Capítulo 3

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Me había quedado solo, y aquél apartamento se me hacía demasiado grande sin esos dos. Todavía era pronto por la mañana, así que pensé en salir a dar un paseo. Si ChunJi se enterara me mataría, pero eso no iba a detenerme.

Guardé la partitura y fui al baño desnudándome, dispuesto a meterme en la ducha. Abrí el grifo, y mientras esperaba un poco a que el agua se calentara me cepillé los dientes, quedándome mudo al verme en el espejo tras limpiarme los labios. En mi cara aún podían verse reflejadas las heridas que alguna vez estuvieron ahí. Al contrario que las diferentes magulladuras y moratones repartidos por el resto de mi cuerpo, tuve suerte de que no me rompiera nada, a pesar de que quedé en coma a causa del fuerte golpe en la cabeza por el impacto, o eso fue lo que dijo el doctor el día que desperté. Aunque Ricky me contó que cuando llegó al hospital al enterarse de lo sucedido, tenía dos grandes heridas en el costado del muslo izquierdo que por poco tuvieron que ser cosidas. Al menos no me quedarán cicatrices, gracias a una de las miles de cremas de ChunJi. O eso esperaba.

El vapor que sobrepasaba la mampara ya se empezaba a notar en el ambiente, empañando el espejo. Un nombre me vino a la cabeza en ese momento, y no pude evitar escribirlo en aquél cristal con mi dedo índice. Dejando los símbolos 엔젤 marcados en él. ¿Án...gel?¿Por qué había escrito eso?¿Y... por qué estaba llorando?

Finalmente, sin ganas de malgastar más agua esperando, me metí en la ducha. No fue muy larga, pero me sirvió para reflexionar, el sonido del agua caer, me era muy relajante. Miles de pensamientos recorrían mi cabeza. Sabía que aún había algo que no conseguía recordar, y era consciente de ello. Pero, ¿qué era?

Salí del baño con una toalla en la cintura y secándome el pelo con otra. Me vestí y calcé, saliendo del lugar poniéndome finalmente mi cubrebocas favorito a causa de un resfriado que se hizo presente dos días atrás. No me esperaba nadie, pero cuanto antes saliera menos gente me encontraría por las calles, y dado que vivíamos en el centro de Seúl, al ser la capital del país, era algo habitual.

Empecé a caminar sin rumbo mientras escuchaba el álbum Coup d'Etat a través de mi fiel MP4. Andé tanto que llegué hasta uno de los puentes que conectaban las dos zonas de la ciudad, y he de decir que eran unas vistas preciosas. Era irónico que aún teniendo acrofobia, me gustaban las vistas desde lugares altos. Giré sobre mi mismo para admirar completamente mi alrededor, pero desgraciadamente el tráfico tapaba más allá de lo que mi baja estatura me permitía alcanzar a ver.

Entre todos los vehículos congelados en la amplia carretera, uno de ellos tenía la ventanilla de los asientos traseros bajada a pesar de la temperatura invernal. En su interior, un chico de cabello negro se encontraba apoyado en marco de esta con una mirada vacía e inexpresiva. Al igual que yo, también llevaba un cubrebocas, así que o también sufría un resfriado o se trataba de una celebridad. Tras plantearme esa posibilidad, no pude evitar acercarme más a él. La curiosidad me empujó hasta quedar lo suficientemente cerca como para provocar un cruce de miradas cuando sólo nos separaba la barandilla de protección. Levantó la cabeza a la vez que sus ojos se agrandaban, volviéndose de un momento a otro en una mirada triste y sorprendida. Me quité un auricular en el intento de interactuar con él de otra forma que no fuera solo visual, pero el avance del coche en el que iba me retuvo. Lo había perdido de vista. Es curioso, pero, algo me atraía a él, y aunque no lo hice, sentía unas ganas inexplicables de perseguirle. Pero, en su lugar, no le di demasiada importancia y seguí caminando hasta uno de los cientos de 7-Eleven's que había repartidos por toda la ciudad para comprar algo de ramen.

Me senté en el banco de un parque cercano, y mientras comía me di cuenta de que seguía pensando en ese desconocido. Ni siquiera me fijé en que la música que estaba escuchando se convirtió en silencio por falta de batería. El cantar de los pájaros fueron los que me hicieron volver a la realidad. Realmente, no podía sacármelo de la cabeza.

Finalmente me encaminé a casa de Ricky. Habíamos quedado en una hora, pero sin darme cuenta de lo mucho que había andado estaba más cerca de su casa que de la mía. Alguien había dejado la puerta abierta, así que no me hizo falta llamar al telefonillo, solo tuve que subir directamente por el ascensor para dirigirme a llamar al timbre de su apartamento.

-Hyung, ¿qué haces aquí?¿No habíamos quedado en que yo iba a tú casa? -un Ricky sorprendido se dejó ver tras la puerta.

-Lo siento, Ricky-ah. Es que me sentía sólo y no podía esperar más. ¿Puedo pasar? -pedí bajándome el cubrebocas hasta la barbilla.

-Cla-claro, adelante. -me acercó a él- Hay dos animalitos que te echaban de menos. -susurró en mi oído.

Pasé al salón donde dos perritos de pelo blanco se lanzaron hacia mí, haciéndome caer al sofa. No paraban de mover sus colas de lado a lado y de buscar alborotados un hueco entre mis brazos, mientras yo reía recibiéndolos encantado. Parecía que el sentimiento de felicidad era mutuo y no quería volver a separarme de ellos, pero aún tenía que esperar para llevármelos a casa. C.A.P pensó que sería lo mejor para ellos mientras yo me rehabilitaba, y Ricky accedió encantado a cuidarlos durante ese tiempo. Doy gracias de tener un amigo como él.

-¿Qué es este escándalo? -un encapuchado con mochila salió de una de las habitaciones- Ah, eres tu L.Joe hyung. Me alegro de verte. -dirigió su mirada a ambos- Siento no poder quedarme a hablar pero tengo que irme ya, tengo clase de taekwondo.

-No pasa nada. No te hagas daño y recuerda en comer el almuerzo que te he preparado, ¿vale? -dijo Ricky con una sonrisa de oreja a oreja.

-Te lo prometo. -volvió su mirada hacia mí- Hasta luego, hyung. -se despidió, moviendo la mano de lado a lado con una de sus míticas caras alienígenas, mientras yo le devolvía el gesto sonriente.

-JongHyunnie~ -un tierno puchero se formó en los labios de Ricky, agarrando el brazo de su pareja que ya se encontraba al otro lado de la entrada.

-Tranquilo. No me he olvidado de ti. -pasó el brazo por su cintura acercándolo más a su cuerpo mientras que con la mano izquierda elevó su mentón, y comenzó a besarle dulcemente repetidas veces, haciendo que el más bajo se pusiera levemente de puntillas para llegar mejor a sus labios- Hasta la noche, ChangHyunnie. -susurró deteniendo los besos, liberándolo de su agarre, para finalmente juntar así sus narices.

-Te quiero. -respondió antes de separarse él, despidiéndose así del maknae. Cerró la puerta y se apoyó en ella, con las mejillas sonrojadas.

-¿Para cuándo la boda? -bromeé desde el sofá con Khan y Dong tumbados en mi regazo, acariciándolos como un mafioso.

-Cállate, GangJoe. -sonrió tímido, sentándose en el sillón tapando su cara tras atacarme con un cojín volador.

Remember 《NielJoe》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora