Capítulo 2

8.6K 798 129
                                    

—No puedo más —aseguró Yuuri dejándose caer en la cama. Mari le miró condolida, aunque su hermanito intentaba parecer fuerte, a ella no podía engañarla.

—Sabías que algo así podía pasar, si no querías enfrentarlo no debiste decirlo —dijo la chica sin intención de que pareciera una reprimenda, pero siendo exactamente lo que parecía.

—¡Yurio me necesitaba! —excusó el japonés en un tono alto—. No podía dejarlo hundirse en eso. Mari nee, yo sé cuán difícil es asimilarlo, no podía quedarme sin hacer nada.

—Pudiste hablar con él cuando Viktor no estuviera presente —sugirió la chica, y los ojos de Yuuri se hicieron enormes. No daba crédito a las palabras de su hermana—. Lo siento —dijo la chica, que tenía plena conciencia de que ocultar algo de Viktor era misión imposible. A veces Mari pensó que ese ruso era de la INTERPOL.

—Esto es tan complicado —se quejó el chico, cayendo de nuevo en su papel de víctima de la naturaleza.

—No creo que lo sea tanto, Yuuri, yo creo que solo estás sobre actuando.

—¿Sobre actuando?

—Las cosas no pueden terminar tan mal, ¿qué pasó con Yurio y Beka?

—Esperan un segundo bebé —informó Yuuri, y su hermana le miró como intentando obviar algo que de por sí era obvio, esto podría terminar en felicidad—. Pero yo no soy tan valiente como Yurio, no creo poder con todo lo que conlleva.

—¡Por Dios, enano! —exclamó Mari—. Yurio casi es un niño, y asumió la responsabilidad aun cuando no contaba con Otabek. Tú eres ya bastante mayorcito como para negarte solo porque tienes miedo.

—Pero tengo mucho miedo.

—¿A qué le temes?

—No lo sé, Mari nee. A no poder con eso.

—¿Con qué?

—¡Con ser padre! —gritó Yuuri alterado, su hermana le estaba presionando mucho—. Cuidar a un bebé es difícil, ni siquiera pude dejar de temblar mientras sostenía a la pequeña Becka, ¿y si lastimo a los hijos de Viktor? —preguntó al borde de las lágrimas— ¿y si no sé ser un buen padre?

Mari sonrió. Ahora Yuuri tenía una visión clara de lo que pasaba, ahora estaba plenamente consciente de lo que era su condición, ahora conocía a alguien en su situación y podía ver su futuro. Estaba asustado de arruinar algo que veía perfecto.

No podía evitarse, la falta de estima propia de su pequeño hermano era algo con lo que siempre había peleado, y casi nunca ganado. Yuuri siempre creyó que nunca podría hacer nada bien. Pero eso nunca lo obligó a rendirse. Yuuri, a pesar de creer que no le saldría bien, siempre dio su mejor esfuerzo.

—Eso no lo sabrás hasta que suceda —aseguró Mari sonriendo al chico que le miraba con desgano. Le había dedicado tantas veces esa frase, que sabía perfectamente lo que seguía, él siendo un desastre mientras lo intentaba.

—¿Sí te das cuenta que estamos hablando de vidas humanas? —preguntó Yuuri, mirando hostigosamente a su hermana.

Había ido a Japón para que Mari le dijera que no lo hiciera, porque, como buen inseguro, precisaba que alguien le diera permiso para poder hacer o no hacer algo.

—Sí —dijo la chica—, y se trata de la vida, ni más ni menos, que de mis sobrinos.

El rostro de Yuuri se llenó de carmín, mientas su corazón se detenía. Esta era la primera vez que hablaban de algo así de importante, y parecía como si fuera de lo más natural.

Él nunca consideró ser padre, y Mari dijo que lo apoyaría en todo lo que decidiera, por eso esos "sobrinos" que Mari mencionaba nunca estuvieron en sus conversaciones.

—Estoy asustado —confesó Yuuri dejando correr sus lágrimas—. Un bebé... mi bebé... —comenzó a hablar, pero no logró completar su frase, el llanto le ahogaba.

—Lo sé —aseguró Mari abrazando a su hermano—. Pero tienes buena práctica, Viktor es como un bebé ¿no? —Yuuri sonrió, aun con el rostro empapado—. No lo hagas si no estás listo, pero no te niegues rotundamente a ello, o bebé Viktor llorará.

—Ya basta —pidió Yuuri más controlado. Su seria hermana bromeando le hacía bastante bien.

—Supongo que puedo pensarlo —susurró Yuuri mirando a su vientre, estremeciéndose. Aún, la sola idea pensar en aceptar un embarazo, le hacía mucho mal. Sería como aceptar que era el fenómeno del que se habían burlado por varios años. Por eso volvió a llorar.

Yuuri se quedó dormido después de mucho llorar, por eso no se dio cuenta cuando Viktor llegó hasta su primer hogar. Porque ahora, esa casa donde Viktor y él compartían sus días, era su hogar también.

—No lo presiones —exigió Mari al peliplata—. No puedo darte detalles, porque es algo que debes hablar con él, pero es difícil, Viktor. Si no le das tiempo a Yuuri no vas a lograr nada de él.

—Lo sé —aseguró el ruso, mostrando esa seriedad que pocas veces salía a relucir en él—. Pero también sé que, si no lo presiono, esto podría nunca pasar.

—Pues solo intenta no romperlo, porque si mi hermano se quiebra no voy a darte la oportunidad de repararlo... te haré pedazos —prometió Mari que en serio entendía lo que el ruso decía, que sabía que era la única solución, pero que no podía terminar de aprobar. 


Continúa...

TENGAMOS UN BEBÉ ¡YUURI! -Segunda parte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora