El aire fresco golpeaba mi rostro y desordenaba mi cabello. Ajusté mi abrigo a mi cuerpo y di un largo suspiro, estaba dejando que los celos y el egoísmo manipularan mi cabeza y no lo podía permitir.
Siento unos pasos lentos acercarse por detrás, sé que son Yeaniss y Eddie. Lo sé porque la voz de Jeanne, entusiasmada y feliz, aún se escucha dentro de la minivan y por un pequeño momento recuerdo cuando era yo el que todas las noches la escuchaba del otro lado del teléfono de la misma manera.
— Quizás la felicidad de otros no siempre es la nuestra — dice Yeaniss y estoy completamente de acuerdo.— A veces dejamos de lado nuestra felicidad para que otros puedan disfrutar de ella.
— ¿No tendríamos que fijarnos sólo en nuestra felicidad?— pregunta Eddie y puedo notar como nuestra amiga lo fulmina con la mirada.
— Eso es ser egoísta— suelto de repente.
— Lo es, pero ¿y qué?— dice mi amigo ruliento.— ¿acaso hay alguien pendiente de nuestro estado anímico? Porque si es así que me lo diga.
Y por un momento mi mente le quiere dar la razón, hasta que recuerdo la sonrisa de Jeanne, sus fuertes carcajadas y lo bonita y radiante que se ve su cara cuando está plenamente feliz y me pego enormes cachetadas internamente. Jamás podría desear que ella perdiera todo éso que la hace feliz. A veces, como en este caso, sacrifico mi felicidad.
— Por ella— respondo y me dirijo nuevamente al vehículo. No me siento bien, pero lo estaré.
Mis amigos me siguen y todos entramos en la minivan. Cerramos las puertas para que el calor no se escape y pongo el motor en marcha. La miro, sigue hablando por teléfono mientras hace demasiados movimientos con sus manos. Como siempre.
— Sí. Bueno, debo irme— dice tratando de despedirse. Cree que nos molesta.— Cuando lleguemos te escribo y me llamas... Sí, yo también.
Y se corta la llamada. Deja su celular en su regazo y nos mira. No se le va la sonrisa de la cara. Y mientras mis tres amigos vuelven al hilo de la conversación yo me encargo de pensar a qué se refería con el "yo también". Aunque quizás ya lo sabía y simplemente no lo quería aceptar.
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Todas las estrellas del cielo. Pausada
ContoAlex tiene una minivan y tres amigos. Ellos quieren conocer a todas las estrellas del cielo. Y están a punto de lograrlo.