Introduccion(5)

16 2 0
                                    

Más importante es aún identificar de forma precisa por qué los románticos sueñan en "otros mundos". La esencia del romanticismo es un estado de relajación que parece explorar un mundo interior. Vivimos en el mundo de la realidad como un caballo dentro de su arnés, mantenidos siempre alertas por los latigazos del cochero. Y esto significa que estamos confinados en el mundo físico, atrapados en el presente. Lo interesante de los estados de relajación es que la mente deja de estar confinada en el presente. El cuerpo queda en reposo mientras la mente viaja. Y nuestros sentidos dejan de estar atados con la rienda corta. Puedo abrir una antología poética y evocar una sucesión completa de emociones entrando en cada poema con mi entera sensibilidad. Es como si alguien me hubiese dado una llave de un mundo que estuviese en el interior de mí mismo. En resumen, como si alguien me hubiese concedido un tipo de libertad casi desconocido por los seres humanos. Este es el verdadero ideal positivo de los románticos: esta extraña libertad.

¿Hasta qué punto es exacto describir como libertad el descenso a nuestro propio interior? Si estoy leyendo un libro de poesía, sería más exacto decir que estoy vagando por el mundo de los poemas. No estoy explorando el universo exterior, sino mi propia mente. Este mundo de poesía, o de ideas, es una especie de tercer mundo. El filósofo Karl Popper fue el primero en señalar que tiene una existencia independiente. Si una catástrofe atómica destruyese nuestras bibliotecas y sólo quedasen un puñado de seres humanos que sufriesen la pérdida de la memoria, la especie humana necesitaría miles de años en alcanzar su actual nivel cultural. Pero si las bibliotecas quedasen todas intactas, podrían conseguirlo en un período de pocas generaciones. El mundo que subyace en los libros tiene su propia e independiente existencia.

Pero el "tercer mundo" también es una puerta de entrada a nuestro auténtico mundo interior. Puedo dejar un libro, mirar fijamente a través de la ventana y soñar despierto durante horas. Incluso puedo sumirme en un estado tal de paz interior que experimento una especie de revelación mística, como el héroe de la novela de Machen The Hill of Dreams, que era la favorita de Lovecraft. (Curiosamente, esta obra, que Lovecraft consideraba como la mejor de Machen, no tiene ningún elemento sobrenatural).

Y ahora creo que el lector empezará a ver por qué he dedicado tanto espacio a hablar sobre el impulso romántico. No se trata solamente de una cuestión de escepticismo, ni incluso de autodesarrollo ordinario. Se trata de una exploración de un reino de libertad desconocido. Cuando pienso en estos estados de deleite que experimento al leer poesía o escuchar música, puedo imaginar fácilmente un grado de libertad bastante mayor: la exploración de nuevos planos de existencia en mi interior. El punto de vista básico del romanticismo es considerar potencialmente al hombre como a un dios, dependiendo su evolución de la capacidad que tenga para explorar este nuevo reino de libertad interior. Es posible que estemos equivocados al concebir la evolución en términos físicos, en la evolución de la ameba al anfibio. Este desarrollo es infinitamente lento. Pero si la teoría de la "superconsciencia" de Huxley es correcta, y parece posible que lo sea en algún sentido, el hombre ya es un dios. Su problema consiste en explorar la "jerarquía de los propios yo".

Y todo esto significa que puede ser un error considerar a Lovecraft meramente como un escritor de ficción macabra. Era un auténtico "marginado" romántico, y su obra debería contemplarse como un intento de evolución personal. Como todos los hombres de genio, porque creo que sin duda poseía un cierto grado de genio, buscaba instintivamente lo que necesitaba. Desdichado y desplazado en el mundo real, llevó a cabo intentos para provocar estados de visión interior tal como hizo Machen aquella tarde en Gray's Inn. Hemos visto que las fuerzas internas de Manchen respondieron a la llamada y manifestaron su existencia. La evidencia de los cuentos Cthulhu indica que a Lovecraft le sucedió algo igual. ¿Por qué será que el mito tiene un atractivo tan poderoso y, en cambio, el Pegana de Dunsany y el Poictesme de Cabell han sido más o menos olvidados? Es porque el Cthulhu y los Grandes Antiguos pulsaron de algún modo una cuerda más profunda. Parecen surgir de "aquel yo con memoria secular" con el que Yeats parecía haber estado en contacto a través de los símbolos. 
 

El Necronomicon - El Libro de los Nombres MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora