9. Todo o nada

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En cierta forma, usar a los medios para llamar la atención había sido efectivo, sin dudad; pero exponerse al ojo público, significaba ponerse al juicio ajeno, sin la seguridad del incognito y expuestos a las consecuencias, que si bien no llegaron inmediatas, se hicieron presentes poco después.

Para Soo revelar su situación, dadas las circunstancias y la desesperación por la que pasaban, fue la única solución, siendo totalmente consciente de que su actuar no quedaría impune; dadas las características de su trabajo, su imagen era esencial para los padres de familia, quienes, no se mostraron contentos con sus acciones. Para Hwan no había sido diferente, quizá con un trato menos severo dado que sus alumnos eran un poco mayores, y la escuela mucho más amplia que la guardería donde trabajaba Soo.

Sin embargo, gracias a que ninguno de los dos había fallado ni una sola vez en sus obligaciones, no tenían ningún argumento para tomar alguna represalia, sin contar con el aprecio de muchos de los padres de sus alumnos. Algunos de estos incluso, apoyándoles en sus pequeñas e improvisadas protestas.

— Siento que he complicado más las cosas —susurro Soo parada frente a la ventana de su habitación escuchando el suave repiqueteo de la lluvia en el cristal del ventanal del sencillo balcón.

Hwan que estaba sentado en la cama leyendo uno de sus libros favoritos, el primero que compraron cuando comenzaron a vivir juntos, le miro sorprendido; Soo no era alguien que se arrepintiera de las cosas, en su vida solo le había escuchado disculparse una vez, y esa fue hace tantos años bajo aquel árbol, un lugar tan precioso para las memorias de su infancia, que a veces temía olvidarlo.

El rubio se paró, y con paso suave sobre la mullida alfombra de un ligero color marrón, le abrazo colocando su cabeza en el hueco del hombro del otro suspirando cansado— Para nada, creo que es lo que correcto —. La seguridad con la que la voz de Hwan resonó en su mente le hizo estremecer, y simplemente se giró abrazándole, casi de manera dolorosa.

El también creía que era lo correcto.

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El abogado miraba un poco ansioso el reloj de oscura madera del elegante café que pendía silencioso sobre una pared. El Alfa había llegado casi una hora antes de lo acordado con el congresista, reconocía que sus nervios estaban un tanto cesibles con todo lo que había estado pasando con los Omegas.

Sus dedos golpeaban inquietos la superficie de la mesa en movimientos repetidos y apenas audibles. Volvió a mirar el relajo, y notando que ya era la hora se acomodó por doceava en esa mañana su saco.

¿Realmente vendría?

Con toda la difusión de los medios, no le extrañaría que el hombre decidiera alejarse de los problemas, pero eso le representaría perder uno de sus mejores aliados en la situación; ¿San Kyo era su amigo?, sí, pero eso no garantizaba que quisiera involucrarse ni siquiera indirectamente.

Suspiro buscando ahuyentar cualquier tensión en sus músculos, observo la puerta de cristal del establecimiento, viendo a un hombre alto, que destacaba por su porte, dirigirse hacia el al divisarle. El Alfa rubio suspiro más tranquilo al ver a Kyo.

—¡Kyo! —se para el abogado estrechando la mano del congresista, y abrazándole efusivamente— Tanto tiempo, de verdad que has envejecido —comento con una enorme sonrisa, indicándole al otro a tomar asiento en la lustrosa mesa de cristal.

El hombre solo sonríe correspondiendo la llamativa recibida—Veo que no has perdido el tiempo Yo—comenta enarcando una ceja al ver la confusión del otro, con una mano indica a la camarera para tomar su orden.

— ¿A qué te refieres? —Pregunta una vez la mesera hubiese tomado su orden.

Acomodándose en su asiento coloca sus manos cruzadas sobre la mesa— Estas en todos lados...bueno, no solo tu quiero decir, sino también dos Omegas, ¿cuál es la razón por la que me has llamado? —Su sonrisa se ensancho sabiendo la respuesta.

El abogado rio sin reserva—. ¿Deberás debo explicarlo cuando ya lo sabes?— Se recargo con poca delicadeza en el respaldo del ancho respaldo.

— Supongo que no —Respondió cortes—. Sabes, yo...de alguna manera conozco a uno de los Omegas, un encuentro por demás peculiar—Toma una la taza de café que la mesera acababa de traer.

— Siempre tan formal al hablar Kyo, por tu expresión puedo adivinar que a quien conoces, es un pelirrojo malhumorado, en fin... ¿cuál es tu respuesta? —Niega con la cabeza intentando encontrar la pregunta indicada—Mejor dicho, ¿Hasta dónde quieres involucrarte?

— Es difícil de explicar, pero de alguna manera les he tomado estima, y también podría decirse que le debo a ese Omega la compensación por un consejo...sin mencionar, que lo hago en cierta forma, por mi terapeuta, y un amigo mío, un Omega, algo increíble cuando lo supe... —Toma un pequeño sorbo sereno —Acepto por supuesto, y ayudare tanto pueda, como hasta donde sea necesario.

Yo asiente contento—No esperaba menos.

Para Kyo, los dos Omegas había tomado un tono personal.

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Tomar la decisión de involucrarse, en, algo que podría afectarle no solo personalmente, dado lo tradicionalista de la historia, sino su carrera, no fue lo difícil, no, fue en cambio contárselo a Rae; quien, se negó rotundamente a la idea.

—¡¿ESTAS LOCO?!—Rae enrojece de la intensidad de su furia— ¡¿No estas pensado en las consecuencias?! ¡Podrías perder tu carrera Kyo!—Lo toma de los hombros agitándolo violentamente, a lo que Kyo, reacciona empujándole para que lo soltase.

Kyo voltea respirando profundamente para no ceder a la violencia ni a sus instintos de imponerse, como en otras peleas.

—¡Tengo que hacerlo!—levanta su rostro para encararlo—No solo por mí, sino por personas a las que les debemos algo...por favor entiéndelo—Estira su mano para tocar la mejilla del otro alfa y acomodar algunos cabellos color azabache.

El empresario aun furioso golpea la mano de Kyo y da algunos pasos para alejarse;

—Debes estar demente— Comenta con su cara torcida en una mueca de disgusto.

Kyo le mira dolido—¡Y tú eres un cobarde!—Grita resentido por el rechazo de Rae—Siempre lo has sido...por más que insistí en que ambos nos mordiéramos, yo siempre he estado preparado...

Su voz se vuelve fina por una ira reprimida;

—¡Incluso no me importaba ser el único marcado!, pero, eso significaría proteger tu orgullo... ¡y el único que estaría dando algo seria yo! —Espeta golpeándose el pecho con el puño cerrado.

Pocas veces había visto mudo a Rae, y mucho menos había sentido ganas de llorar tan apremiantes.

— Si yo siempre he estado dispuesto...tú no eres el que se atrevía a dejar nada por mí, ahora me doy cuenta —Sus palabras salieron mordaces, y en movimientos erráticos recogió su saco y su cartera— Puedes quedarte con tu orgullo —Le miro con desprecio, mientras se dirigía a la puerta del departamento.

— ¡A dónde vas Kyo!, ¡Esta conversación no ha terminado! —Sigue al Alfa castaño hacia la puerta.

—Puedes quedarte con el departamento, no te preocupes, voy a algún hotel mientras consigo un lugar donde residir, y no, esta conversación ha terminado, buenas tardes señor Choi Rae—su voz condescendiente, y sus palabras hicieron que Rae se paralizara, e incrédulo observo como con quien había vivido casi tres años, se fue.

El orgullo había prevalecido, costándole algo que se había dado cuenta, no quería pagar.

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En el siguiente, se cuenta la historia de los Alfas :D

Maravillosa Dulzura [Omegaverse] [Yaoi] #BL-awardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora