Miraba por aquella ventana embobada en la persona del otro lado del cristal y está a su vez tenía la vista clavada en ella. La chica pensaba para si lo desgraciada que debía de ser aquella persona, veía un sufrimiento tremendo hundido en sus ojos, estaban rojos del llanto, tenía ojeras de no dormir. Veía un cuerpo obeso con arañazos, quizás ella era la única que veía esa obesidad. Vio en sus labios la palabra socorro y ella gritó, pues la ventana que tanto miraba no era otra cosa que un espejo.
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