Louis llegó directo a jugar con sus dos pequeños. Los mellizos de 2 años se emocionaban tanto cuando él llegaba de trabajar.
Los dos pequeños niños de ojos azules y rizos rubios gritaban y reían siempre que veían a su papá.
Muy al contrario con Harry, Anne le había dicho que era porque siempre están con él y la ausencia de Louis es notoria.
Habían tardado 3 años en quedar en espera, cuando Harry se hizo la prueba Louis estaba demasiado feliz. Todas las emociones se habían juntado y no sabia como expresarlas.
Le había hecho el amor a su marido hasta el amanecer.
Cuando sus hijos nacieron todo cambio, Harry pensaba que era porque ambos estaban cansados siempre.
Louis lo ignoraba, no lo besaba y mucho menos lo tocaba. Cuando estaba en casa solo se le veía feliz con los bebés.
Harry llegó a pensar que lo engañaba, no era verdad.
Los niños ya estaban durmiendo en su habitación y el mayor se encontraba dándose su ducha nocturna. Él se había puesto lencería, como antes.
Tomó la bata de seda negra que había comprado esa tarde cuando él y Niall llevaron, cada uno, a sus hijos al centro comercial. Se aplicó perfume y un poco de brillo labial.Escuchó la regadera cerrarse y se acomodó en la cama en una pose sugestiva. Escuchó el pomo de la puerta y ordenó rápidamente sus rizos.
Cuando Louis salió y observó a su esposo sólo se rió.
Demasiado.
Como si le acabaran de contra el mejor chiste del mundo, rodeó con sus brazos su marcado estómago, que aun se encontraba con algunas gotas de agua.
La boca de Harry se abrió en confusión.
—L-Lou...y-yo...yo me arreglé para ti—dijo, se podía sentir el nerviosismo en su voz.
El de ojos azules fue hacia el pequeño sofá que había ahí, se sentó y lo miró.
—¿Para mi?—Harry asintió con una sonrisa esperanzada—te ves ridículo—el rizado tardó un tiempo en procesar las palabras dichas por el hombre que juró no hacerle daño. Sus ojos se llenaron de lágrimas y asintió en silencio. Louis había negado con la cabeza y se acomodó en su lugar de la cama dándole la espalda a su marido y apagando la pequeña lampara. El rizado tragó su orgullo y tocó el hombro de Louis—quiero dormir, Harry. Algunos sí tenemos que ir a trabajar, no podemos darnos el placer de dormir hasta tarde.
El menor limpio sus lágrimas y se levantó para ponerse sus pantalones de dormir. Cuando estuvo listo tomó una toallita húmeda y limpio su cara.
Se acomodó en su lugar y sollozó quedito hasta quedarse dormido.