Capítulo5.

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Luego de dos hamburguesas completamente quemadas Jeane logró salir de la cocina dándose por vencida. Yeaniss decía que no era para tanto, que con los aderezos no se notaría el gran sabor a quemado que le habían quedado, mientras que entraba a la cocina y se ponía manos a la obra. Yo era el encargado de colocar la carne en los panes con los demás ingredientes y Eddie sólo debía llevarlas a la mesa. Su tarea era la más idiota y por éso mismo fue que se la dimos a él, encajaban perfectamente.

Luego de que cada uno se atragantara las dos hamburguesas correspondientes halagamos a Yeaniss por la gran obra maestra que había hecho, ella como siempre se hacia la gran diva y negaba nuestros halagos, como era de esperarse.

—Ahora sólo nos queda elegir nuestro primer destino— dijo Eddie mientras sacudía su pantalón tirando las migajas al suelo.

  — Tal vez deberíamos comenzar por nuestra cuidad, hay muchas estrellas aquí que aún no hemos visto— respondió Jeanne mientras se limpiaba la boca con una servilleta.

— Yo sé cuál es el primer paso— dije logrando capturar la atención de los otros tres— . Conseguir dinero para la gasolina.

Todos reímos mientras asentíamos. Jeanne y Yeaniss gastaron el dinero de sus trabajos de verano en la pintura. Eddie y yo, en cambio, no trabajamos el verano pasado. Piscinas, playas y buena música se pintaba más lindo de la idea de trabajar (y lo fue). 

— Podría pedirle a mis padres dinero diciendo que es para el colegio—  sugirió Eddie— . Tal vez así sedan un poco y opten por darme algo de sus gordas billeteras.

— O bien te patean el culo al ver que mientes— respondí.

—   Siempre te descubren, te patean el culo, terminas durmiendo en lo de Alex y comiendo comida en el colegio gracias al dinero mío y de Jeanne — dijo Yeaniss mientras hacia grandes y varios movimientos con sus manos— . Ya nos sabemos la historia de memoria, Eddie, ¿cuántas veces ha ocurrido en un año?

  — Once—  contestó Jeanne— . Once veces ha ocurrido en un año. No dejes que haya una doceava vez. Ya todo es demasiado predecible, Eddie.

Ambas chicas se dirigieron a la cocina mientras en sus manos llevaban los pocos restos de comida que quedaban sobre la mesa. Le di unas pequeñas y lentas palmadas a Eddie en su espalda y fui detrás de ellas. 

  — Podríamos vender drogas— dije y al ver como ambas muchachas me vieron con miradas asesinas levanté ambas mano en modo de defensa— . Sólo era una broma.

Reí al ver sus caras de alivio.

— Podríamos recaudar dinero con una gran fiesta— sugirió Jeanne— ¿Quién hace las mejores fiestas en toda la cuidad?

Ambos miramos a nuestra amiga.

— Yo, por supuesto— agregó Yeaniss— ¿Qué no es obvio?

Jeanne sonrió ampliamente. Teníamos un plan, un gran plan. 




Todas las estrellas del cielo.  PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora