Reanudaron aquel beso, era una sensación agradable cuando sus lenguas jugaban entre sí. Giotto deslizó sus dedos por debajo de aquel suéter, acarició esa suave piel, escuchó un pequeño suspiro. Era hermoso. Condujo a Tsuna con calma, a pasos calmos lo llevó a su habitación mientras lo mantenía abrazado, besando cada parte que estaba a su alcance. Le quitó prenda por prenda en el camino, acarició cada parte que quedaba expuesta, admiró las expresiones avergonzadas del más joven que con torpeza trataba de ayudarlo a quitarse lo que estorbaba en ambos cuerpos. El sonrojo intenso de aquel castaño era una imagen que Giotto se guardaría para siempre
Sentir los dedos de Tsuna deslizándose por su pecho desnudo, como si tratara de averiguar qué tan fina es una tela, le hizo sonreír. Enternecido por la caricia que el menor le ofrecía en su rostro, besó la punta de los dedos, los mordió levemente y denotaba su experiencia en ese ámbito, la cual contrarrestaba con los nervios de la primera vez del más joven
—relájate, Tsuna — susurró mientras lo recostaba sobre las blancas sábanas
Giotto lo admiró por unos segundos, esa piel sin marca, los rosados pezones que se movían al compás de la respiración irregular, el sonrojo evidente, la forma en que estrujaba las sábanas y desviaba la mirada. El rubio deslizó su nariz por aquella piel, dejando besos mientras ascendía desde el abdomen, apreciando como el otro se estremecía mientras soltaba pequeños suspiros. Besó aquel botoncito que empezaba a endurarse, se dio el gusto de deslizar su lengua y dejar una marca. Deslizó sus dedos por el abdomen, acariciando cada pedazo de piel desnuda, deslizando las últimas prendas que impedían apreciar el cuerpo de su amante. Hasta podía sentirse orgulloso de otorgarle ese nombre a Tsuna, "su amante", de nadie más
Escuchar los gemidos del castaño eran la prueba de todo, también era un incentivo para proseguir con la tortura. Giotto mordió el botón con delicadeza, separándose para admirar el fruto de su trabajo Fascinante era la palabra que usaría, pero solo soltó un "hermoso" seguido de un gemido ronco, pues su erección ahora punzaba. Tsuna se cubría la boca con una de sus manos tratando de no soltar esos sonidos delatores, tenía los párpados fuertemente cerrados, estrujaba la sábana y al darse cuenta que lo observaban, cerró sus piernas evitando mostrar la evidencia de su deseo.
Giotto era un hombre vivido, tenía experiencia basada en una juventud llena de recuerdos. Varias parejas antes del matrimonio, una vida plena, una familia que ahora estaba un poco rota y un joven amante que corrompía en ese momento. Tsuna no tenía nada de eso, apenas tenía a sus padres, sus amigos, sueños, virtudes, pues era joven. Estaba a merced del destino, pero también tenía emociones. Las mismas que lo llevaron a estar allí, recostado en aquella cama, apreciando como el que por años fue su mayor amor, se quitaba todo hasta que la desnudez los hiciera semejantes
Tsuna estaba avergonzado por aquella escena, pero más grande era la felicidad que surgía desde el fondo de su alma. Abrió sus ojos encontrándose con aquella mirada miel, cristalina, llena de deseo y con caricias en sus piernas, se dejó llevar. Permitió que entre éstas se acomodara el cuerpo ajeno, gimió ante el roce en su intimidad, también se estremeció al reconocer que la erección ajena lo presionaba. Tembló ante la caricia en su rostro que como objetivo tenía quitar su brazo protector y dejarlo expuesto, dejarlo sin defensas, dejarlo sin ese salvavidas que evitaba que su voz llena de lujuria se soltara. Los dedos del mayor se deslizaron hasta que los entrelazó con los suyos y el castaño se perdió en aquellos iris claros
—Giotto... yo te amo — declaró emocionado pues aquella ternura en la mirada era para él. Lo que siempre quiso, ahora lo tenía. A pesar de que el otro no sintiera lo mismo, si solo fuera algo físico, pero...
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Lágrimas de pureza
FanfictionCuidaré tu sonrisa, cuidaré tu felicidad. A pesar de todo, mi mayor deseo eres tú. No me alejaré, afrontaré los problemas, te amaré. Incluso si pasan años este sentimiento no desaparecerá. No te obligo a nada, pero tampoco estoy dispuesto a renunciar