Eran como las oraciones compuestas coordinadas; no dependían del otro para tener sentido, pero juntos, se leían la piel mucho mejor.
No sé cómo explicarlo; eran jodidamente diferentes, pero cuando se besaban, parecía caer lluvia sobre el andén, y todos los trenes lloraban, por los amantes como ellos, que nunca compraron billete.
De vez en cuando chocaban sus miradas, y la complicidad parecía ser la sonrisa de cada día, mientras sus manos con complejo de imanes, jugaban a provocarse sin tocar.
Ella reía y a él se le abría la ventana al mundo.
Recibía un mensaje suyo por las mañanas; las buenas noches de la madrugada anterior... Y su mirada era todo sonrisa; todo comerse el mundo, y poquito a poco contaba los días que faltaban para poder perderse en sus lunares.
«¿Cuando quiero a alguien, le muerdo, tú qué haces cuando quieres a alguien?» y el dejó un "ya lo verás" en el aire, de esas respuestas que hacen que te olvides de todo(s) lo(s) demás.
Y aún no sabía si le quería, pero lo que sí, es que sólo deseaba que fuese todo estrella, y nada fugaz.
ESTÁS LEYENDO
A(Marte).
RomanceNo, esto no es un libro sobre astronomía; a menos que sus lunares sean considerados planetas. Tampoco es un libro sobre amor, aunque me gustaría decir que lo que mi cabeza me dicta es una verdad absoluta. Jamás diré que lo que yo sienta sea una...