Bienvenida al Night

La selección

Tras el impacto inicial, nos situamos un poco mejor y vimos a dónde teníamos que dirigirnos.

Fue entonces cuando vimos que la cola continuaba dentro, por eso fuera apenas había gente. 

<<¿Un local que se toma las molestias de reservar un espacio tan amplio sólo para que los clientes no esperen en la calle? Dentro tiene que ser jodidamente enorme>> Pensé.

Pero eso no era lo único que llamaba la atención. Enfrente nuestra había perfectamente organizadas dos filas. 

En la de la izquierda esperaban ansiosos chicos y chicas no totalmente acordes al local. Menos arreglados de lo que exigía un local tan impresionante, pero aún así con igual ganas de conocer tan famoso club.

La otra fila, en cambio, estaba formada por gente mucho más arreglada. Chicas deslumbrantes, y de cuerpos esculturales, los chicos no se quedaban atrás, cualquiera de ellos podría ser modelo.

Todos parecían saber dónde debían estar, y a pesar del aire de esnobismo que me inspiraba la segunda fila, mi amiga insistió en que debíamos ponernos en esa. 

Tras un rato en la fila sentí que alguien me cogía ligeramente del brazo. Al girarme vi a una mujer. "La Mujer".

Nunca había visto una chica tan guapa y sensual, en otro sitio que no fueran revistas o películas. Su mirada te analizaba de arriba abajo, sentí que podría matarme con esa mirada. Sus ojos verdes destacaban sobre su cabello oscuro y cuando me sonrió, pude entrever una dentadura perfectamente blanca. Y unos colmillos más afilados de lo normal. 

-Cariño, tu no deberías estar aquí- me dijo

La miré confundida y ella me señaló con la mirada hacia la derecha. Allí se erigía una escalera majestuosa, y arriba del todo, una tercera puerta.

-La gente como tú tiene un lugar reservado aquí- Me aclaró arrastrando ligeramente las palabras, sonando terriblemente seductora.

-¡¡¿Podemos ir a la zona VIP?!!- Exclamó mi amiga tan emocionada como cuando había conseguido su primer coche.

La chica apartó la mirada de mí y miró por primera vez a mi amiga. Esta vez su sonrisa era más forzada, pero se seguía mostrando amable.

-Claro, cariño, dos chicas tan bonitas como vosotras merecen todos los lujos que os podamos dar aquí.

Guiada por la desconocida mujer, y arrastrada por mi amiga, fuimos hasta la tercera puerta. Bajo la atenta mirada de las otras personas de la habitación, que empezaron a cuchichear sobre la suerte que teníamos.