Capitulo 6

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Luego de entrar en dos discotecas, y darnos cuenta de que todo ese ruido no era lo que queríamos, decidimos quedarnos en un bar y disfrutar de la música a volumen medio que se escuchaba. Algunas veces nos paramos a bailar y ambos sentíamos las chispas que desprendían nuestros cuerpos, al estar más pegados de lo necesario.

Verlo sonreír era completamente adictivo. Los hoyuelos en sus mejillas, su reciente barba y sus ojos olivo me hipnotizaban, y para mis manos su lugar favorito de estar, era recorriendo su pelo.

Cuando el calor y el roce se hacían demasiado para nosotros, salíamos del lugar. Casualmente eran las cuatro de la mañana, y la idea de volver al hotel ya no nos parecía una locura.

Nos montamos en el vehículo, sin quitarnos la vista de encima, y apenas nos alejamos del bar, paro a un lado de la carretera. Sin poder evitarlo estampe mi boca con la suya, y nos recorrimos hasta que sentía que nunca tendría suficiente de él.

Me cargo hasta sentarme a horcajadas de él y poder sentir nuestros cuerpos rozándose como lo esperamos, cuando lo logré, ambos soltamos un suspiro de alivio, que en vez de calmarnos nos provocó sentirnos con más intensidad. Él estaba sin camisa, y yo estaba con el vestido vuelto un desastre. Sus manos recorrieron mi cuerpo, mientras yo me perdía en su boca. Yo estaba bastante excitada, y sabía que el también, por los pequeños gruñidos que se le escapan de su garganta.

Luego de unos minutos en los que disfrute bastante de nuestra cercanía, el decidió cortar el beso y con sus músculos bastante tensos, me cargó hasta el asiento de al lado.

Me miró unos segundos, en los que sé, que mi cara era una completa imagen de confusión, y abrió la boca para decirme algo, pero no sucedió. En cambio salió del vehículo sin su camisa, descalzo y con los labios bastante hinchados.

Me enderecé, y sin entender absolutamente nada, apague el auto y salí.

Él estaba parado a unos cuantos metros del auto con su cabeza mirando al cielo y sus manos echando su pelo rubio hacia atrás.

Me acerque a él con ganas de abrazarlo, pero en vez de eso me quede a unos centímetros de su espalda, y conteniendo mi respiración delinee con mi dedo índice su columna vertebral, provocando un escalofrió en él.

Luego de un silencio para nada incomodo, deje de dibujar círculos en su espalda cuando sentí que sus músculos se empezaban a relajar, subí mi mano hasta sus hombros y de esa manera me abrace a él, soltando el aire contenido de mis pulmones.

Esperé pacientemente a que el rompiera el silencio y me explicara que paso hace unos minutos.

Me despegó de su espalda y me llevó a su pecho, envolviéndome en sus brazos. Su ceño fruncido me alertó, y confirmé que pasaba algo más.

-Lamento haber salido así, sé que no fue correcto, Candy.

Su voz estaba más ronca de lo normal, y recostada en su pecho, escuche sus rápidos latidos.

-Fue agradable acompañarte esta noche. Me divertí bastante, y eres cómodo para estar recostada a ti, Rubio.

-Puedo notarlo por la forma en que estas aferrada a mí, como si no hubiera un mañana.

Notando mi agarre en su cuerpo, me solté inmediatamente, pero él entre risas me cargó y me subió en el capó del auto, y nos recostamos ahí, a ver la alborada.

-¿A qué te dedicas, Candy?

-Soy contadora, y trabajo en una empresa familiar. ¿Qué tal tú?

-Soy negociante internacional y también estoy en una empresa familiar. Mi equipo de trabajo es fantástico, además casi soy mi propio jefe, solo comento algunas ideas con mi papá.

-Mi papá es uno de mis jefes, es cómodo trabajar con él, sé hasta dónde puede llegar la carga de trabajo con él. Mi otro jefe no lo conozco, pero es un poco mas exigente. Llega a un punto de saber que el es interesante.

-Mmm... ¿Interesante?

-Si, lo digo por las pocas veces que me he comunicado con el. Es verdaderamente grande su empresa. Todos los días de trabajo siento como si fuera una prueba distinta para todos sus empleados.

-¿No conoces a tu jefe? Tengo algunos empleados a larga distancia, pero los conozco a todos. Así que, casualidad de la vida, yo no soy tu jefe.

-Jajaja, ya quisieras. Te imagino de todas formas menos como mi jefe. No es por ser muy cliché, pero me imagino a un señor mayor, casi en retirada, pelo blanco y una señora igual esperándolo en casa. Pero le agradezco muchas cosas. Trabajar en equipo nunca es tan fácil como con su empresa además, siempre es muy comprensible dando las vacaciones y eso me encanta.

-Eres joven y las chicas de tu edad están pensando en bodas y en familia, mientras tú piensas en las vacaciones de tu trabajo. Fantástico.

- Ciertamente, mi mama quiere que sea la primera de mis hermanos en casarse. No creo que suceda por ahora, quiero cumplir mis sueños antes de casarme

-Bueno, no es que yo sea un vejestorio, pero si es contigo me caso.- A esa oración, él le agrego a su voz un toque de sensualidad infinita- Pero imagínate... Aun no quieres casarte.

-Lamento decirle que no me casare, así que no. Lo siento.-Dije en mi mejor voz de coquetería-Pero estoy segura de que ese es tu secreto. ¿Estas casado?

-Acabas de rechazar mi propuesta de matrimonio. Estoy rotundamente herido.

-Evadiste mi pregunta. Lo que me lleva a la conclusión de que eres casado.

-No Candy. No soy casado. Es mas complicado que solo estar casado. Solo estaba herido por tu rechazo. Así que te lo volveré a decir, casémonos.

-Mmm... Señor misterio, mi respuesta sigue siendo no.-Dije intentando mantenerme seria- Unos segundos después nos encontrábamos riéndonos fuertemente, y como el sol nos daba en la cara, decidimos volver al hotel.

~*~

10:00am

Si Sarah no viene a recordarme que Nathan se va hoy, me quedo tendida en mi cama. Solo dormí dos horas y siento que me pasó una grúa por encima de mí. Había olvidado completamente que él se iría hoy, para ponerse al día con la empresa. Así que me arregle rápido y nos reunimos todos en lobby del hotel.

Nathan está radiante y me alegro bastante de que el disfruto estos días, tanto como yo.

A las doce ya habíamos comido y Nathan ya se fue al aeropuerto. Matt, Sarah y yo, nos vamos mañana a las cuatro de la tarde así que aún nos queda una noche aquí. Sarah y yo nos quedamos en la piscina del hotel y Matt se fue a dormir, quedamos de juntarnos todos a las tres para comprar lo último que nos llevaríamos.

Sarah y yo aprovechamos para ponernos al día, y casi se desmaya cuando le conté que ninguno de los dos quiere hablar de lo personal. Me intentó convencer con que, yo no tengo nada que perder, pero mantuve mis ideas a flote sobre lo que sucede en Las Vegas, aquí se queda.

Solo sé que aprovechare esta última noche con él, y cuando me despida, también me despediré del extraño sentimiento que siento cuando pienso en El. 

Te Encontraré. *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora