Bienvenida al Night

Revelación

Pero no sentí dolor. No sentí desagrado. Lo único que sentí fue otra oleada de placer que hizo que mi orgasmo se alargara y se intensificara aún más. 

Ni siquiera me preocupó la evidencia de que los vampiros existían. En ese momento sólo quise más de eso, quería más placer, quería más mordiscos. 

Cuando el orgasmo pasó y tuve un momento para relajarme más, me encontré la mirada de Jack intensamente sobre mi y a todos los demás quietos, con cierta preocupación, testeando qué estaría pensando sobre lo que acababa de descubrir, si me habría gustado, o si querría salir corriendo.

Mi respuesta fue clara, me erguí hasta quedar sentada y cogí el rostro de Jack entre mis manos, para darle un intenso beso. Al separarnos me miró con una dulce sonrisa, que rápidamente se convirtió en una sonrisa traviesa que prometía mucho más de lo que acababa de tener.

Me empujó hacia atrás y caí de nuevo tumbada sobre la cama con él de rodillas entre mis piernas. Los demás también se acercaron a mí y yo los recibí encantada con una sonrisa traviesa. Yo también quería jugar.

Jack acaparó toda mi atención al tocar la entrada de mi vagina con los dedos, y tras prepararme para él, me penetró muy lentamente. El placer de la penetración era equiparable al de sentir por fin a mi chico de ojos grises dentro se mi. Sentir cada centímetro de su enorme miembro. Si no hubiera estado tan excitada y mojada, hubiera tenido muchos problemas para encajarlo dentro de mi.

Comenzó a moverse más rápidamente mientras al oído me susurraba cosas sucias que me ponían a mil por hora. Agarré sus nalgas y lo animé a acelerar el ritmo de sus penetraciones. 

Lo escuchaba resoplar en mi oído y gemir de placer. Entonces se corrió el. Noté cómo su semen caliente llenaba mi cuerpo, mientras el seguía bombeando y me llenó completamente hasta hacer desbordar su fluido fuera de mi.

Cuando se separó, mi vagina aún expulsaba más de su semen. Me miró intensamente, y le sonreí. Esto solo acababa de empezar.