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-Foxy P.O.V-

Desperté algo molesto por la alarma. Ya era Lunes y debíamos asistir a la escuela. Me levanté de mi cómoda cama maldiciendo a medio mundo y me fijé la hora en el teléfono: las 6:30 am.
Me acerqué al armario y agarré una remera negra, mis jeans rasgados bordo y una campera negra con capucha, unos bóxer negros y medias del mismo color. Me dirijí al baño y abrí el agua de la ducha; me desvestí y me duché.
Al salir me sequé y me vestí con pesar, también di una pasada por el espejo para acomodarme el pelo y luego desayuné mi típico capuccino con una tostada con mermelada. Agarré mi bicicleta y sarpé rumbo a la escuela.
Al llegar, lo primero que hice fue buscarte entre la multitud de zombies que iban ingresando al establecimiento, al no verte decidí ir a dejar la bicicleta atada en un poste de luz. Al volver a la entrada tampoco te vi, así que entré.
Me dirijí a mi aula, al banco de detrás de todo como era costumbre, con el teléfono para pasar el tiempo. En un ínterin de 5 minutos aproximadamente, fueron llegando los alumnos y el profesor.

—Buenos días alumnos,—empezó su saludo matutino al cual respondimos—hoy tengo el placer de presentarles a un nuevo estudiante que ingresó a 5° A.-—Aquellas palabras habían logrado captar mi atención lejos de mi teléfono.— Preséntate.

Al levantar la vista del aparato pude visualizar con asombro positivo, aquella cabellera y orejas moradas y esos ojos rojo profundo. Sonreí, para mí no hacía falta presentación.

—Hola a todos, me llamo Bonnie—dijiste serio.— Vengo de 5° B, es un gusto conocerlos. Espero poder llevarme bien con todos.

Sonreí mientras tú caminabas hacia mi banco y tomabas asiento a mi lado, besé tu mejilla y tú la mía. Comenzamos a sacar los cuadernos y volvimos a la aburrida rutina, el profesor dicta y nosotros escribimos.
El día se hizo menos extenso que de costumbre, si lo pienso. Y todo fue por que tú estabas ahí.

A la salida del colegio me ofrecí a llevarte a casa en bicicleta, luego se me ocurrió que podrías quedarte a dormir en casa. Te lo propuse y aceptaste, así que subimos a la bicicleta y pasamos por tu casa por algo de ropa.
Al llegar a casa te invité a que te pusieras cómodo, te tiraste en el sillón con un suspiro que sonó muy sucio en mi mente; yo me limité a descartar la idea moviendo la cabeza hacia los lados mientras sonreía torpemente.
Así pasamos la tarde y noche juntos, mientras yo trataba de alejar aquellos pensamientos tan obsenos de mi mente.

"Y estuve peleando contra mi otra parte."

The Day We MetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora