⚘6⚘

5.6K 673 147
                                    

—Por favor, aléjate de mi madre. Ya no la golpees ni la intentes tocar —pidió tímida y temerosamente JungKook mientras miraba a su padre con lágrimas y miedo en sus ojos.

La madre del pequeño se encontraba en aquellos momentos escondida en el baño, escondida de su esposo quien había llegado nuevamente borracho como era de costumbre. Y ella, ¿había dejado allí al niño a solas con su abusivo padre? No. Se suponía que JungKook debía estar escondido en el hueco dentro de la escalera que su madre había preparado especialmente para él, un perfecto escondite para que el pequeño JungKook se refugiara y se mantuviera seguro cuando su padre llegaba a casa de mal humor. Pero, ¿por qué el niño había salido? Bueno, él creyó que, si le hablaba a su padre, este entendería. Lástima, no fue así.

Su padre lo miró fijamente por unos segundos, para que luego una falsa y depravada sonrisa se formara en su rostro tras analizar por completo al menor.

—¿Tú no quieres que toque a tu madre? —preguntó mientras posaba sus manos en los pequeños y delgados hombros de JungKook. Este último asintió tembloroso sin poder mantenerle la mirada a su padre—. ¡Por Dios, JungKook! ¡Mírame a los ojos cuando te hable! —exigió con molestia, comenzando a sacudir con brusquedad al menor.

De pronto, JungKook abrió sus ojos y se sentó en la cama de golpe al ser despertado por el ruidoso sonido de la alarma que solía colocar en su móvil antes de irse a dormir.

—Mierda... —dijo, y peinó su cabello hacia atrás con sus dedos.

Él en verdad que detestaba aquella horrible pesadilla que para su condenada suerte soñaba bastante seguido, recordándole el maldito día en que su padre pasó del límite que soportaría una familia que ya acostumbra el maltrato de un borracho.

JungKook fue al baño para darse una ducha fría, al salir peinó un poco su cabello y se colocó su uniforme escolar. Mientras bajaba las escaleras, ya listo y con su mochila colgada en sus hombros, casi se cae al escuchar que la puerta se abría.

Su cuerpo se erizó por completo y tragó saliva al escuchar los pasos de TaeHyung atravesando la sala y acercándose cada vez más a donde él se encontraba.

—Buenos días, conejito —saludó con gracia el mayor. JungKook por su parte tensionó sus puños ante tal apodo.

TaeHyung notó la molestia e incomodidad del menor. Sonrió falsamente y se fue acercando aún más a JungKook el cual fue retrocediendo hasta que su espalda chocó contra la pared. TaeHyung aprovechó para posar sus manos a cada lado de su cabeza y lo miraba directamente a los ojos, incomodando aún más al menor el cual no tardó en desviar su mirada y bajar su rostro.

—¿Ni siquiera eres capaz de saludar como corresponde? —cuestionó el mayor, tomando a JungKook por su mentón obligándolo a levantar su rostro hacia a él—. ¿Por qué estás tan callado? —su sonrisa expresaba su diversión ante la situación—. Oh, ¿Es acaso por lo que sucedió ayer?

JungKook mordía el interior de su mejilla, sintiendo rabia, miedo, vergüenza e impotencia hacia el chico frente a él. El mayor rio suavemente, alejándose del menor antes de dar unas leves palmadas a una de sus mejillas. Se dirigió a la puerta principal, y tras abrirla volteó a mirar a JungKook con fastidio.

—Vamos. ¿Qué esperas, jodido niñato? —dijo, y salió de la casa ajena.

El menor acomodó nuevamente la mochila en sus hombros, y salió tras el mayor.

El trayecto de su casa a la escuela era de más o menos unos siete minutos a pie, minutos algo eternos para el menor al estar caminando tras su imponente "niñero". Al llegar fue directamente a su clase de historia, tomó asiento en su puesto y notó que su compañero de asiento, Jin, no estaba. Suspiró algo desilusionado, y sacó su teléfono celular para enviarle un mensaje y preguntarle el por qué aún no llegaba a clases puesto que Jin siempre solía llegar temprano, recibiendo como respuesta de que había despertado algo enfermo y que por aquel día no iría a clases.

Mientras que el menor continuaba chateando con su compañero, sintió a otra persona tomar el lugar del anterior.

—Ha pasado un tiempo, JungKookie. ¿Cómo has estado?

El menor volteó a mirar de quién se trataba, extrañado al ver a alguien con quien no hablaba. Observó a más a detalle al chico, percatándose de su claro atractivo. Aquel chico tenía un sedoso cabello de color negro, además llevaba un peinado que parecía hecho sólo para él, también luciendo su uniforme con las mangas de su camisa arremangadas sólo hasta sus ante brazos y la misma teniendo los primeros botones desabrochada con su corbata algo suelta. Era de esos chicos que fácilmente lograban hacer a una chica cualquiera abrirse de piernas, tan atractivo que a JungKook le dio algo de envidia.

—¿Quién se supone que eres? —preguntó de mala gana. No es que el menor quisiera ser grosero, tan sólo no se encontraba de buen humor y mucho menos toleraba la sonrisa tan natural y coqueta del chico a su lado.

Por su parte, el atractivo chico rio levemente y peinó con ayuda de sus dedos su cabello hacia a atrás.

—¿Realmente no te acuerdas de mi? —volvió a reír al ver el rostro extrañado del menor el cual le respondía a su pregunta—. Te daré una pequeña pista, hace unos tres años yo pesaba 20 kilos más de los que peso ahora.

Y JungKook abrió sus ojos de manera exagerada al recordar a aquellos ojos risueños y ahora también coquetos de su viejo amigo.

—¿JiMin? —preguntó algo desconcertado.

El contrario amplió su sonrisa y asintió.

—Sí, Park JiMin.

¿Y cómo es que JungKook habría podido reconocerlo? Siendo que el Jiminie que conocía era un chico tímido e introvertido, un chico inseguro debido a los bastantes kilos extras que llevaba al cual los chicos en su anterior escuela molestaban bastante. JiMin antes realmente no poseía carácter alguno, cuando lo molestaban él no hacía más que agachar su cabeza. JungKook no soportaba aquello, por lo que siempre lo defendía y hasta se había agarrado a golpes con otros chicos por él, hasta que un día, JiMin y su familia tuvieron que irse de la ciudad por el trabajo de su padre, y pues, el menor no lo había vuelto a ver hasta ahora.

—Vaya... has cambiado mucho —comentó JungKook al aún no procesar del todo el cambio tan drástico de su antiguo compañero de grado.

—Lo sé —dijo el pelinegro levantando su cabeza con altivez y al parecer cierto orgullo, volviendo a peinar su cabello hacia atrás.

El pelinegro quería seguir hablando, pero de repente llegó el profesor de la clase el cual inmediatamente exigió silencio en la sala, los demás alumnos acostumbrados, hicieron caso. En el transcurso de la clase JiMin le regalaba varias miradas de reojo a JungKook, buscando hablar y platicar un poco, pero lamentablemente el profesor no paraba de dictar en toda la clase, los pobres alumnos no pudiendo separar sus bolígrafos de sus cuadernos. A penas tocó el timbre, todos los alumnos suspiraron aliviados y empezaron a guardar sus cosas en sus mochilas. JungKook se levantó de su asiento, y olvidándose de JiMin, cargó su mochila en uno de sus hombros para dirigirse a la salida tras el resto de los alumnos que ya habían salido, parando al sentir una mano tomar su muñeca.

—Sé que ha pasado un tiempo, pero no es necesario que me ignores —soltó un poco molesto JiMin.

—Lo lamento, no pretendía ignorarte. Tan sólo iba por algo que desayunar a la cafetería, ¿quieres venir, Jiminie? —preguntó, tratándose de mostrar amable. JungKook sentía que JiMin la verse como esos tipos geniales no lo necesitaría, pero terminó sintiéndose un completo desconsiderado, era el primer día de JiMin en un nuevo instituto.

JiMin sonrió nuevamente para el castaño, pero su sonrisa se borró rápidamente al ver algo detrás del mismo. JungKook volteó y vio que quien se encontraba parado en la puerta del salón era TaeHyung.

—Park JiMin, no sabía que admitían zorras en esta escuela —dijo un malicioso TaeHyung con una expresión de disgusto en su rostro.

Call Me Daddy ➳TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora