Miércoles.
Lauren.
Ahí estaba Camila, tan...Camila como siempre, supongo.
Es fácil, repasemos lo que tengo que decirle "Camila, lo siento, fui una jodida idiota, lamentó lo que mis amigos hicieron, te juro que no tenía idea, me gustaría que fuéramos amigas"
Es fácil, rápido y sencillo.
Bien, estoy lista para esto. Allá vamos. Ally, si puedes oírme, por favor ayúdame, prometo ir a misa contigo a partir de ahora hasta reparar todos mis pecados. Bueno, aunque si lo pensamos, tendría que vivir en la iglesia porque con todos los pecados que me cargo cre...
¡CONCENTRACIÓN LAUREN JÁUREGUI! ¡CONCENTRACIÓN!
Tres, dos, uno...
–Camila– susurre tocando su hombro ligeramente. Ella estaba sentada en una de las mesas de hasta el fondo en la cafetería.
–No, por favor– susurró casi más bajo de lo que yo había hablado y se encogió tanto que pensé que en cualquier momento desaparecería de la tierra –No tengo dinero, te-te-tenia mucha hambre y y-y-yo me lo gaste– se lamentó casi al borde de las lagrimas.
–Oye...– apenas mencione palabra y ella empezó a hablar tan rápido que no podía entender nada –Mírame– mencione frustrada, o sea la chica casi se me desmaya allí del miedo y no sabia que yo era quien le hablaba.
A duras penas comenzó a levantar la mirada y cuando su mirada conecto con la mía, juro que hablo con más miedo que antes.
–Lo siento, lo siento, lo siento– acaso estaba teniendo un ataque o algo así –Yo prometo no volver a molestarte, lo juro, de verdad, p-p-pero que tu novio Luis no me haga daño– Espera ¿que? Acaso dijo lo que creo que dijo –Le he dicho a Luis que ya aprendí m-m-mi lección– a completo temblando de pies a cabeza.
Juro por dios que esta Camila es otra persona completamente diferente a la que me pidió mis Nudes aquel loco día de verano.
Incluso más diferente de lo que imagine.
–Cálmate– susurre sentándome a su lado –Dime con exactitud lo que Luis te hizo– ella negó rápidamente y se puso de pie, pero dios, esta chica es tan torpe, que al levantarse y darse la vuelta para huir de la cafetería, se tropezó cayendo justo de cara.
–Camilita, ¿necesitas ayuda?– preguntó un chico que parecía muy preocupado por la caída de Camila.
O al menos eso creía ella.
–Si– asintió tímidamente levantando su mano para que el chico la ayudara a levantarse.
Al momento en que Camila levantó su mano para que el chico la ayudara, lo único que recibió fue una bandeja de comida en la cabeza. Camila estaba repleta de ensalada, carne, salsas, entre otras cosas más de la asquerosa comida de la cafetería.
¿Y yo? Yo mejor esperaría otro momento para pedirle perdón.
Así que salí de la cafetería sin hacer ni decir nada más.