Ya había pasado casi un año desde ese "prefuneral", extrañaba a ese chico de la metáfora, al que amaba con todo el corazon. Estaba sentada frente a la computaroda, con mi remera de Ce n'est pas une pipe mientras escuchaba música. Intenté alejar mis pensamientos, los cuales se empezaban a remontar hacia Gus, y en ese momento, carecía de ganas de sollozar.
Alguien tocó la puerta de mi habitación, haciendo que desapareciera de mi mente y volviera a la realidad, la vos de mi madre me anunció:
-La cena está lista, te espero en la cocina.
La cena, el solo pensar en eso hizo que mi estómago rugiera. Sin siquiera cerrar la ventana del ordenador salí corriendo hacia la cocina, donde mi madre me esperaba con una fuente de fideos.
-¿Y papá? - pregunté
-Sigue trabando, hoy falto un compañero y tuvo que reemplazarlo.
Claro, de nuevo en el trabajo. Desde que mi mamá no había logrado conseguir ese empleo que ella tanto quería, él trabajaba el doble, pero esta vez era sábado, y el los sábados siempre venía a cenar.
-Se supone que hoy vendría, no lo vi en toda la semana - Dije, haciendo pucheros.
Sin embargo, no pude saber que respondía mi madre, porque en ese momento todo se volvio negro y perdí la consiencia.
Desperté luego de lo que me parecieron segundos, pero habían sido días. El almanaque de la pared marcaba el 4 de Julio, habia pasado exactamente una semana. Miré hacia mi alrededor y descubrí a mi madre durmiendo en una silla, estiré mi brazo y la zarandeé un poco, ella despertó de inmediato y una sonrisa de alivio apareció en su rostro.
-¡Hazel!- exclamó, sonriendo como nunca.
Entonces lo noté, al mirar de nuevo hacia la habitación descubrí que no me encontrba en mi casa. No. Estaba en el hospital.
-¿Qué paso mamá? ¿Porqué no estamos en casa?
Mi madre me dirigió una mirada comprensiva. A lo cual siguió la explicación. Parecía que yo no me había desmayado durante la cena, si no que había sufrido una recaída. Llevaba ya una semana en el hospital con medicamentos interminables.
Luego de unos diez minutos enterandome de que noticias nuevas había por casa, un doctor entró.
Tuve que parpadear varias veces antes de darme cuenta de que algo estaba mal. Ese no podía ser Augustus, él ya no estaba conmigo, pero si mis ojos no me engañaban, lo estaba viendo fijamente.
-Veo que has decidido despertarte- Dijo con una vos extremadamente similar a la de Gus- Yo soy el doctor Jonhson, pero puedes decirme Alexander o Alex, como más te guste.
Él obviamente esperaba una respuesta, pero no pude darsela, seguía pasmada, como si no pudiera mover ni el más minimo músculo de mi cuerpo. Alexander se dio cuenta de eso, por lo que dijo:
-Cuando hayas terminado de hablar con tu madre haganmelo saber, tenemos que hacer algunos análisis.
Abandonó la habitación, y recién en ese momento pude moverme. Noté que mi madre me miraba, pidiendo una explicación, sin embargo, no quise dársela, eso era algo personal, no tenía porque saberlo.
En ese momento llegó una enfermera, era rubia de ojos marrones, tenia aproximadamente dieciseis años y era algo alta. No me sentí comóda, algo en ella me molestaba, de todas formas, no tuve tiempo para pensar en que era esa cosa.
-Le voy a tener que pedir que se retire, señora- dijo, tenia una voz dulce, pero al en la palabra "señora" noté una nota escalofriante.
Mi madre la miró extrañada, no era la primera vez que estabamos en el hospital y normalmente ella se quedaba conmigo, a pesar de eso, se despidio de mi y abandonó la habitación.
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Te extraño, Augustus Waters
Romance"La única persona con la que deseaba hablar sobre la muerte de Augustus Waters era Augustus Water" Un año después de la muerte Gus, las cosas se empiezan a enderezar, Hazel ya no sufre tanto, pero sigue extrañando al amor de su vida. Una persona nue...