Capítulo Undécimo

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Victoria corrió escaleras arriba cuando llegó a la casa, no deseaba hablar con nadie; necesitaba una ducha que calmara sus emociones, que le quitara el olor agradable que Federico había dejado en su cuerpo, se sentía como una Victoria distinta. Y tembló al pensar en el poder que ese hombre podía tener en ella, no se resistió a sus caricias, por el contrario lo instó a que continuara; gimió y se miró al espejo del baño.

- Haz cometido un error Victoria.

Federico despotricó en el establo, los animales notaron su enojo y estaban ansiosos, se pasó la mano por la cara y a su mente acudieron imágenes del encuentro que al alba se había dado. Todavía se estremecía por el poder del deseo, no había sido suficiente pero había sido perfecto; sin embargo, ella se había alejar de él, mental y emocionalmente.

- No hay quien entienda a las mujeres, Bravo. - le habló al semental negro que ella había montado. - Estoy seguro que entiendes cómo me siento. Ella te montó, seguro lo disfrutaste tanto como yo. - Impetuosa relinchó - No te pongas celosa. - le dijo sonriendo a la yegua que estaba al lado.

Camila tocó la puerta de la habitación de Victoria. Al escuchar la voz de su amiga entró.

- Buenos días. - Victoria notó que Camila iba con un vestido y no con pantalones.

- Buenos días. ¿A dónde vas?

- Me regreso a México.

- ¿Tan pronto? ¿Por qué?

- No tiene sentido estar aquí, tu no me necesitas; de hecho, no me quieres aquí. - Victoria frunció el ceño.

- Eso no es cierto.

- ¿Niegas que no solo me has ignorado, sino que además todo el tiempo estás enojada conmigo? - le preguntó Camila y Victoria se sonrojó.

- Lo siento si te has sentido así.

- ¿Que sucede contigo?

- Nada. - Camila resopló.

- Vaya mentirosa.

- ¿Que quieres que te diga?

- Que estas celosa, que te gusta el llanero sexy y me odias porque crees que ando tras él. - Victoria abrió los ojos desmesuradamente.

- ¿Que dijiste?

- Lo que te niegas a aceptar.

- ¡Estas loca!

- Vamos, te conozco mejor que nadie. Estaba esperando que te abrieras conmigo. Soy tu amiga, o eso creí.

- Camila...

- No estoy interesada en el llanero sexy. Es decir, no digo que no esté como para comérselo; pero desde el primer día noté que entre ustedes había una conexión sexual increíblemente fuerte. Y yo deseo que tu seas feliz Victoria. Pero me molesta que no confíes en mi.

- No es eso... Yo... - Victoria respiró hondo y tomó a su amiga de las manos para sentarla junto a ella en la cama. - Lo siento, no debí tratarte de la manera que lo he hecho.

- ¿Te gusta el llanero sexy?

- Se llama Federico. Y no sé lo que siento... Es complicado.

- Conozco todo de ti, Victoria.

- Esta bien... - Victoria consideró unos segundos y se sonrojó al hablar - Nos deseamos - Camila sonrió emocionada. - Nosotros...

- ¿Qué?

- Hicimos el amor.-  Camila gritó emocionada. - Camila...- La regañó Victoria y ella habló mas bajo.
- Victoria... ¿Cuando?

- Esta mañana. - Camila aplaudió.

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