Sus caderas aún presentaban las secuelas del dolor. Si el sólo sentarse enviaba escalofriantes punzadas por toda la extensión de su espalda, agacharse para recoger algún objeto podría llegar a considerarse un acto de tortura medieval, justo de esa que utilizaban para castigar a los esclavos por su desobediencia. Lloriqueaba dramáticamente, sintiendo sus piernas temblar como si tuviesen frío... ¡inclusive estaban adormecidas! Y eso que las mantenía de la forma más cómoda que podía.
¿Se arrepentía de haberse dejado llevar la pasada noche?
Para comenzar ¿¡en dónde diablos cabía la idea de "dejarse llevar"!? ¡Él deseaba eso! Así que por supuesto que no, de ninguna manera retrocedería para cambiar las cosas y evitar que pasara. Es más, estaba seguro de que volvería a hacerlo más de una vez... en un sitio diferente, porque justo ahora, de lo único que se atreviese a poner queja, era de la poca privacidad que se le daba en casa. ¡No pudo ni disfrutar una mañana tranquila con su recién adquirida pareja!
... momento, ¿pareja? ¿ya son pareja? Agh, un problema para más tarde; actualmente debe concentrarse en ignorar las miradas cargadas de emociones oscuras que se enviaban dos de los tres hombres con quienes permanecía sentado en la mesa del comedor.
Como deseaba poder gritarle a sus padres que se fueran y los dejaran solos para tener oportunidad de ser consentido. Desgraciadamente, no tenía ni las energías internas, ni la fuerza física para hacerlo, y Mikaela se hallaba demasiado ocupado con Guren en su guerra de miradas no declarada, como para hacerlo.
Bonita manera de comenzar el día.
Contrajo su cuerpo para arrojar el rostro sobre la mesa, gruñendo por lo bajo de forma casi instintiva.
Recapitulemos para que no haya oportunidad de perderse, ¿está bien?: Hace un tiempo le pidió a su mejor amigo un beso, uno que de la forma más cruel y despiadada (a su parecer) se le negó ¿se vio afectado por eso? No, por el contrario, lo consideró como un objetivo que podía fácilmente ser completado. Bueno, las cosas no salieron tan bien como esperaba... inclusive descubrió sentimientos que parecía ocultarse a sí mismo durante quién sabe cuanto tiempo. En lugar de darse por vencido u sopesar opciones de inminente rechazo que muy probablemente lo harían sumergirse en depresión, amplió las razones por las cuales debía seguir luchando hasta alcanzar su propósito, que ahora dejaba de ser la simple unión de bocas.
Obviamente, y presumiendo de todas sus capacidades: lo consiguió.
Ese hombre era suyo y lo seguiría siendo hasta que sus brazos perdieran fuerza y se le fuese imposible mantener al rubio entre ellos. Habían muchas desventajas al salir con un chico de tal calibre. Tendría especial cuidado con todo ser que se atreviese a clavar ojos maliciosos sobre él. Sin dudarlo siquiera, protegería al dueño de su vida.
Ok... se estaba poniendo sentimental. No era momento para eso.
—Entonces... —voz calmada, apacible al oído, tomó el papel protagónico en la escena, ganándose la atención curiosa de todos los que le rodeaban—, ¿desde cuando Mikaela y tú son novios, Yuu-chan? —Shinya mostró la tan tranquilizadora sonrisa que le caracterizaba, empujando su cuerpo hacia adelante para estar más cerca de los jóvenes.
—Así es ¿desde cuándo? —metiéndose en la conversación, Guren habló sarcásticamente. La indignación en el hombre parecía ganar sobre el enojo que transmitía a Mikaela—. ¿Acaso no tuve el placer de ser invitado cuando lo presentaste como tu pareja?
Hasta entonces, los párpados de Yuu se mantenían caídos, pero no pudo evitar removerse en su silla para encarar al azabache mayor al escuchar la etiqueta con la que se los calificaba.
—Ah, en realidad aún no lo somos. —aclaró, con la barbilla reposando en la mesa para evitar mantener la espalda recta. El aburrimiento iba desapareciendo, supliendo la irritación por una escalofriante emoción naciente.
—Si, estamos en eso. —consintió el ojizafiro, cayendo en cuenta hasta entonces de su falta de interés hacia todo tipo de comunicación con alguien que no fuese Yuu-chan. Guió una de sus manos hasta la nuca del moreno, repartiendo sutiles caricias que sólo pretendían desviar la atención de cualquier incomodidad causada por los hombres mayores. Hace tan sólo una hora las cosas iban bien, intercambiaban pequeños besos junto a risas leves... no contaba con la interrupción de un padre molesto y otro que intentaba saciar su curiosidad. De haberlo sabido, hubiera aprovechado hasta el último de sus segundos juntos.
Yuu cerró los ojos, lanzando la cabeza hacia adelante para dejar un acceso libre en la zona por la que exploraba el rubio.
—Shinya... ¿te das cuenta de que nuestro hijo está coqueteando con su no pareja delante de nuestras narices, después de haber cogido como conejos, sin que les de verguenza?
Mikaela resopló en voz alta.
—Lo dice como si fuera inocente —viró los ojos en su dirección, no deteniendo el movimiento constante de las yemas de sus dedos contra la piel acaramelada de Yuu—. Le recuerdo que usted estaba lo suficientemente ocupado como para siquiera interrumpirnos. No venga ahora a quejarse si cuando pudo detenerlo, se ocupó fol-...
—¡ESTAMOS CASADOS! ¡C-A-S-A-D-O-S! —interrumpió Guren, acompañando sus gritos con un golpe en la mesa que hizo saltar la cabeza del ojiesmeralda.
Mikaela rápidamente se cercioró de que el menor no hubiese sido lastimado, tomando el rostro de aquel en manos para apartarlo del peligro. El temperamento de Yuu volvió a decaer; tenía suficiente hambre como para que el humor de mierda que cargaba su padre le diera completamente igual.
—¿Tengo que estar casado con Mika para hacer eso? —gruñó, casi deshaciéndose en los brazos del rubio con la atención que le brindaba. Si Guren tenía la decencia de cortar su felicidad como si no fuera nada, él podía hacer con su aún no pareja lo que quisiera frente a sus narices.
La respuesta que recibió fue demasiado simple: un asentimiento severo del ojimatista. Por supuesto, si el hombre daba por sentado que esa era la condición necesaria para volver a unir su cuerpo con el del rubio, suponía que los haría repensar dos veces la dirección por la que estaban yendo.
Como si fuera tan estúpido.
—Mika. —el nombre salió fluidamente de sus labios, dejando que el mencionado detuviese toda acción para verlo de frente— ¿Para cuándo la boda?
La mandíbula de Guren cayó, manifestando la sorpresa y desconcierto que esa simple oración hubo de crear.
—¡Yūichirō! —gritó, volviendo a golpear la mesa, ésta vez no pudiendo permanecer quieto en la silla, se levantó.
—¿¡Qué!? ¡Tú lo dijiste!—indignado, respondieron señalándolo.
—¡No me refería a eso, idiota!
—Ey. —gruñó Mikaela, descontento por la forma en que ofendían a su tesoro. Los insultos eran comunes en los Ichinose, ya millones de veces tuvo que corregir a Yuu para mitigar un poco las groserías que salían de su boca. Los toleraba... siempre y cuando el momento, lugar y ocasión lo justificasen.
—Ni se te ocurra abrir la boca Hyakuya.—amenazaron.
—¿Teme que exponga ante su hijo-?
—¡Que te calles!
—¡No le grites a Mika! —¿dolor? Pff, ¿dónde? Yuu se levantó con tanta fuerza, que la silla en la que había estado sentado, terminó de cabeza a unos metros atrás de él.
—¿¡Y lo defiendes a él!?
Los gritos se alzaron uno tras otro. Lo que en un principio se aspiraba no ser más que una plática pacífica de presentación, terminó convirtiéndose en un campo de guerra en donde el único atacado resultaba ser Guren.
—Es mejor que la novela de Mahiru.—Shinya intentó suprimir la risa, susurrando en parsimonia a medida que transcurría el intento de charla que Guren quiso darle a Yuu—, les prepararé un té para el dolor de garganta...
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ღ Beso Travieso ღ [MikaYuu]
Hayran Kurgu¿Sabías que resolver un simple test puede terminar con resultados sexuales? Una simple pregunta... fue el detonante que provocó al menor. • - Nombre: Yūichirō Ichinose. • - Objetivo: los labios de Mikaela Hyakuya. Ese beso sería suyo. -Obra [Chico...