ღ Beso Travieso ღ [MikaYuu]

4. [Golpe]

Advertencias: Confusiones de un uke lento.

N/A: Disculpen la tardanza y los errores, tuve que borrar el capítulo 3 veces porque no me convencía :'<

°[★]°

No siempre las cosas le salían como esperaba. Aveces llegaba a ser demasiado extremo, llegando al punto en el que todo se volteaba y terminaba envuelto en miles de problemas.

¿Será que habría escogido la presa equivocada?

Si, probablemente era así... probablemente había seleccionado a la persona menos adecuada.

Más sin embargo, no se imaginaba robando un beso a alguien que no fuese Mika. Por alguna extraña razón con cualquier otra persona le parecía escalofriante, repulsivo... ni siquiera podía imaginárselo bien.

Había leído que para llevar a cabo la acción, debía poseer ciertos sentimientos de afecto hacia la persona... Mika era su mejor amigo, lo apreciaba más que a cualquier otro, sabía que depositar su completa confianza en las manos del blondo no era cosa para detenerse a dudar. Simple y sencillamente confiaba en él.

Y era esa confianza, la que le hizo arriesgarse, escogiendo como objetivo a "su hermano".
Porque no guardaba deseos por nadie más, porque los únicos labios que le interesaba besar, era los del Hyakuya.

El cosquilleo en su pecho hizo acto de presencia, provocando um temblor ligero entre sus manos.

— Te odio... —su puño fue a parar directo en los casilleros a su izquierda, buscando deshacerse de esas extrañas emociones.

¿Era el único que guardaba ese deseo?
¿Por qué Mika no podía simplemente darle un beso?
Él parecía más entretenido burlándose de sus pobres intentos por obtenerlo.

Y, por alguna razón, ese pensamiento le provocó otra severa descarga en el torso. Una sensación nueva y desconocida para el pelinegro, quien simplemente la catalogó como un golpe a su orgullo.
La realidad es que sentía el rechazo, de la persona que menos lo esperaba; una especie de traición que se encargaba de causarle más y más daño... todo con el propósito de que fuese capaz de percibir los verdaderos sentimientos que guardaba hacia Mikaela.

Una parte de él lo sabía, pero su inconsciencia nublaba la razón, enfocándose solamente en aquello que no le dañaría ni lastimaría...

Porque querer a Mika de esa forma... estaría mal.

Como siempre hacía, negó con su cabeza repetidas veces, tirando de las orejas para finalmente deshacerse de ese ridículo pensamiento.

"Es porque hemos estado juntos siempre..." -justificaba con gran confianza, sonriendo ante la aparente respuesta que había obtenido- "Es a quien más confianza le tendría para robar un beso"

Tragó grueso, el dolor parecía tomar apogeo en su garganta, provocándole un inmenso nudo que le impedía respirar con normalidad.
Pero pronto se estabilizaría, solo necesitaba tomar algo líquido cuanto antes...

Sus nervios estaban tomando ventaja sobre él.
¡Ya era demasiado!

Golpeó la maquina de bebidas, escuchando el sonido tan seco del metal.

La bebida salió disparada, cayendo por las escaleras que se encontraban justo al frente.

No podía tener tan mal día...

Sus pies comenzaron a moverse, bajando escalón por escalón con cierta prisa, pero sin dejar de lado la pereza sin emoción.

No tenía sentido... todo lo que pensaba terminaba en una jaqueca extrema e insoportable.

Tal vez era cierto que no usaba mucho su cerebro...

— Tu salón de clases se encuentra en la tercera planta.

Alto.
No des un paso más.

La voz profunda había interrumpido sus pasos. Por puro instinto comenzó a retroceder al escucharlo.
Mikaela estaba a tan solo metros de él.

El causante de tus jaquecas.

Le señalaban sin cuidado esas voces idénticas a la propia.

Su razón de escape tomó forma rápidamente: Los ojos de Mika podían ver a través de él.
Estaría en problemas si descubría los delirios que cruzaban por su cabeza, la confusión tan vergonzosa que se esforzaba por ocultar, o al menos eso era lo que presentía.

Dispuesto a huir antes de que fuese visto, se giró para volver a subir los escalones.

Claro que hubo algo que le detuvo, fue en esa ocasión una risa femenina.

Mika caminaba acompañado de una chica.

Los músculos se le tensaron, todo rastro de querer huir, fue reemplazado por la quietud y calma impropias de él.

Nadie se confiaría de la sonrisa que nació de entre sus tantas muecas de disgusto.

— ¿Yuu-chan? —la voz que tanto adoraba escuchar ensanchó su sonrisa. Aún yacía de espaldas a él, así que no habría problema.

Alzando el brazo, lo pasó por su rostro para simular que limpiaba lágrimas.
Recordaba muy bien que en la revista señalaba "Algunos hombres consideran tierno el ver a alguien llorar"

Estaba apostando contra una ternura que juraba no tener, pero que aún así, debía expresar. Si conseguía su atención, dejaría a la chica y se iría tras él.

— ¿Yuu-chan, sucede algo?

Un paso... Mika había subido un escalón más.

Funciona...

— Sfff... —hizo un intento de sollozo. En las películas si funcionaba, debía hacerlo también ahora.

— Yuu-c...

El blondo intentó alcanzarlo con su mano, estando a tan solo centímetros de poder tocarlo.

Pero Yuu cayó.
Literalmente, al intentar prender fuga, sus pies se enredaron en los escalones terminando de cara contra el suelo.

Solo quería que Mika lo siguiese y se alejase de la compañía que traía con él ¿por qué todo lo malo le ocurría en aquel día?

Sentía vergüenza, ganas de huir y no volver a ver al chico que le rechazaba. Y eran precisamente esos sentimientos los que odiaba tener, ¡porque parecía una chica enamorada a la que le habían rechazado!

¡No era una chica!
¡Y no estaba enamorado de Mi...!

Momento. Nunca se detuvo a pensar en esa posibilidad.

Escuchaba de fondo los llamados de parte de una voz femenina y una masculina, pero era sordo a ellas.

No lo amaba... no lo amaba...

Entonces ¿por qué tenía ganas verdaderas de llorar? ¿Por qué se esforzaba tanto por... tener a Mika?

Tembló. El escalofrío que lo atacó, fue lo suficientemente fuerte como para regresarle un poco de cordura. Rápidamente se puso de pie, huyendo de una fuerza que buscaba voltearlo.

Nunca había huido de algo...

Nunca había tenido miedo de encontrarse con los orbes zafiros del rubio...

Porque nunca se había detenido a analizar que sus sentimientos podían ir más allá de lo que aseguraba.

¿Una simple amistad podía en el fondo, ser algo más?