazer hasta Joseph Campbell (cuya monumental obra The Masks of God es la mejor introducción moderna sobre el tema).

El Necronomicon - El Libro de los Nombres MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora