Drunk Angel [#VkusnoAwards]

Capítulo 5.1

Viktor:

—Hey, hermano, ¿estás bien? —me pregunta Chris, sacándome repentinamente de mi ensimismamiento.

—Claro, ¿por qué preguntas? —contesto, frunciendo el ceño.

—Por que llevas cinco minutos limpiando la misma copa —observa. Me percato de que tiene razón y dejo a un lado dicho traste para comenzar con el siguiente.

—Sabes que es un truco de bartender —comento, levantando una ceja.

—Lo es, cuando estás charlando con un cliente, pero ahora mismo no hay nadie frente a ti —desafía, y me regala una sonrisa triunfadora al ver que me quedo sin argumentos— ¿Algo que contar?

Lo pienso unos segundos, decidiendo si debería hablarle sobre mi nuevo amigo o no, y si lo hago, cómo reaccionaría. No es secreto que Chris y yo nos la pasábamos coqueteando el uno con el otro cada que podíamos, ambos sabiendo que no era más que una broma. Sin embargo, más que compañeros de trabajo, el suizo era mi mejor amigo. Nos contábamos todo y llegábamos al punto de hacer creer a personas fuera de nuestro círculo social que estábamos en una relación amorosa. Si no nos conocieran, dirían que estamos hasta casados.

Pero no era así, y a ambos nos gustaba aprovecharnos de la inocencia de la gente jugándoles una que otra broma con eso.

Con esto en mente, y con todos los secretos que sabíamos del otro, me decido a que es una buena idea contarle, ya que la clientela aún no era demasiada, lo que me pareció extraño, siendo sábado en la noche.

—Pues resulta que alguien llegó a vivir al departamento de al lado —digo con tranquilidad, evitando su mirada curiosa.

—¿Y ya la embarazaste? —levanta una ceja y me regala una media sonrisa, como sólo él sabe hacer.

—No me molestaría hacerlo si tuviera vagina —me encojo de hombros, esperando los comentarios burlescos de mi amigo.

—¡Así que es hombre! ¿Quién lo diría? —levanta las manos en forma de triunfo— ¡La siguiente conquista de la leyenda viviente!

—Chris, por favor baja la voz —trato de calmarlo poniendo una mano en su brazo— No se trata de eso.

—¿Entonces de qué si no? —sus ojos son de confusión. Claramente, él pensaba que se trataba de mis muchas noches de tirar, dejar y no volver. Siendo bartender, extranjero y no tan mal parecido, no podía evitar que todo tipo de personas se me acercaran con dobles intenciones. Y yo estaba feliz de servirles, dependiendo de su aspecto. Al cliente, lo que pida.

—Ni siquiera me lo he tirado —susurro, algo avergonzado.

—¡¿Que no qué?! —grita, casi indignado, acercando mucho su rostro al mío— Dime que no es cierto.

—Es cierto —me encojo de hombros, alejándome un poco de él— ¿Cuál es el problema?

—El problema es que cuando Viktor Nikiforov quiere tirarse a alguien, sólo va y lo hace. ¿Qué es tan especial de éste chico?