Aiven (II)

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Después de un rato andando, Aiven llegó al bosque. No le hizo falta observar mucho para saber que Alexia se encontraba allí. Anduvo un poco más hacia dentro del bosque y allí la vio, tirada en el suelo. Sin pensarlo mucho se acercó a ella sigiloso y le dejó un beso en la comisura de los labios. Luego la miró de arriba a abajo, mientras ella hacía exactamente lo mismo, parecía como si estuvieran investigándose mutuamente, para acabar fundiéndose en un largo abrazo. Luego alzó un poco la vista y vio a Katrina y Katty; se levantó al notar que Katrina los miraba de una forma extraña y se acercó a una de las dos muchachas.

— Vaya, pensaba que ibais a tardar un poco más. — Dijo con un deje de molestia, pues él quería disfrutar de un rato más con su novia. — Y bien… ¿qué es lo que hacemos aquí? — Lanzó un suspiro al aire esperando la respuesta de alguna de las tres chicas, pero a Alexia se le veía un tanto extrañada.

— Yo siquiera sabía que hubiéramos quedado… — Dijo Lexi con una sonrisa ladina, denotando molestia también.

La relación de Alexia y Aiven fue un desastre al principio, pues los dos tenían un carácter muy fuerte, aunque Alexia siempre era más seria. Aiven tenía diecisiete años cuando conoció a Alexia, ésta tenía catorce. Fue por la mañana. Aiven dormía cuando de repente vio un gran fuego por la ventana. Rápidamente se levantó y, corriendo, fue al lugar en donde se había producido el fuego que, para su desgracia, ya había sido apagado cuando llegó. Allí el adolescente pudo observar a una chica, la cual le llamó la atención. No dijo nada, solo se molestó en preguntar qué había pasado y, las dos jóvenes, se lo contaron. Inmediatamente Aiven se echó a reír y Alexia, que ya se sabe que no es de risa fácil, le miró, fue una mirada fulminante, la cual provocó que el adolescente dejara de reír. Katrina, la otra chica, empezó a reír y le tendió la mano al joven.

— Soy Katrina. — Dijo ella con una voz apaciguadora.

— Yo soy Aiven. — El chico cogió la mano de Katrina. Desde ese momento siempre andan juntos, pero Aiven y Alexia son más que amigos.

Katty les miró un tanto molesta y, sin dudar, dijo:

— Se acerca la elección de los jugadores para el torneo. En la anterior elección nos libramos por pura suerte pero este año debemos estar preparados por si acaso nos toca luchar. Katrina y Alexia, os librasteis porque vuestro abuelo estaba enfermo — Lo dijo con una voz suave, pero Aiven la conocía demasiado y sabía que estaba intentando fingir los nervios que le hacían la idea de entrar en los juegos de Bakaris. — pero esta vez no podréis tener excusa, porque vuestro abuelo ya está bien. Yo me libré… por motivos personales. — miró a Aiven— Y tú te libraste porque ese año estabas trabajando para la capital. Pero en esta ocasión no tenemos excusa alguna así que debemos estar preparados para al menos poder conseguir no morir en los primeros cinco minutos.

— Estás en lo cierto. — Se oyó decir a Katrina. Inmediatamente Aiven lanzó un suspiro al aire y hizo una mueca cómplice.

— Los cuatro sabemos que esos juegos no son más que un timo. Los malditos de Ishtis siempre están en el cotarro, sino, ¿cómo es posible que hayan ganado once de veinticinco juegos?

Las tres chicas miraron a Aiven.

Bakaris: Un Mundo MisteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora