Capítulo 4: Transformaciones

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No sabía cuantas horas llevaba encerrada en aquella habitación. El sol estaba mucho más bajo que cuando entré, y ya hacia tiempo que habían dejado de insistir para que saliera. Mis tripas empezaron a rugir, no comía desde el desayuno, y había sido muy escaso. En ese momento me arrepentí de no haber salido a coger la comida que me habían puesto en la puerta, Supuse que no seguía ahí porque hacía un rato que oí como retiraban algo de la puerta. Aunque no había prestado mucha antención al ruido, para ser sincera no había prestado atención a nada. Simplemente había activado el estado zombie esperando un milagro que me sacara de allí. Me plantee si seguir así o bajar a buscar algo de comida. El hambre ganó, y me dispuse a salir por la puerta.

No me cruce con nadie en el pasillo, pero al ir a bajar las escaleras tropecé con el chico que había provocado mi huída. Pensé en salir corriendo otra vez hasta la habitación, pero antes de que pudiera reaccionar empezó a hablar.

- ¡No te vayas!-empezó a hablar muy rápido, seguramente para asegurarse que decía todo lo que tuviera que decir antes de tener la oportunidad de irme- Oye Galia, por que te llamas así, ¿no? siento lo de antes. No predentía asustarte. Que no digo que seas asustadiza. No sé, no me malinterpretes. Solo que, bueno no quería que te largaras corriendo. No tenía ni idea de nada, y bueno lo siento. ¿Estás bi...?

-Sí- me adelanté a decir- Estoy bien. No pasa nada por lo de esta mañana, supongo. 

-Bien entonces- esbozó una sonrisa. La gente aquí era realmente rara. Ni siquiera entendía porque se había disculpado.- ¿Necesitas algo?

- La verdad es que sí- me atreví a decir. Este chico empezaba a inspirarme confianza, alguien así era imposible que estuviera metido en el tema del secuestro- Bajaba a la cocina porque no he comido y tengo un poco de hambre.

- Ah claro. Sí,  baja. Te haría algo de comer- me dijo mientras bajaba a la cocina.- pero la verdad es que no tengo ni idea de cocinar y seguramente te terminaría envenenando. Espera, que no quiero decir que te vayamos a envenenar. No te quiero envenenar para nada. Es que en serio no se cocinar.

- Vale, había pillado el chiste.

- Oh, mejor.- me dijo aliviado-. Creo que debería ir a buscar a Jem o a Vi. Va a oscurecer pronto. Y ellos si saben cocinar.

-¡No!- le grite alarmada.- No, hace falta. De verdad. Seguro que tenéis galletas o algo así. Con eso me vale.- tenía la esperanza de no tener que ver a ninguno de los otros.

-Claro, como quieras- dijo mientras me guiaba a la cocina- Hay galletas de chocolate en el estante de arriba. Espera te las alcanzo.

-¿Haciendo amigos, Caleb?- Intervino Ethan entrando a la cocina.

-Como siempre, hermano- Espera, ¿Caleb también era su hermano? Debían ser todos familia o algo así. Una familia de secuestradores. Me entró un escalofrío que me recorrió toda la columna. Caleb me miró con cara preocupada mientras me daba las galletas.- Oye, es tarde. ¿No crees que deberíamos ir a avisar a Jem?

-No, deja a mi hermano tranquilo por ahora, todavía se ve el sol.

-¿Tu hermano?- se me escapó la pregunta de los labios antes de que Caleb pudiera responderle- Pensé que era hermano de los dos.

- No, Caleb y yo no somos hermanos. Bueno no de sangre.- me aclaró Ethan.

Antes de que pudiera responderle Viana hizo su aparición en la cocina.

-Chicos sabéis donde est... Ah,Galia estas aquí. ¿Te encuentras mejor?-me preguntó, pero antes de que la respondiera añadió- Creo que es mejor que salgamos fuera, se esta haciendo de noche.

Vale, se estaba haciendo de noche, ¿y qué? ¿No sería mejor al contrario? Quedarse dentro de casa al ser de noche tenia mucho más sentido. Además acababa de empezar el invierno, y por las noches era cuando más frío hacía. Un así, les seguí a todos por el pasillo y entramos al salón. El salón no era especialmente grande. Tenía un sofá de 4 plazas y una butaca en frente de una televisión, colocada encima de la repisa de la chimenea, que estaba apagada. Al final había una puerta corredera de cristal que daba al jardín. Salimos al jardín y vi el extenso bosque que lo rodeaba. No había ninguna valla que delimitara el jardín y el bosque. Sentado en un banco, el único mobiliario del patio trasero, estaba Jem, que se levanto al vernos salir. Otro escalofrío recorrió mi espalda, seguramente a causa del frío, puesto que no llevaba abrigo. Jem miro el reloj de su muñeca.

- Galia, ¿Cómo te encuentras?- me preguntó. Un tercer escalofrío hizo que cruzara los brazos para resguardarme del frío.

- Bien, supongo- le respondí. Bien teniendo en cuenta que estaba en medio de un bosque con un montón de desconocidos que me habías secuestrado. Empecé a temblar.- ¿Podemos entrar dentro? Me estoy helando.

- No te preocupes, se te pasará en un rato.- me dijo Viana. Pero a mi solo me parecía que iba a peor, cada vez temblaba más y un sudor frío comenzó a bajar por mi espalda.

- Creo que lo mejor es que nos vayamos- dijo Ethan, y él y Caleb se fueron hacia el bosque. Mi corazón empezó a latir mucho más rápido. No quería quedarme sola con ellos dos.

Un dolor intenso hizo que me doblara para delante. Me senté de rodillas en el suelo mientras los dolores continuaban. No podía tenerme en pie. Jamás había sentido algo tan doloroso como aquello, y no entendía que me estaba pasando. Miré hacía donde estaban Viana y Jem en busca de ayuda.

- Tranquila, respira hondo-  Me dijo Jem arrodillándose a mi lado.

- Relaja los músculos- oí decir a Viana antes de que profiriera un grito horrible a ccausa del dolor.

Y tal como había venido el dolor desapareció. Pero me sentía diferente, extraña. Viana y Jem seguían estando a mi lado, pero aunque estaba oscuro les veía con mucha claridad. Del bosque salieron en ese momento dos lobos, uno gris y otro pardo. Intenté decirles a Jem y a Viana que nos fuéramos dentro. Pero las palabras no salieron de mi boca. En vez de eso mi garganta profirió un aullido. Quise levantarme, pero al mirar hacia mis manos me di cuenta de que eran patas. Patas de lobo.

Corrí asustada hacia el bosque.¿Qué estaba pasando? ¿Todo lo que me habían dicho era verdad? Oí otras pisadas de patas cerca de mí. Al parecer los dos lobos de antes me estaban siguiendo. Espera, ¿Cómo sabía que eran pisadas de lobos? Un escalofrío recorrió mi nuevo cuerpo. Pero esta vez supe que no era un simple escalofrío. Me iba a volver a transformar. El proceso de antes se volvió a repetir. Pero esta vez mi cuerpo no resistió y me desmayé.

- Galia, Galia- Abrí los ojos y vi a Viana hablándome. Estaba en el bosque, y de repente me vino a la cabeza todo lo que había pasado.- Menos mal que te despiertas. Toma, vístete- me dijo tendiéndome una sudadera y unos pantalones. Me miré aliviada tener devuelta mi cuerpo normal, pero vi que estaba tan sol tapada con una manta.

- Entonces era todo verdad ¿no?-  le dije mientras me vestía.- los licántropos existen.

- Sí, sé que es mucho para entender, pero nos tienes aquí para ayudarte con todo lo que sea.

- Todos... ¿Todos sois hombrelobo?- la pregunté. Tenía miles de preguntas agolpándose en mi cabeza, pero decidí empezar por la más simple.

- Sí, pero aún te queda mucha gente por conocer de la manada- vaya, ahora formaba parte de una manada. Todo era tan surrealista. Hacía dos días mi vida era completamente normal y ahora nada tenía sentido.- Jem, ya podéis venir- dijo gritando hacia los árboles. Jem, Ethan y Caleb aparecieron entre la espesura del bosque.

Volvía a estar en la mesa de la cocina con Viana, Jem y Ethan delante, como hacía tan solo unas horas. Pero esta vez era distinto, esta vez creería lo que me dijeran.

Hola holaaaa!! Sigo viva, se suponía que debería haber actualizado la semana pasada pero estaba de exámenes y decidí dejarlo. Si quereís que suba más seguido solo teneís que decirlo en los comentarios. Bueno Galia se ha enterado de la verdad, y en el siguiente capítulo se aclararán las cosas, a parte de aparecer nuevos personajes. Comentar, votar y subiré en una semana o en dos, depende de vuestros comentarios :D Beeesos Ella.

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