Cuando llegó, me vio en la cama, derrumbada.
Después de un rato me había rendido a luchar contra mi aspecto en el momento. Ella entró y dejó caer su mochila al suelo, corrió un poco y después se aventó para caer sobre mí, no sé que me dolió más, el celular enterrado en el pecho o toda la masa de la...
-Ballena -le dije en un grito ahogado, tenía poco aire, no podía hacer más
-¿A quién llamas ballena, pequeña rata? -Bromeo mientras me hacía una llave
-YO... -grité y reí. Me soltó y de inmediato me giré, quedé cara a cara a Jime, de inmediato me abrazó.
Cuando soltó el abrazo se acostó junto a mí y comenzó a acariciar mi cabeza, tomo mechones y los trenzó
-Terminé con Nathan -hablé por fin
-Lo sé, lo vi -respondió con un tono suave, miró mis ojos y juntó nuestras frentes, sabía cómo reconfortarme
-Ya lo tenía planeado -añadí y Jime miró mis ojos
-Te dije que él era un hijo de perra -susurró, supongo que no quería que lo escuchara mi madre
-No digas eso... -supliqué
-¿El qué? -noté el desconcierto en las palabras de Jime. -¿Que te lo dije? -cuestionó nuevamente, como en tono de burla
-Jime... En estos momentos lo que menos quiero es que me digan eso... "Te lo dije". Son, literalmente, las palabras más jodidas que puedes usar para alguien con un corazón roto -mientras decía esto miraba mis manos, las movía nerviosamente, mis ojos comenzaban a humedecerse y mi voz se iba haciendo un hilo. -Sé que tienes la razón, sé que éste tipo de cosas tu siempre me las dijiste. Incluso sé que tú lo conociste antes que yo y, por lo mismo, me advertiste cuánto pudiste de él, lo sé -paré por un momento, en lo que encontraba la manera de continuar, mis lágrimas estaban mojando la sábana que cubría mi cama, mis labios temblaban cada que intentaba hablar. La miré a los ojos, respiré profundo y continué - ... no me gusta que me digas que me lo dijiste, porque lo sé. Pero odio saber que tienes razón en todo lo que me dijiste acerca de él por qué yo confié y, al parecer, no sirvió de nada. Yo confié y me entregué y parece que no significó nada, al menos no para él. Odio saber que tienes razón, porque para mí, se había convertido en parte de un todo -el silencio se hizo presente, la lluvia comenzaba a golpear la ventana, hasta que fuera no se escuchaba ningún ruido, más que pasos sobre el agua del suelo de gente que, seguro, buscaba dónde refugiarse. Jime me miró a los ojos, ella también estaba llorando. Me abrazó y me hizo sentir indefensa, rota.
-Lo siento, Aly -respondió en un susurro, sin soltarme. Sólo negué con la cabeza y correspondí al abrazo
Desperté, al parecer me había quedado dormida. Jime miraba la TV de mi habitación.
Miré por la ventana, casi sin moverme, sólo giré mi rostro, estaba oscuro.-Es tarde -dije de repente
-Ya le hablé a mamá, le dije que me voy a quedar a dormir. -se giró sobre su cuerpo, me miró y sonrió. -Quiero estar contigo
-Gracias.
Bajamos a la cocina, ya no había nadie. Las luces estaban apagadas y, sobre la mesa, estaba unos aperitivos. Seguro mamá los había preparado para Jime y yo... Quizá ella había escuchado, quizá no quiso molestar.
Quitamos el plástico que mamá había puesto para cubrirlos. Cuando quisimos darnos cuenta, no sabíamos dónde habíamos metido tanta comida, reímos un poco.
Por eso me gustaba estar con Jime, ella siempre sabía cómo hacerle para que yo riera, sin importar cuán triste estuviera. Preparamos un café y, tras tomarlo, nos fuimos a dormir.
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Historia de amor de un desamor
Teen FictionPrólogo Me gustaría decir que ninguna historia tiene fin. Que no tiene fin porque siempre permanecemos junto a quien nos hace felices, a quien hacemos felices. Eso no pasa. Si no es porque te alejas de esas personas tras una ruptura...