Capítulo8

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Ya eran las 21:13 y no entraba más gente dentro de la casa. Agradecí millones de veces que afuera aún no hiciera un frío que pudiera congelar a la gente que se encontraba en el patio. Se había recaudado el dinero suficiente para recorrer la mitad del país y éso nos ponía los pelos de punta. Los cuatros andábamos con una enorme sonrisa en nuestros rostros, incluso Yeaniss sonreía luego de que volcarán vino tinto en la alfombra color hueso de la sala. 

Eddie ya había arrasado con la gran mayoría de la comida, lo que no era novedad. La gente ya no lo miraba extraño, ni hablaban mal de él a sus espaldas, ya que luego de tres años viéndolo hacer lo mismo en todas las fiestas a las cuales lo invitaban (que no eran muchas) la imagen de él bailando con la boca llena de alimentos era normal.

Yeaniss andaba loca viendo quien entraba y quien salia, cuanto dinero ingresaba y que nadie tocara algo de la nevera. Su cabello comenzaba a inflarse y su maquillaje a correrse, sólo que nadie se lo decía porque armaría el gran drama del año. Aún así era la única chica de tacones que había dentro y fuera de la casa y ella corría de un lado hacia el otro sin problema alguno. De vez en cuando me gustaba llamarla SuperWoman. 

Jeanne hablaba con cada persona que se le cruzaba diciendo preguntas como: ¿Has comido? ¿Has bebido? ¿Se han acabado los tragos? ¿Qué tal te parece la comida? La mayoría de las personas la ignoraban, creían que estaba muy borracha o que era muy insoportable. Probablemente ambas. Ella sólo sonreía luego de cada pregunta y luego de ver que no había respuesta seguía su camino. Incluso en ése momento mismo caminaba hacía mí cuando de golpe un cuerpo masculino se interponía en su camino. Era rubio y grande, podría tranquilizarme diciendo que era Ricky, su vecino universitario, pero todos sabemos que no es él, sino el "Ojos grises que deberían ser míos". Por un momento me pregunte de que colegio era y si por alguna razón era amigo de Yeaniss y era ella quien quería forzar una relación entre Jenne y él. Luego obviamente me aleje, las imágenes como ésas sin duda alguna no son mis favoritas.

  — Sabes, Eddie, deberías dejar de ingerir tanta comida— dije mientras le quitaba la comida de sus manos— . Luego estarás en el inodoro vomitando y no necesariamente será por el alcohol.

— El cual no he ingerido—  dice con orgullo mientras guiñaba un ojo.

— Si, bueno, no es que prefiera llevarte borracho a tu casa, pero tampoco me agrada la idea de que vomites toda la comida en mis zapatillas.

Pongo la comida en sus recipientes correspondientes y los llevo a la mesa más cercana. Vuelvo a ver a Eddie quien se apoya ligeramente contra la pared que tiene detrás. Me mira y sé que lo sabe.

— Tal vez el chico no sea malo, sabes— suelta de repente.

—   O tal vez sea un asesino en serie que quiere matarla, quitarle sus órganos y venderlos en el mercado negro— le digo mientras lo miro desafiante. Sé que le doy risa.

  — Tal vez te estás volviendo loco— dice, golpea mi cabeza y se va.

En esta noche todos se van. Tal vez debería emborracharme y seguir sus pasos. 


Todas las estrellas del cielo.  PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora