Prologo

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"Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida" – Pablo Neruda


Una línea uniforme atraviesa las baldosas blancas, tiñéndose de su color por instantes. La fina gota se derrite entre las grietas y desaparece. Él permanece sentado, con las piernas dobladas y abrazado a ellas mientras mira como el agua que cae sobre su cuerpo se derrama en los azulejos trazando caminos perecederos hasta las rendijas de la coladera.

Afuera escucha el ajetreo común de cada lunes por la mañana pero no presta demasiada atención. Sin embargo, una voz hueca del otro lado de la puerta lo urge, casi con molestia. Y Armin decide que su tiempo en la ducha ha sido finalizado.

- Ya voy – dice con la voz atribulada de un llanto que parecía no quererse terminar ahí.

Su compañero insiste con los toques en la puerta. El rubio se envuelve el cuerpo entero en una toalla grande para su considerable menudo tamaño.

- Espero que no te hayas terminado el agua caliente – Jean entra al baño antes de que Armin responda.

Solo de nuevo, se permite abandonar el lugar directo a su habitación, a pasos bien medidos, pensativo y distante.

Nunca debió aceptar la salida con Eren. Eso no iba a traerle nada bueno...

[1]

El Omega es débil por naturaleza.

Así rezaba uno de los crasos libros que Armin solía leer después de clases. No porque realmente le gustara lo que ahí decían sobre su raza, sobre lo que ya se sabía de memoria. En realidad quería saber más de lo que un Omega era capaz de hacer para sentirse orgulloso de pertenecer a dicha raza.

- Hola Armin – saluda Mikasa, una Alfa de ojos grises obscuros al punto de confundirse con el azabache que cubre el cielo por las noches.

Armin le regala una sonrisa abierta, grande y especial para ella.

Mikasa es su mejor amiga, es particularmente cariñosa con él a pesar de ser Alfa y él un simple Omega. Porque los Alfas no tienen permitido ser amables con Omegas que no son suyos o podría malpensarse.

En esta sociedad de cabeza, los Omegas pasaban a ser objetos más que personas. Y Armin odiaba que lo trataran con indiferencia o con demasiada delicadeza, como si fuera a quebrarse en cualquier momento.

- Hola Mika – le dice de manera amistosa, a Mikasa no le molesta porque es Armin y lo aprecia de un modo fraternal. - ¿Qué te trae por aquí?

Mikasa suspira.

No debería estar de ese lado de la universidad, donde los Omegas pueden estudiar. En todas las universidades del país había una división de ramas para cada raza.

Los Alfas por privilegio podían estudiar únicamente Ingenierías o Medicina Especializada.

Los Betas licenciaturas en Administración, Turismo o afines.

Y los Omegas, algo relacionado al Arte, Gastronomía, Trabajo Social, Música, Danza o Actuación.

Armin había elegido trabajo social, no era bueno en la cocina, ni en la danza, mucho menos en el arte. Así que mantener las narices pegada en los libros le pareció lo más apropiado para él.

Mikasa estudiaba Ingeniería en Sistemas Computacionales. Amaba las computadoras, los números y la vida asocial. Parecía llevarlo bien, se amoldaba a su parco carácter.

PositivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora