confesión.

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—los días están corriendo —hablo con molestia Adrien, revisaba un par de contratos, alzó la mirada para ver a la azabache trabajar en un nuevo vestido —estoy aburrido —reclamó meneando la cabeza —puedes tener un momento de procrastinación, por favor mujer —pidió entrecerrando los ojos ¿si?

—tengo que entregar este vestido para mañana, así tendré la colección completa, la pasarela será en Italia. 

—¿Puedo ir contigo? —embozo una sonrisa acompañada de unos ojos de cachorro. 

—tienes que ir —colocó el último alfiler para tomar otro trozo de tela —es tu menester Agreste.

—es difícil este trabajo, necesito unas vacaciones. 

—¡hace menos de un mes que te fuiste de vacaciones! 

—pero ahora estoy comprometido, el matrimonio es estresante, preguntale a Nino.

—no oficialmente, deberías estar en tu oficina quejándote con tu planta —incriminó tomando las tijeras. 

—acabarias todo más rápido —clamó mirando a los lados —y no me quejo con la planta que no tengo, la ligó mujer ¡es diferente!

—pero sigue siendo normal —ironizó rodando los ojos —fuera de aquí Agreste.

—obligame —lo miró retador esperando su siguiente acción —eres tan ser fome*. —caminó por la oficina, prendió el estéreo de Marinette y comenzó a cantar. 

—no de nuevo —rodó los ojos una vez más —Adrien, trabaja de una vez —dejó los materiales que utilizaba y apagó el estéreo.

—tu pones tanto mekari en tu trabajo —se apresuró a caminar hasta ella, la abrazó recargando su barbilla en su hombro, aspiró el aroma de la fémina, volviendola un gran manojo de nervios. 

—si, lo sé...

—tengo un plan —susurró besando su mejilla —anunciaremos nuestro compromiso en dos días.

—espera... ¿qué? —se apartó sorprendida.

—si, tengo algo preparado pero no te lo diré, será lo más real que podrás ver, se que te va a encantar.

—tengo curiosidad, pero no intentaré averiguarlo, como sea... —lo empujó para retomar su trabajo, suspiro al escuchar sus reclamos. Gracias a sus reclamos se pinchó el dedo, provocando que una gota roja brotara de este, soltó un pequeño gritó mirando bastante molesta al joven, dejó caer la aguja al igual que lo que cosía con anterioridad —eres un idiota —le mostró su herida con un pequeño puchero. 

—déjame ver —asió la mano de su contraria, tomó su su pañuelo limpiando el líquido vital, apretó un poco la abertura para evitar que siguiera fluyendo —debes tener más cuidado mujer, tienes que ocupar otro modo para coser —le regaño mirando su iris azul.

—deberías dejarme concentrar, tonto, ahora, fuera de aquí, me causas problemas, eres más torpe que yo.

—ja, nadie te supera, tienes una torpeza legendaria —se resignó a seguir en el lugar, tomó los documentos que con anterioridad revisaba, abrió la puerta dispuesto a salir —nos vemos —se despidió, cerró la puerta tras su salida. La puerta se abrió de nuevo —hoy a las 8, llega puntual mujer —repitió su acción.

—no te entiendo Marinette, no sé qué clase de trato tienen, pero esto es anormal... —exclamó Alya al otra lado de la línea, la azabache soltó un suspiró —.no evitó pensar que lo haces porque no lo has superado —murmuró con tono acusatorio —habla con la verdad.

—no claro que no, yo ya no estoy obsesionada con el —trago saliva —no quiero estar sola toda mi vida —apretó su bolso a su vientre —solo será temporal.

—claro, gastarán todo su dinero en una boda falsa, son tan geniales —bromeo —¡Nino, no le des dulces! —gritó alejando lo más posible su celular —me tengo que ir Marinette, tienes que seguir contando sobre su estúpido plan —inmediatamente colgó.

—cierra los ojos —ordeno Adrien detrás de ella, tomo la mascada que ella traía, con la antes mencionada cubrió sus parpados, para después hacer un nudo en su nuca —¿Recuerdas cómo nuestra amistad se hizo más fuerte?

—tú presentación —soltó una risa —aunque fue extraño, ya nos conocíamos.

—fue una referencia a la película más genial y triste que ha existido.

—no te lo discuto Agreste —volvió a reír, el recordarlo le daba bastante gracia.

—yo no creí que hubiera otra persona en este mundo, que no fuera capaz de esperar el estreno aquí en Francia, ambos entramos a ver el principio de la película, la pagina no era confiable pero lo hicimos, recuerdalo mujer, nunca me llames tarde para la cena.

—nunca lo he hecho ¿Me diras a donde vamos?

—la Torre Eiffel —respondió a la cuestión —recuerdo como te console por horas y tu hacías lo mismo, fue totalmente triste —susurró con melancolía —sigo sin superarlo.

—yo tampoco lo superare, fue la muerte más triste que he visto del cine, sigue doliendo, que lo digas ahora abre esa herida, no tienes sentimientos —hablo entrecortadamente.

—tengo más sentimientos que tú bichito, también me sigue doliendo, al igual que el hecho que no la continuaran, cada noche me hago la misma pregunta ¿Qué hubiera sucedido?, lloro recordando que nunca llegara esa continuación, también que pronto saldrá otra versión —fingió secar una lágrima imaginaria —este mundo es tan cruel, la vida no vale nada sin esa prórroga.

—estoy contigo...  me dan ganas de llorar por eso, no puedo creer los malos que son los directores cinematográfico, pero eso generó tantas cosas, ahora estamos caminando, tu tienes los ojos cerrados.

—no te pongas a cantar Adrien, y si, esa pasión por cómics y súper héroes nos volvió amigos.

—no sabía que de forma hacer esto pero, recordando esa amada película, supe cual era la mejor manera, y aunque fue extremadamente difícil, estoy aquí apuntó de dejarte ver mi obra de arte, lo que me costó demasiado dinero, pero valió la pena.

—tengo miedo —admitió tragando saliva —quítame esta venda de una vez.

—a la orden generada —le quitó la venda con una pequeña sonrisa, la azabache abrió los ojos como platos, el soltó una carcajada por la reacción de su prometida prestada, se agachó mostrando el anillo —¿Qué dices?

—es un trato... —procuró no mostrar esa emoción, asintió dándole su mano, realmente aquel detalle había tocado su corazón, Adrien sabía lucirse, con un hilo blanco-transparente colocó las palabras "¿Te casarias conmigo Bichito?", tal como en su película favorita de ambos. Aunque las lágrimas amenazaban por salir de sus ojos, no podía darse ese lujo, al final todo era un juego —seré tú prometida de mentiras —susurró abrazandolo cariñosamente —eres un amor Agreste.

De Una Mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora