Capítulo 3

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Fue casualidad. El castaño caminaba por la zona comercial en su día libre, hasta que sintió esa misma brisa que le otorgaba Violet-san. Giró tratando de ubicar el origen. La vio a lo lejos, tomaba el brazo de un hombre más joven, sonreía con picardía. El castaño intentó no malinterpretar nada, pero al verlos un momento... ¡ellos se besaron! sin importar en donde estaban, como si no les afectara la gente a su alrededor. Eran simples amantes en una zona repleta de personas, pero para el castaño era traición. No podía creer que algo así pasara. Giotto-san no se lo merecía, pues era una persona maravillosa, fuerte, decidido, a su vez, dulce y amable. No se merecía tal dolor...

«¿te ocurre algo Tsuna-kun?» estaba distraído, pero no podía sacarse aquella imagen de su cabeza. Ocultó todo, no quería ver sufrir a la persona que amaba, quería preservar esa sonrisa. «señor debe recordar que cenará con su esposa esta noche. Las reservaciones están a su nombre y... puede llevarle un ramo de flores» se guardó sus dudas, tal vez solo era un desliz de una sola noche, nada más, no tenía derecho a intervenir... pero algo más si podía hacer.

De nuevo el mundo lo puso enfrente de una escena parecida, donde Violet sonreía en el auto estacionado lejos de la gente, con el mismo hombre a su lado. Se besaban con pasión. Tsuna sintió asco y mucha rabia puesto que fue acusado injustamente por aquella mujer. Se mordió el labio, era fin de semana, tiempo para compartir en familia, pero ella... ¡ella no se merecía a Giotto a su lado! no se merecía esas miradas dulces, no se merecía nada... detuvo sus pensamientos ya que, él tampoco era merecedor de aquellos gestos



Intento...



Tsuna enfrentó a Violet el siguiente fin de semana. El castaño la siguió hasta el hotel en el que ella ingresaba con ese hombre. La mujer trató de amenazarlo, de golpearlo de nuevo, pero la detuvo de inmediato. «por favor... no le haga esto a Giotto-san, él la ama demasiado... no lo haga sufrir y retome la estabilidad de su matrimonio» se sentía estúpido por rogar, pero ¿qué más podía hacer? No lo sabía, solo tenía en mente la sonrisa de su jefe cuando hablaba de su familia, quería que esa imagen no cambiara. Haría lo que fuera por proteger a... su persona especial. En esa ocasión recibió unas lágrimas falsas, promesas que seguramente no serían cumplidas, pero el castaño se resignó a tener esperanzas. Quería que las mentiras se volviesen realidades. Le rogó a Violet cada vez que se la encontraba, pero siempre terminaba recibiendo un «amo a mi esposo, no lo traicionaré nunca más» Tsuna ya ni siquiera sabía cuántas veces escuchó lo mismo.

Esa noche se desahogó con sus amigos, recibió las críticas por herirse a sí mismo con esa situación, pero no quiso seguir esas recomendaciones. «cuéntale todo, aprovecha y gana el corazón de tu jefe. Tú lo amas verdaderamente. Vuélvete su pañuelo de lágrimas. Esa mujer merece ser destapada y abofeteada. Hazla sufrir. Si tu jefe es tan bueno como dices, no le ocultes esta atrocidad» pero... ¿y si esa sonrisa desaparecía? Nunca se perdonaría el no ser capaz de preservar la felicidad de su jefe. Prefería mil veces sufrir en silencio, rogar a alguien tan vil y sucia como esa mujer, tratar de coser una herida abierta e interna que amenazaba con ser visible. «¿de verdad lo amas tanto como para soportar todo eso?... Tsuna mereces ser feliz. Reacciona. Ocultar todo no es la solución». Haru tenía razón... pero el castaño tenía miedo y el miedo te hace cometer estupideces



Descuido...



Sus esfuerzos fueron en vano. Tal vez fue demasiado evidente, tal vez dijo algo sin darse cuenta, tal vez no se guardó el dolor para sí mismo y tuvo un desliz. Dejó salir algo, pero... tal vez era lo mejor



—por favor señora. Ya deje esto – de nuevo estaba enfrente de esa mujer, en la puerta del dormitorio que en esa ocasión el par de alimañas usaría para complacer sus placeres carnales, rendirse ante la lujuria y el gusto de una traición – usted está casada. Giotto-san no se lo merece... por favor

Lágrimas de purezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora