Aviones, maletas, empresarios, reuniones, acuerdos, sonrisas, cenas de negocios. Giotto se estaba aburriendo de eso y lo peor era que no podía pasar a solas con Tsuna, pues terminaban cansados siempre. Ya era el tercer día, apenas cruzaba más de tres palabras sin referencia a su trabajo y el rubio se frustró. Giotto estaba pensando que el mismo destino no quería que averiguara si estaba en verdad enamorado de ese chiquillo, eso fue hasta que alguien tocó a su puerta. Era tarde y no esperó encontrarse con un castaño, quien mostraba un leve rubor en esas hermosas mejillas. El rubio ocultó su emoción y lo invitó a pasar, tal vez podía platicar un poco, quitarse esas dudas
—¿tienes alguna duda? – el mayor soltó esa pregunta, pues no se le ocurrió nada más coherente que decir cuando tenía a su secretario sentado a su lado en el salón de aquella amplia habitación. Le sirvió un vaso de wiski y lo observó mientras bebía un poco de aquella sustancia
—¿pu-puedo ser atrevido solo una vez? – el sonrojo en el menor aumentó de pronto mientras apretaba el vaso entre sus manos
—a que te re... — de pronto tenía el rostro de Tsuna cerca del suyo, podía ver lo rojo que estaba y era lindo
—por favor, solo uno – susurró con la voz temblorosa – Giotto-san yo quiero un be...
—... — acortó la distancia posando sus labios sobre los del más joven. Fue un beso casto, pero con el cual pudo apreciar esa suavidad, el aroma dulce, único – eso no se pide – le susurró sin alejarse mucho
—Giotto-san, gracias – se alejó rápidamente sonrojado hasta sus orejas, había sido un gesto muy lindo – usted siempre es amable. Lamento abusar – hizo una leve reverencia sin mirar al mayor. Se levantó dispuesto a irse, había obtenido lo que quería, solo eso le bastaba y ahora... ¡quería huir!
—Tsuna, espera – apenas pudo tomarlo de la muñeca. Ese jovencito no entendía nada, era ingenuo a pesar de la edad que tenía. Casi nadie era así a los veinticinco años – ¿estás seguro de que solo te conformas con eso?
—es lo máximo que puedo pedir – observó al mayor con detenimiento y un poco de vergüenza – yo no quiero forzarlo a nada, Giotto-san... solo quería un pequeño beso
—¿aún te gusto? — endulzó su mirada
—más que antes – confesó avergonzándose por esas palabras demasiado sinceras – perdón si lo incomodo, pero... ya no soportaba la ansiedad
—¿quieres otro? – sonrió al ver la sorpresa en el más joven. Se acercó a Tsuna hasta lograr rodear aquella cintura delgada con su brazo – porque yo... lo anhelo – con calma se acercó a aquellos labios, los rozó con los propios, depositó un leve roce sintiendo como el más joven se tensaba. Empezó a besarlo con calma, moviendo sus labios, guiándolo. Tsuna era suave, era ingenuo, era gentil... ¿cómo no lo probó antes?
—Giotto-san... yo lo amo – Tsuna se aferró al pecho del mayor con miedo de que estuviese soñando, pero la mordida en su labio inferior le demostraba que no era así.
Aquella lengua ingresando en su cavidad era la gloria y suspiró al sentir el roce en su boca. La humedad, el sabor de aquel licor, todo se mesclaba. Era acariciado con cuidado y empezó a jugar con aquella lengua. Lento, explorando, después dejando que lo guiaran, que lo atacaran, tratando de no quedarse atrás, mezclando sus salivas, suspirando entre el beso. Ni siquiera supo cuando se abrazó al cuello del mayor para evitar una separación. Llevaba esperando algo así desde hace mucho tiempo, sentía sus mejillas arder y respiraba con dificultad cuando se separó. Era su jefe, no estaba soñando, el hombre que lo había besado y que ahora se relamía los labios... era Giotto
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Lágrimas de pureza
Fiksi PenggemarCuidaré tu sonrisa, cuidaré tu felicidad. A pesar de todo, mi mayor deseo eres tú. No me alejaré, afrontaré los problemas, te amaré. Incluso si pasan años este sentimiento no desaparecerá. No te obligo a nada, pero tampoco estoy dispuesto a renunciar