10. Un día

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Mi cama es tan cómoda, los sábados son mi día de descanso, si puedo no me paro en toda la mañana, y nadie en mi casa me molesta, me dejan que duerma todo lo que quiera.

Alguien abre la puerta con sumo cuidado, es un pisar muy bajo y delicado, debe ser una de mis hermanas, lo más seguro es que sea Sara sólo ella se atreve a entrar a mi cuarto, no me molesta mientras no haga mucho ruido. En cuanto cierra la puerta mi hermana desata un escándalo que me hace saltar de mi cama.

—Kyle hoy es tu cita con esa chica, ¿qué haces en cama? Arriba, arriba, tienes que bañarte y peinarte, ese cabello tuyo es un desastre, debes cortarlo, también rasurarte, buscaré tu ropa y la plancharé— esa es mi señal de que algo está mal, Sara odia planchar, en general cualquier cosa de la casa, incluído el aseo, además nadie sabe que voy a salir con Lana. ¡Mierda! Olvidé que quedé de salir con Lana.

—Número uno: ¿cómo sabes que voy a salir? Número dos: no es una cita. Número tres: ¿qué hora es? Y número cuatro: gracias pero sólo usaré una camisa normal no es necesario planchar— claramente mi hermana está muy relacionada con mi modo de ser y hablar porque responde todo sin problemas.

—Dejaste tu celular en la cocina y hace 10 minutos Lana te marcó, le contesté y ella me informó que van a salir, es una chica tan linda, me tomé la libertad de ver su foto de contacto en tu celular, claro que es una cita porque me dijo que te dijera que uses una camisa blanca, así que eso responde a lo de planchar, sé que tienes una camisa blanca de vestir que va muy bien con unos pantalones gris oscuro, así que no hay tiempo que perder, métete a bañar en lo que arreglo lo que te vas a poner. ¡A sí! por último, son las 9:20am, corre— me es imposible molestarme con Sara es mi hermana y la adoro aunque sea algo entrometida.

Mi hermana tiene razón no tengo tiempo ni de regañarla, así que salgo corriendo al baño, me rasuro, me lavo los dientes, hago el intento de peinarme y de regreso al cuarto, Sara ya tiene lista la ropa, no me convence, es demasiado formal, pero Sara está empeñada y tal parece que sólo sigue las instrucciones de Lana, con esas dos mujeres no tengo la posibilidad de ganar.

Ya vestido me dispongo a salir corriendo, Sara me regaña por mi cabello, pero qué le voy a hacer nunca se acomoda.

—Sara no tengo tiempo, aún debo avisarle a mis papás.

—Ellos ya saben, mamá estaba en la cocina cuando Lana te marcó, ¿Quién crees que me dijo que tenías esta camisa? Cuando vine a despertarte mamá se quedó hablando con ella. Cuando le pasaron el celular a Eli, mamá fue con papá para decirle que te lleve, así que mi papá está en el carro esperándote, Eli ya metió en el carro tu mochila con las cosas que dijo Lana que necesitarías.

Aún sin saber cómo pasó todo eso, bajo corriendo directo al carro, donde como me informó Sara ya está mi papá y la mochila que mi otra hermana dejó. Nos despiden de manera vergonzosa, para finalmente irnos.

Llegamos a catedral y Lana ya está ahí en un lindo vestido blanco, no pensé que por su color de piel le quedará bien el blanco, pero me doy cuenta que no sólo le queda bien, sino que su cabello y ojos resaltan, no me había dado cuenta que sus ojos son del mismo tono de café que su cabello y brillan con la misma intensidad.

Me despido de mi padre y salgo, pero Lana ya llegó y saluda de forma muy cordial a mi padre, me sorprende lo buena que es causando buenas impresiones.

Sigo a Lana hasta un café cercano, me percato que ella no trae mochila, ¿por qué yo si? Y además ¿por qué estamos usando blanco los dos? Cuando se lo pregunto ella evade el tema diciendo que después me daré cuenta y que primero hay que desayunar.

Yo pido un café y una rebanada de pastel, mientras que Lana pide un frapuccino con una crepa de Nutella, quiero recalcar que está comiendo mucha azúcar, pero sé que esas no son las palabras que quiere escuchar una chica.

Lana siempre es amable pero específicamente hoy está siendo muy dulce, algo trama.

Pasamos por una especie de mercado donde en toda la calle venden joyería de piedras semi preciosas, eso me hace recordar que le debo unos aretes, pero aquí las cosas son muy caras, a Lana le gustó un collar que a mi parecer es muy simple y caro, es una cadenita con una pequeña bolita transparente (el dueño nos explicó qué es, pero ni entendí, ni le puse atención).

—No entiendo porqué te gusta tanto ese collar.

—Es hermoso, si prestas atención a la bolita, adentro verás colores, es como si un rayo de luz se hubiera quedado atrapado ahí.

Decido llevármela antes de que esa mirada me haga comprarlo, ella se detiene en una fila que está para subir a un autobús, todos en la fila visten como nosotros y todos son parejas, solo varían las edades. Mi día con Lana no será lo que esperaba.

—Lana no me digas que vamos a ir a un retiro religioso o espiritual, porque te advierto que soy ateo.

—No es religioso, bueno no exactamente, mi mamá ayuda en una capilla y yo suelo apoyar en los eventos, con mi abuela siempre damos de comer, y bueno surgió la idea de esta actividad, es para parejas y yo llevo trabajando en mi servicio y dando dinero para esto desde hace meses, no podía perder ya mi lugar, perdón sé que hice trampa para que me acompañaras, Marco ya había quedado de acompañarme pero con todo el desastre de su familia no aceptándome ya no pudo venir. Y pues tú eres lo más cercano a una pareja que tengo aquí. En serio lo siento.

—Por mucho que me gusta ser tu segunda opción, Lana no creo que sea buena idea.

—Lo prometiste dijiste que hoy haríamos lo que yo quisiera.

—Bien tú ganas subamos.

Prácticamente seré su novio por un día, a ver cómo sale.

Isa

Como la veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora