Ella... Otra vez.

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Este capítulo va dedicado a una persona muy cercana, que apenas se enteró de que lo estaba escribiendo me apuró para que lo terminara. 

Te amo Lu, gracias por estar siempre a mi lado.

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-Ya entendí, y por favor, no quiero saber más - terminó diciendo Alexander.

Estábamos en el sillón de mi casa, y le acababa de explicar lo que le debía: el porqué Isaac lo había confundido con Augustus.

-Está bien, pero ahora, tú me debes una explicación: ¿Con quién hablabas en el parque, antes de que te viera?

Su mirada fue automática, una de "no quiero hablar de eso" muy directa. Sin embargo, no me eché hacia atrás.

- Hablaba con Jessica - respondió. Su tono de voz era atemorizante, como si fuera capaz de hacer cualquier cosa contra esa mujer - Está muy enojada. Dice que sigo siendo de ella, que nunca terminamos y que la estoy engañando por el simple hecho de tener una amiga. Ya no sé como callarla,  en cualquier momento la mataré.

Consideré su último comentario; teniendo en cuenta la mirada de su rostro, ese propósito parecía muy probable.

- Tranquilo - le dije - es solo una mujer desesperada, no podrá hacer mucho.

Dos horas más tarde deseé no haber dicho nada.

Estaba sentada en el sofá, mirando algo de televisión junto a Isaac y Alexander, (ambos se habían vuelto muy amigos, lo cual me dejaba muy tranquila, sin el detalle de que uno estuviera a punto de matar al otro) cuando alguien tocó la puerta. Amagué a levantarme, pero los dos chicos tomaron mi brazo y me recolocaron en mi lugar.

- Quédate aquí - dijo Isaac - nosotros iremos.

Ambos se levantaron y, uno atrás del otro, se acercaron a la puerta. El latido de mi corazón se fue intensificando a medida que llegaban a esta. Cuando la mano de Alexander tocó el pomo, dejé de respirar. A pesar de que fuera un horario no extraño para visitas, (las cuatro de la tarde) la persona que se encontraba afuera de la casa llamaba con mucha insistencia.

Se abrió la puerta, y la ultima persona que deseaba que se encontrara en mi hogar entró sin previo aviso. La estúpida de Jessica irrumpió en la sala como si viviera allí. Involuntariamente dejé escapar un quejido, que bien llegó a los oídos de Isaac, dándole a entender lo que pensaba de la persona.

- Huelo a perra... - susurró, haciéndose el distraído.

Intenté ocultar mi sonrisa, pero evidentemente la chica la vio. Antes de que esta pudiera hacer algún comentario en contra de Isaac, Alexander exclamó:

- Ya vete, Underson, no eres bienvenida aquí.

Underson...  El apellido de esa mujer me sonaba muy conocido, pero no lograba recordar de donde.

- Tu cállate, Jonhson- respondió la aludida- que no vine por ti, vine por ella.

Como era de esperar, estaba señalándome.

- ¿Que necesitas, querida? - dije con un tono que realmente debió molestarla, si me basara en la cara que puso.

- Por el momento, que permanezcas en el hospital, lejos de mi novio.

La ira rápidamente se apoderó de mi, ninguna zorra me diría que debería estar en el hospital, aunque sea cierto. Con energía sacada de algún profundo lugar de mi memoria, me levante y como si olvidara el hecho de que cargaba con un tanque de oxígeno, me acerqué con paso decidido a la mujer.

Te extraño, Augustus WatersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora