Esa confesión fue hace un par de meses. La sonrisa de Tsuna seguía siendo la misma, esa mirada gentil continuaba recibiéndolo en la mañana. Giotto estaba consciente de los sentimientos del más joven, pero no podía dejar de preguntarse "¿cómo es posible que se haya enamorado de mí? ¿Qué vio en este cuerpo viejo? ¿Hice algo como para darle esperanzas? ¿Estás sufriendo en silencio, Tsuna?". Hubo un par de veces que le preguntó si en verdad no estaba sufriendo y recibía la misma respuesta siempre, seguida por una sonrisa llena de cariño "Giotto-san, para mí es suficiente estar cerca de usted". El castaño nunca interfirió con la vida familiar del mayor, jamás insinuó que deseaba ser correspondido, incluso ayudaba a su jefe en la relación con su familia. Tsuna arreglaba cenas en esa casa, estaba pendiente de aniversarios, cumpleaños, fechas significativas... una ayuda irremplazable y Giotto seguía haciendo de cuenta como si no hubiese escuchado nada, pero a veces pensaba que estaba siendo cruel
Para Tsuna era simple. No quería nada más que ver la sonrisa de su jefe. Lo adoraba, deseaba que fuese feliz, por eso seguía manteniéndose al margen, cumpliendo con sus tareas, cuidándolo desde lejos, incluso soportando las constantes miradas llenas de desprecio que la esposa de su jefe le brindaba. Violet era su nombre, de cabellera azulada, ojos azul cielo, hermosa mujer, todos en la oficina lo decían, pero solo el castaño era el objetivo de desprecio. Hace tiempo, mucho antes de que se confesara a su jefe, aquella mujer elegante se dio cuenta.
A veces Tsuna odiaba olvidar esconder las miradas dulces que tenía hacia su superior. No quería dañar ese ámbito familiar, sin embargo, de alguna manera lo hizo. "maldito mocoso idiota" esas fueron las palabras de aquella mujer antes de abofetearlo en frente de su jefe. Tsuna solo entraba a dejar un aperitivo para la pareja, con una sonrisa simple, cumpliendo con su trabajo, pero solo recibió una agresión. Fue doloroso, pero no reclamó nada. Sintió la mirada azulada llena de desprecio "quieres quitarme a mi esposo seduciéndolo, no eres más que una puta". El castaño no supo qué hacer cuando la segunda bofetada le llegó. La bandeja ahora reposaba en el suelo, la comida manchando el piso y quería que el mundo se lo tragara, pero no fue posible. Quería llorar, pero se mantuvo en calma, levantó su frente, mostró su rostro. Sentía que merecía ese escozor en las mejillas
—¡basta, Violet! ¿Qué haces? – Tsuna levantó su mirada para observar como su jefe se levantaba para defenderlo y se sintió culpable al ver aquella pelea
—¿acaso no entiendes que solo quiere tu dinero? – la rabia en esa voz femenina era notoria. Para el castaño fue una puñalada. Fue criado con principios, con valores, esas palabras lo herían
—¡basta! estás agrediendo a alguien que no se lo merece
—entonces ya se abrió de piernas... ¡responde! – la ojiazul estaba histérica. Ahora se enfrentaba a su marido, ellos peleaban, el rubio permanecía en calma seguramente tratando de resolver ese malentendido
—¡deja de decir esas cosas vulgares!
—¡ya sabía que esa zorra se metió en tu cama! – las lágrimas inundaron el rostro de esa mujer mientras golpeaba el pecho del rubio. Tsuna veía todo en silencio, todavía estaba impactado – te ha seducido y caíste redondito
—no digas esas cosas – Giotto no podía creer lo que escuchaba y peor aún, podía ver el dolor en aquella mirada chocolate. Debía parar esto – sacas conclusiones, tonterías de donde no hay nada más que una relación profesional
—¡me mientes, Giotto! – sollozó desesperada, evitando que su marido la tocara, apuntando al más joven y soltando su rabia
—¡lo lamento! – Tsuna al fin levantó su voz – si le dí razones para que pensara así, debo disculparme – dio una leve reverencia dirigida hacia la mujer – nunca he tenido nada con Giotto-san. Es mi jefe y lo respeto como tal
ESTÁS LEYENDO
Lágrimas de pureza
FanfictionCuidaré tu sonrisa, cuidaré tu felicidad. A pesar de todo, mi mayor deseo eres tú. No me alejaré, afrontaré los problemas, te amaré. Incluso si pasan años este sentimiento no desaparecerá. No te obligo a nada, pero tampoco estoy dispuesto a renunciar