Capítulo Décimo Noveno

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Victoria llegó en la camioneta a la casa de Federico, tocó la puerta y esperó que él le abriera, cuando las puertas se abrieron su sonrisa murió.

- ¿Qué haces tu aquí?  - Le preguntó con voz dura a Deborah.

- Aquí vivo. - Victoria frunció el ceño.

- ¿Dónde está Federico?

- Tuvo que salir. - Las sienes de Victoria comenzaron a palpitar. - ¿Quieres dejarle un mensaje? - La mirada dura de Deborah atravesaba a Victoria.

- Federico terminó su relación contigo. ¿No tienes dignidad? - le espetó con enojo. Deborah rió.

- No conoces a Federico. - Victoria se sintió nerviosa pero no se dejó amilanar. Tomó su celular y se dio la vuelta para llamar a Federico, uno... Dos... Tres tonos, nada. Frustrada fue a marcar de nuevo y sintió un duro golpe en su cabeza.

Comisaría

- Entonces Federico, vas a decirme que éstas lesiones no las hiciste tu. - El comisario le mostró los moretones de Deborah.

- No fui yo. Solo tienes la confesion de una mujer dolida porque terminé mi relación con ella. No puedes detenerme solo por eso.

- También hay un testigo.

- ¿Quién?

- Primero dime dónde tuviste la noche que Deborah Falcón fue atacada.

- ¿Cuándo fue? - El comisario rió.

- Muy astuto. - Federico lo miró sin expresión alguna.

- Deborah nos contó que no eras muy paciente con tu mujer. - Federico apretó loa dientes. - que te exasperaba y que te sacaba de tus casillas.

- No golpeé a Deborah.

- Dice que también la golpeabas a ella. - continuó ignorando a Federico. - ¿Es cierto? - No podía negarlo porque había sido cierto, pero aceptarlo era decir que era el culpable. Una vez había tenido que abofetear a Lucía para que se calmara durante una de sus crisis nerviosas.

- Mi relación con mi mujer es asunto mio. Estoy detenido porque Deborah está despechada, no la golpeé.

- Ella y su testigo aseguran que tú la golpeaste, que la intentaste asesinar; para tener libertad de frecuentar a Victoria Sandoval. - Federico resopló - ¿Dónde estuviste? ¿Con la señora Sandoval? Quizás deba visitarla a ella y saber qué sabe ella.

- Estás deseoso de hallar algo en contra de mi. Eres un idiota y...

- Cuidado Federico... En mis manos está tu libertad. - Un policía le llevó las pertenencias de Federico al comisario y le tendió el celular, él lo examinó y sonrió. - Llamadas perdidas de Victoria Sandoval..- Federico apretó los labios.

- No soy culpable de lo que se me acusa, dejame ir.

- La confesión de Iturbide te tiene aquí.

- ¿Iturbide? Maldito  desgraciado bastardo... ¿Vas a creerle?

- ¿Por qué mentiría?

- Porque está persiguiendo a Victoria Sandoval. - le dijo frunciendo el ceño, el comisario se mostró sorprendido. - Para ser un policía te falta malicia. Juan Pablo Iturbide es el padre de la hija de Victoria, y ha estado tras ella desde que regresó.

- Ese detalle lo dejó para él - Dijo confundido.

- Porque sabe que si lo revelaba, podía ser un sospechoso de la muerte del doctor.

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