Capítulo Decimo Tercero

2.1K 172 40
                                    

- Me parece que ya viví esto una vez. - El comisario apretó los dientes con fuerza porque había sido él, quien había estado encargado de la investigación de la muerte de la esposa de Federico Rivero, y al igual que ahora parecía culpable pero no encontraba pruebas suficientes que lo encarcelaran.

- Entonces no tenemos que pasar por todo el protocolo.

- Federico... - él la miró y observó sus ojos ansiosos.

- No maté a Ángel Luis Robles. - le dijo al comisario quitando la mirada de Victoria.

- Un sombrero no te hace culpable y no puedo probar aún nada. Pero no puedes irte del pueblo Federico, las investigaciones apenas comienzan.

- Estaré esperándote. Seguro volverás. - El comisario se despidió amablemente de Victoria. Y ella miró a Federico.

- ¿Qué está pasando?

- Nada. - Federico comenzó a caminar hacia el establo, pero ella lo detuvo con una mano en su brazo. El se volvió.

- ¿Qué hacías frente al restaurante? - el apretó los labios hasta que se convirtieron en una linea.

- Observar, ya lo escuchaste.

- ¿Por qué?

- Me molestó que salieras con él. - ella dio un paso atrás. - Odié que te rieras con él, que parecieras tan relajada con él. Y conmigo... Siempre estás a la defensiva. - ella lo miró desconfiada, sobre todo al notar la tensión en su voz.

- La otra vez te interrogué sobre tu esposa.

- ¿Quieres saber si maté al medicucho? - le preguntó con voz gruesa y enojada.

- ¿Lo hiciste? - le preguntó temblorosa.

- Si lo hice, tendrán que probarlo. - Federico la dejó parada sin saber qué pensar o decir. No confiaba en él, aunque deseaba que todo fuese una mentira. Un coche llegó y Victoria se volvió a ver de quien se trataba; Juan Pablo bajó del asiento del conductor y del asiento de junto bajó su hija María.

- Hola Victoria, ¿Cómo estás? - ella soltó un suspiro de cansancio.

- Juan Pablo, ¿Que haces aquí?

- Mi hija María y yo, vinimos a ver a Fernanda. - Victoria miró a la hija de Juan Pablo, y ella le sonrió tímidamente.

- Buenos días, señora Victoria.

- Buenos días.  Iré por Fernanda, será mejor que pasen a la sala. - cuando entraron Fernanda bajaba las escaleras. - Fer, tienes visita. - la joven miró a su hermana y se notó nerviosa.

- Hola...

- Hola, ¿Cómo estas? - Le saludó en cambio María. - Papá me contó todo. - Fernanda la miró sin decir nada, esperando su reacción. - Siempre quise tener una hermana.

- Yo también. - le dijo temblorosa. - ¿Quieres caminar un rato?  - María aceptó y juntas salieron a dar un paseo. Juan Pablo se acercó entonces a Victoria y le acarició el cabello.

- ¿Qué sucede? - le preguntó al ver sus ojos tristes. Ella respiró hondo y un sollozo salió de su garganta. - hey, ¿que pasó Vicky? - la abrazó y acarició su espalda.

- Ángel Luis está muerto. - Juan Pablo se tensó.

- ¿Como... Sabes?

- El comisario Lopez vino a decírmelo.- le dijo ella separándose al tiempo que se limpiaba las lágrimas.

- ¿A ti? ¿Por qué?

- Anoche cené en el pueblo con él. Al parecer lo asesinaron al salir de aquí, cuando me dejó.

Libre del DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora