VIP

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No se en qué momento, ni cómo pasó, pero cuando llegamos arriba de las escaleras, mi amiga ya no estaba conmigo.

-Perdona, tengo que buscar a Helena, debe haberse pedido.- Me disculpé mientras me intentaba zafar de la mano que no había soltado en ningún momento mi brazo. Sentí que a pesar de que me tenía cogida ligeramente, su mano me agarraba firmemente y no podía liberarme.

-Cariño, ya ha entrado, ha salido corriendo hacia aquí en cuanto le dijimos que podía pasar. No te preocupes, la verás dentro.

A pesar de no confiar en sus palabras, llegué hasta la entrada, y solo en el momento en que dejó mi custodia a los guardias de seguridad, soltó mi agarre.

Dos hombres, enormes e intimidadores, guardaban la puerta. Nunca intentaría colarme en ningún sitio si fueran ellos los que custodian la puerta. Y a pesar de su aspecto amenazante, eran terriblemente atractivos, y la imagen de ellos dos empotrándome contra la pared me vino inmediatamente a la cabeza.

<<Contrólate, seguramente podrían partirte el cráneo solo con la fuerza de sus brazos>> me dije a mí misma intentando calmar mi arranque sexual. Aún así, sabía que esa imagen rondaría más de una vez por mi cabeza en momentos húmedos. 

El hombre de la derecha se acercó más a mi. Pude sentir su respiración contra mi mejilla y el calor de su cuerpo. Tuve que volver a frenarme al notar que me estaba poniendo húmeda solo por su proximidad. Pero resultaban terriblemente excitantes.

Con su aliento contra mi y su cuerpo rodeando el mío extendió una de sus manos en frente mía. En ella me ofrecía una pequeña pastilla azul.

-Para cuando entres, te lo pasarás muy bien, preciosa

-No gracias, no tomo drogas- <<Mentira bebo hasta el agua de los jarrones>>. Aún así el ambiente intimidante y la cada vez más grande sensación de estar metiéndome en la boca del lobo, no me inspiraban a probar drogas duras.

-Créeme, no es nada que hayas probado antes, y te hará sentir lo que no has sentido nunca.

Tomé las pastilla de su mano, solo para que me dejara pasar ya y poder reencontrarme con mi amiga.

-Adelante, pásalo bien- me dijo el otro hombre con una sonrisa peligrosa mientras me abrían las puertas para pasar.

La música fue lo primero en golpearme. El sonido estaba a todo volumen y podía sentirla vibrar en mis oídos. Lo siguiente fue un agradable calor humano, me sentí cómoda, y las dudas y el temor de la sala anterior, desaparecieron. Quería conocer más.

Busqué a mi amiga con la mirada, pero lo que me encontré me dejó en shock. Si los chicos de abajo me habían parecido guapos, estos eran de otro mundo. Ya no parecían modelos, sino dioses. Todas y cada una de las personas que había en la sala eran hermosas, de forma casi "sobrenatural".

Veía un mar de gente contoneándose rozándose unos a otros, en un baile sensual que te invitaba a unirte.

Me alejé hacia un reservado que estaba totalmente vacío, y vi que era un balcón hacia la otra zona de la discoteca, donde entraba la gente de la fila en la que mi amiga y yo habíamos estado. La música y los bailes eran iguales, pero ahí abajo no se veía la misma atmósfera envolvente que había aquí. 

El guardaespaldas de antes se acercó por mi espalda y me sorprendió.

-Veo que aún no te has tomado la pastilla. Confía en mí, no te hará nada malo

-Aún no he encontrado a mi amiga

-Ni la encontrarás, se acaba de ir a un reservado con dos chicos de la discoteca

<<¿un trío?, vale viniendo de ella ni me extraña>> pensé. Aún así me costaba creerme que me hubiera abandonado tan fácilmente.

-Tu amiga te ha dejado sola, pero no por ello tienes que dejar de disfrutar. Deja que te enseñe lo que puedes sentir.- Me dijo con voz seductora acercándose más a mi oído.

Me giró entre sus brazos y me puso de cara a el. Sus manos agarraban firmemente mi cintura y me daban seguridad a pesar de empezar a notar que me temblaban las piernas.

Tenía a un hombre tan grande y tan guapo delante mía que creí morir y aparecer en el paraíso. 

O en el infierno.


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